No se pierde el sentido de pecado DE UNA VEZ, sino que, normalmente, se debe a un proceso interior de cada persona que puede compararse a subir una escalera de siete escalones cuyo cometido concreto es ir minando sucesivamente los distintos ámbitos de la conciencia moral hasta llegar a la amoralidad enraizada en el pensamiento colectivo de occidente en su gran mayoría. Hagamos un recorrido «virtual» por la diabólica escalera y luego aplicaremos el guión a un pecado mortal concreto.
Esto puede servirnos, a cada uno en particular, a modo de TEST de conciencia por si estamos en algún escalón y no lo hemos percibido.
El primer escalón es el de la JUSTIFICACIÓN. Si comento un pecado y me cuesta arrepentirme, y más aún me cuesta hacer propósito de enmienda…..o sea, si, en definitiva: dudo de la Misericordia de Dios y veo en el pecado un «fallo personal» más que una ofensa a quien más me ama, entonces busco justificar mi acto, es decir, escudriñar un motivo o una causa que hicieron «inevitable» el pecado. Esta justificación busca inconscientemente eliminar o reducir al máximo el remordimiento de conciencia.¿Cómo bajar de este escalón?: Evitando las prisas en la preparación de la confesión, y prestando especial atención al examen de conciencia. En caso de duda: consultando directamente al Catecismo.
El segundo escalón es el de la TRANSFERENCIA de culpa. Ahogado el remordimiento, como aún reconozco la naturaleza objetiva del pecado, entonces transfiero la responsabilidad sobre un «tercero causante y, por tanto, responsable». Ese tercero puede ser otra persona, una circunstancia vital o una estructura social. Entonces el pecado si existe pero la culpa es de «otro» que es el Inductor. Este paso destruye todo resto de remordimiento de conciencia. ¿Cómo bajar este escalón?: Meditando el relato del pecado original: la reacción de Adán fue echar la culpa a Eva y la de Eva hacerlo con la serpiente, pero Dios los castiga a ambos.
El tercer escalón es el de la AUTONOMÍA de CONCIENCIA. Al aplicarse uno a si mismo, de forma radical, el «Yo y la circunstancia» de Ortega, y eliminada la responsabilidad personal, la conciencia ya «libre del peso moral», se convierte a si misma en garante objetivo. Es decir: a partir de ahora se actúa en «conciencia» sin referente moral externo y se asume que la culpa individual no existe (sólo existe la colectiva o circunstancial que no es de origen personal). ¿Cómo bajar este escalón?: Recordando que Cristo fundó la Iglesia para, entre otras cosas, fuese la formadora de nuestras conciencias.
El cuarto escalón es el de la COMPRENSIÓN absoluta. La persona ya se cree incapaz absolutamente de hacer el mal ya que, al actuar en conciencia…¿cómo va a actuar contra su conciencia a no ser que se vea forzado y en cuyo caso no hay culpa?. En este punto ya «todo es relativo» y las categorías de Bien o Mal, a nivel objetivo, desaparecen incluso para los «pecados colectivos». Es la «quinta esencia» del BUENISMO. ¿Cómo bajar este escalón?: Meditando la parábola del juicio final (Mateo 25) y todas las escenas evangélicas donde Cristo predica sobre el infierno y la posibilidad de condenarse para siempre.
El quinto escalón es el de la FRIVOLIDAD. El «pecado» se integra en la vida personal desde la mayor indiferencia, y exigiéndose un radical respeto hacia esa frivolidad que excluye cualquier buen consejo o corrección fraterna que, desde fuera del «Ego», puedan hacernos. ¿Cómo bajar este escalón?: Ayuda mucho contemplar la escena de Cristo ante Herodes. Nuestro Señor ni dirige la palabra o mirada a ese personaje que era todo frivolidad.
El sexto escalón es el de la SUPERIORIDAD MORAL. Ya se ha invertido el orden de valores de tal manera que lo que es Pecado desde la objetividad se convierte, en el interior de la persona, es VIRTUD desde su subjetividad. Y la persona se atreve a dar lecciones «morales» de su comportamiento objetivamente inmoral. Este es el paso del «relativismo moral ofertado» a la dictadura de ese relativismo. ¿Cómo bajar este escalón?: Viene muy bien la escena de Judas Iscariote aconsejando a la pecadora que hubiera dado el dinero del perfume a los pobres en vez de ungir los pies de Nuestro Señor.
El séptimo y último escalón es el de la JACTANCIA. Es el final de la subida. Ahora el pecador se JACTA, PRESUME de su pecado y se permite «reírse» de quien no haga lo mismo. Es la máxima inversión de la moralidad de la cual sólo se podrá salvar por medio de un milagro. ¿Como bajar este escalón?: Pidiendo a otras personas que recen por uno. Y esperar al milagro.
Aplicación de este guión a un caso de pecado mortal concreto: Faltar a Misa un domingo (punto 2181 del Catecismo).
1: No fui a Misa porque tenía otras cosas que hacer, porque tampoco era tan importante, porque en mi casa me aconsejaron que no fuera…etc
2: Yo quiero ir a Misa pero me veo «obligado» a ausentarme porque estas personas me ponen dificultades
3: En conciencia no creo que sea pecado mortal faltar a Misa, por eso voy solo cuando siento la necesidad
4: Este domingo he estado todo el día haciendo cosas buenas; si no fui a Misa Dios lo comprende
5: ¿Que si no voy a Misa? ¡Y que mas da!
6: Yo sin ir a Misa hago cosas mejores que «esas» personas que van a Misa y……¡Miran como se portan!
7: No, yo no voy a Misa…..me siento más libre así….y mejor persona
A modo de Conclusión: Nunca olvidemos que CRISTO murió en la CRUZ por nuestros PECADOS, en un acto de INFINITO AMOR.
Por ello es preciso, y urgente, recuperar el sentido de pecado en nuestras conciencias, si nos interesa la salvación de nuestras almas, de igual modo que deseamos conocer la enfermedad corporal para recuperar la salud biológica y mejorarla. Con la profunda diferencia de que la Salvación Eterna es infinitamente más importante que la salud temporal.