Hay textos cuya relevancia se pone a veces de manifiesto más por la reacción violenta que suscitan que por el contenido en sí. Cuando un artículo sencillo, directo y en apariencia inofensivo escandaliza al portavoz extraoficial del cardenal Rodríguez Maradiaga, Michael Sean Winters, columnista del National Catholic Reporter, tiene que ser bueno.
Comencemos por echar un vistazo a las palabras de horror del vocero aparecidas hoy en el NCReporter‘:
Esta mañana he leído en The Catholic Thing un artículo del padre James Schall, S.J., sobre lo que entiendo que considera el oportuno tema de los «papas herejes». Es un artículo imprudente e incendiario. Espero que todos los obispos de EE.UU. lo lean y se den cuenta del peligro que supone el padre Schall, así como de que la única forma de hacer frente a dicho peligro es adherirse con más empeño al papa Francisco y a sus esfuerzos por renovar la Iglesia.
¡Con qué palabras más simpáticas, adorable e inesperadamente ultramontanas estigmatiza el portavoz al padre Schall!
Echemos ahora una ojeada al artículo, que nos demuestra que sin duda algún día Dios salvará de la destrucción a la actual Compañía de Jesús porque, gracias a las oraciones de Abrahán, ha encontrado algunos justos en la ciudad. Y uno de esos justos es el padre James V. Schall. No es peligroso ni imprudente ni mucho menos incendiario. Es inofensivo, lleno de amor y consideración, así como puramente teórico y escribe en un blog tranquilo y pacífico en extremo como es «The Catholic Thing«.
Sin embargo, la explosiva reacción del vocero es clara indicación de que el artículo de Schall contiene auténticas perlas:
James V. Schall S.J.
MARTES 11 DE NOVIEMBRE DE 2014
[Párrafos finales]
…
Algunos autores sostienen que un papa no puede incurrir en herejía. Tuve un profesor de teología que afirmaba que si un pontífice estuviera a punto de firmar un documento herético caería muerto a la mañana siguiente. Otros opinan que de ser elegido papa un hereje, automáticamente se convertiría en el momento de aceptar el cargo de sucesor de Pedro.
La cuestión técnica de la posibilidad de que existan papas herejes se remonta a los debates que en tiempos de la reforma dirigieron entre otros jesuitas como San Roberto Belarmino y Francisco Suárez. Jacques Maritain, Yves Simon y san Juan Courtney Murray plantearon la cuestión al hablar de la diferencia entre autoridad política y autoridad eclesiástica. En la epístola de San Pablo a los romanos podemos leer que tanto la autoridad del emperador como la del Pontífice provienen de Dios, si bien de diversos modos.
La oposición de John Locke al derecho divino de los reyes fue uno de los aspectos de dicho debate. El derecho divino de los reyes no era una doctrina medieval. Se puede remontar al despotismo oriental y a la apoteosis de Alejandro Magno y la de los emperadores romanos. El rey recibía la autoridad directamente pero no del pueblo como sostenía Aristóteles. Al elevarlo a la categoría de dios, el derecho real divino tenía por objeto defender al rey de posibles asesinatos.
Bellarmino y Suárez consideraban una posibilidad de hecho que pudiera darse un papa herético. Admitían que la Iglesia tendría que deponerlo si no declaraba por sí mismo su herejía. En cuanto al procedimiento a seguir, diferían, pero en esencia los electores anularían la elección del papa. No obstante, al hacerlo no tendrían autoridad sobre el propio pontífice, porque su autoridad proviene de Dios.
En los actuales debates sobre la posibilidad de que el Papa incurra en herejía suele aparecer la expresión «Sede vacante». A lo que se refieren es que si un papa es hereje, automáticamente su sede quedaría vacante por derecho divino. Algunos sostienen que cualquiera puede declarar la sede vacante, pero lógicamente eso convertiría en papa a cualquiera. Bellarmino y Suárez pensaban que la Iglesia, personificada en un consejo general o asamblea de cardenales, tendría que declarar hereje al Papa y deponerlo. En cuanto al procedimiento a seguir, había diversidad de opiniones.
Varios autores han dado a entender que de pronto una institución que a lo largo de los siglos parecía tan sólidamente asentada se estremece en sus cimientos. «Si la Iglesia sucumbe ante la modernidad, ¿que será de ella?», se preguntan. En el caso de Francisco, las principales cuestiones son la indisolubilidad del matrimonio, la naturaleza del papado y la aprobación de la homosexualidad entendida como algo normal. La primera trata de una cuestión de razón y revelación: Moisés permitió el divorcio; Cristo no. La segunda es de revelación. Y la tercera, la homosexualidad, de pura razón.
Temas como que el Papa entienda o no de economía o vea el islam como una religión de paz son discutibles. No tienen tanto que ver con la doctrina. Aunque parezca que a veces siguen caminos diversos, la doctrina y la compasión no se excluyen mutuamente.
¿Puede haber papas herejes? La esencia del catolicismo exige que no haya ninguno. Asimismo, es esencial que en caso de darse la necesidad el tema se trate directamente y con objetividad.
[Traducción: JEF. Artículo original]