Estimado padre:
La otra noche vi la entrevista al cardenal O’Malley* en el programa Sixty Minutes**. Este prelado me cae bien y tengo motivos de sobra para creer que es un buen cardenal y se toma su misión en serio. De todos modos, me sentí inquieta cuando se puso a hablar de la posibilidad del sacerdocio femenino. El Papa mismo ha dicho que es un tema que ni siquiera se puede plantear, que es impensable. Sin embargo, al cardenal le resultó difícil responder cuando le preguntaron si era inmoral excluir a las mujeres del clero. Su respuesta me pareció la acertada, pero afirmó que si fundara una iglesia le gustaría que tuviera sacerdotisas. ¿Esta mal que yo sienta preocupación por estas palabras?
Una católica perpleja
Parece ser que el cardenal O’Malley se resistió durante mucho tiempo a ser entrevistado para 60 Minutes, pero al final cedió. Al aceptar, se colocó en una posición imposible: tratar de hacer entender la doctrina católica en un contexto puramente secular. Un contexto que lo ve todo a través del prisma de los derechos personales y la igualdad de oportunidades. Cuando la entrevistadora Norah O’Donnell le preguntó por qué niega la Iglesia el sacerdocio a la mujer, la respuesta del cardenal fue contundente: habló de la Encarnación y la masculinidad de Cristo. Pero no pudo terminar porque inmediatamente se vio obligado a responder desde la perspectiva secular establecida por la entrevistadora con conceptos como poder, igualdad, exclusión y discriminación de la mujer. O’Donnell, empleando de entrada terminología de «género», planteó al cardenal la pregunta con trampa: ¿Le parece inmoral la exclusión de la mujer al sacerdocio? El cardenal se vio en el compromiso de tener que responder según la terminología de «género», de discriminación sexual. Y ahí fue donde tropezó, porque los católicos no creemos en la ideología de género. Creemos en los sexos: hombre y mujer. Podía haber retomado el tema de la Encarnación y de la masculinidad de Jesucristo, pero eso habría sido hablar de teología, de doctrina, de algo que no interesa a los secularistas, aunque sean católicos.
Imagino que el cardenal se vio obligado a garantizar a la señora O’Donnell que entendía el «problema» tal como ella lo había planteado, y que aunque tenía que sostener la doctrina (y ciertamente la sostiene), le dijo que si tuviera que fundar una Iglesia gustosamente aceptaría sacerdotisas. Aquí tenemos una buena muestra de lo que pasa cuando un sacerdote se niega a plantarse firme ante la petulancia del secularismo liberal y dice tonterías que dan a entender a la laica entrevistadora que en el fondo están de acuerdo. Varios días después de la emisión del programa, el cardinal O’Malley expuso unas reflexiones sobre su experiencia con la entrevista. Entre otras cosas, mencionó que Santa Teresa de Lisieux quería ser sacerdote. Aparte de lo peligroso que es sacar de contexto las palabras de Santa Teresita, su deseo de ser sacerdote no tienen nada que ver con la doctrina católica del sacerdocio y, como digo, afirmar algo así contribuye al sentimentalismo que caracteriza a la mentalidad laica.
Lo que le ha causado inquietud a usted ha sido ver al cardenal respondiendo una cuestión teológica y de doctrina apoyándose en una ideología que se opone tajantemente a las enseñanzas de la Iglesia Católica. Uno de los distintivos del secularismo es su falta de sentido de la historia salvo para tratar de demostrar lo mucho que hemos «progresado». Por eso, no se se consigue nada exponiendo argumentos históricos en favor del sacerdocio masculino, como que Jesús sólo escogió a hombres como apóstoles (que fueron los primeros sacerdotes) aunque tuvo importante relación con varias mujeres (¡sobre todo su Madre!); y que desde el mismo principio tanto en Oriente como en Occidente se daba por hecho que los sacerdotes tenían que ser varones. Tanto en la doctrina como en la práctica.
Ahora bien, el verdadero motivo que ha vuelto a entrar en juego a pesar de que el Papa haya dicho lo contrario es que actualmente en Occidente la sexualidad humana se entiende en términos de «género». En este concepto progre impuesto, es algo que jamás se da por hecho, sino que es variable y lo determinan circunstancias muy diversas. Desde esa perspectiva, carece totalmente de importancia que Cristo sea varón. Pero es un error. Ser varón es algo ontológico, es lo que se es, lo que uno es en el mundo. Por tanto, transciende la funcionalidad, la cultura, la percepción que se tiene de uno mismo. Disculpe mi enrevesada explicación germánica, pero lo que todos deben entender hay que explicarlo a muchos, y no es fácil.
Cuando el cardenal O’Malley repuso a su entrevistadora que «los cardenales no pueden ser madres», creyó que era una réplica convincente a la acusación de desigualdad y discriminación, pero se equivocó. No supo «traducir». Semejante respuesta no se entiende en un mundo en el que hay familias con «dos padres» o «dos madres». Un mundo de madres de alquiler, un mundo en el que la transexualidad se considera algo normal. A mi modo de ver, la mejor manera de entender la necesidad de que el sacerdote sea hombre es que en la Misa es la «imagen» de Cristo, lo representa, es un alter Christus. Y así como una estatua o imagen de Cristo lo representa como varón, también el sacerdote tiene que ser hombre ante el altar. Pero esto sólo se entiende si nos tomamos en serio lo que ha establecido Dios como hombre y mujer. De nada sirve decir estas cosas cuando en una entrevista televisiva o en una conversación de todos los días con personas normales estas se han tragado sin cuestionarlo el cuento de la ideología de género.
Hay indicios de que algunos, obispos incluso, se están dando cuenta de que la ideología de género es una herejía peligrosa para la Iglesia a la que hay que hacer frente. Tal vez sea necesario celebrar un sínodo sobre la sexualidad humana una vez que haya terminado el Sínodo sobre la Familia del próximo mes de octubre. Se podría decir (al menos a mí me lo parece) que los dos temas están relacionados.
Ánimo. Rece por que los sacerdotes, los obispos y el Papa tengamos fuerzas para predicar la verdad a un mundo que no quiere saber nada de ella.
Oremus pro invicem.
Padre Richard Gennaro Cipolla
[Traducido por JEF. Artículo original. Posteado por ]
*Sean Patrick O’Malley es cardenal arzobispo de Boston.
** Sixty Minutes es un programa informativo sobre temas de actualidad muy popular en EE.UU.