Con gran profundidad espiritual y pedagogía asequible, el Padre Romanoski nos regala con este sermón una preciosa exhortación a la conversión personal a una vida fervorosa que camine hacia la santidad. ¿Cómo? Pues por medio de la auténtica, que no aparente, devoción a la Virgen María tomando como base la Encarnación del Hijo de Dios (el SI de María por el que entró la salvación en el mundo) y planteando un paralelismo con la consagración que cada bautizado puede hacer a la Madre del Cielo y a modo de renovación de las promesas bautismales. El Predicador alude a San Alfonso María de Ligorio como, quizás, el santo que de manera más heroica asumió esta consagración, queriendo darlo todo por la salvación de los demás. No dejes de escuchar este sermón tanto los católicos tibios (para salir de la tibieza) como los devotos (para llegar al verdadero fervor) y comprenderán que la verdadera devoción mariana está muy lejos de quedarse en actos externos de religiosidad popular. Escuchen con atención.