Comuniones masivas: Sacrilegio disparado

Está sucediendo en todas partes, y cada vez resulta más aterradoramente familiar comprobarlo: muchas personas reciben la comunión sin la debida preparación. El sacrilegio se ha disparado y parece que todo anda muy bien. Hablamos de «primaveras eclesiales» y hasta nos lo creemos….y cada día se dan miles y miles de comuniones sin la más mínima garantía. Pues bajo esas primaveras de apariencia se esconden los peores y más tenebrosos inviernos. ¿Cree algún lector que exagero?; voy a dar algunos datos, de primera mano:

– Muchas personas no saben que para comulgar hay que estar en Gracia de Dios, y que el estado de gracia sólo se recibe a través de la confesión.

– Muchas personas creen que si van a Misa han de comulgar necesariamente, para no hacer un «feo gesto» a Dios

– Muchas personas viven situaciones de vida irregular (divorciados vueltos a casar, casados por lo civil, o parejas de novios que conviven antes de la boda) y reciben la comunión sin conciencia alguna de estar en pecado grave

– Muchos matrimonios usan métodos anticonceptivos artificiales (pastillas o preservativos) y comulgan sin conciencia alguna de estar en pecado grave

– Muchas personas desconocen que faltar a Misa en UN domingo es Pecado Mortal, y sin embargo acuden a Misa esporádicamente y comulgan sin confesarse de ese pecado

– Muchas personas desconocen que han de confesar al menos una vez al año, y pasan años sin confesar pero acudiendo a la comunión en Misa.

– Muchas personas que no van a Misa acuden a bodas, funerales o primeras comuniones, y acuden a comulgar para sentirse más cercanos de los familiares.

He puesto siete ejemplos que están extendidos de tal manera que se han instalado en las conciencias colectivas de las comunidades cristianas. Y es necesario….y urgente…..repetir una y otra vez la doctrina de la Iglesia sobre los sacramentos para que se frene esta locura colectiva (con apariencia de vitalidad pastoral) y se recupere la cordura espiritual que nos libere de esta inundación del sacrilegio que es el peor de todos los pecados. No en vano San Pablo escribe, en la primera carta a los Corintios,11, 27-29, que quien comulgue indebidamente come y bebe su propia condenación. Con base en la Palabra de Dios, se pueden consultar los puntos del catecismo de la Iglesia Católica: 1395, 1440, 1445, 1456, 1457, 1469, 1483 y 1484; en los que se expresa claramente la enseñanza sobre este tema.

Ahora bien, ¿porqué se ha llegado a esta situación?; propongo buscar la respuesta en las causas de los datos citados en este artículo. Veamos uno por uno:

– Hay una omisión grave, tanto en predicaciones como en catequesis, sobre el Pecado Personal. Se ha perdido el sentido de pecado porque, sencillamente, los que más deber moral tienen de enseñar no lo han hecho ni lo hacen. Unido a lo anterior, se ha predicado y catequizado en la herejía de la gratuidad de la salvación. O sea: todos estamos salvados, hagamos lo que hagamos. Con esa idea inoculada en las conciencias, la necesidad de confesar desaparece y, por tanto, la comunión se convierte en mero acto de adhesión simbólica a la Iglesia.

– Otra herejía sutil y encubierta, extendida por seminarios y cátedras docentes, es comparar la Misa con una cena festiva, sin sacrificio incruento en la cruz. Entonces, si alguien va a Misa ha de comulgar de la misma manera que si alguien es invitado a una cena ha de comer como respuesta cordial al que te invita. Desde aquí, ir a Misa y no comulgar sería una «falta de educación» con Dios que te invita.

– Como no hay sentido de pecado, la enseñanza moral de la Iglesia sobre el matrimonio, el noviazgo, la sexualidad…..se diluye como un azucarillo en café. Y esto es así: en muchos lugares NO se predica la doctrina moral de la Iglesia por temor a ir contra corriente de las modas mayoritarias.

– Se omite la enseñanza canónica sobre el deber de ir a Misa en domingo y precepto (punto 2181 del catecismo). Y además se ha extendido la herejía en teología moral de la llamada «moral de actitudes» (de Bernard Haring y Marciano Vidal) según la cual el pecado no consiste en el ACTO sino en la ACTITUD, por lo que, por ejemplo, si uno tiene la actitud de ir a Misa los domingos y falta algún domingo, esa falta no sería pecado al no haberse convertido en actitud. Esta idea perversa está causando auténticos estragos morales en las conciencias personales.

– En no pocas Iglesias los confesonarios están siempre vacíos, y los fieles han perdido la costumbre de confesarse ya que no reciben facilidades. Peor aún: se dan absoluciones colectivas (que son totalmente inválidas) porque no pocos sacerdotes omiten el deber de ponerse a confesar. En algunas Iglesias los confesonarios se han convertido en trasteros para útiles de limpieza….signo evidente del desprecio a ese sacramento de la misericordia divina.

– Se ha secularizado tanto la religión que muchas celebraciones (bodas, bautizos, primeras comuniones…) han perdido todo su contenido espiritual y se han rebajado al ámbito de lo civicamente festivo. Y la causa es la escasa o nula formación recibida por los que participan en ellas, donde solo reciben información práctica del «evento» pero sin fondo alguno religioso. Y por supuesto unido a esto la secularización del ambiente social y político empeñado de convertir la Iglesia en un club social.

Concluyendo: abramos los ojos sobre esta gravísima situación creada, y volvamos a una catequesis y formación realmente católica que:

1º: Recupere la enseñanza sobre el pecado y la Gracia de Dios 2º: Muestre los dogmas de fe sobre el juicio personal, infierno, purgatorio y cielo 3º: Forme a los que van a formar en la sana doctrina que emana del catecismo y del magisterio 4º: Restablezca la pastoral de las confesiones individuales 5º: Supere los temores a ir contra corriente, a la hora de recordar a los fieles que jamás han de comulgar sin haber confesado 6º: Des-secularice los sacramentos sin temor a perder «usuarios» de los mismos, con objeto de que solo haya creyentes que los vivan, y no que los utilicen 7º: Partamos de cero a la hora de volver a formar a los bautizados desde la doctrina moral católica.

Hay que re-comenzar esa catequesis sin dar NADA de NADA por supuesto o sabido. Hagamos votos para que despertemos de primaveras imaginarias y nos pongamos a la tarea urgente de liberar a los fieles de una tendencia perversa que, como dice San Pablo, lleva a la condenación y no a la salvación. Y que aquellos que tienen en sus manos las mayores responsabilidades de gobierno, y de formación, asuman  la necesidad de una perentoria pastoral sacramental.

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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