Deseando animar a su nieto para que progresara en sus lecciones de piano, su abuela lo llevó a un concierto de Paderewski. Después de que ocuparon sus respectivos lugares, la abuela reconoció a una amiga en la audiencia y dejando a su nieto, se dirigió hacia ella.
Teniendo la oportunidad de explorar las maravillas de ese viejo teatro, el pequeño niño recorrió algunos de los lugares y posteriormente logró llegar a una puerta donde estaba escrito el cartel de “Prohibida la entrada”; pero esto no le importó en absoluto.
Cuando se anunció la tercera llamada y las luces empezaron a apagarse para el comienzo del concierto, la abuela regresó a su butaca, descubriendo horrorizada que su nieto no estaba allí.
Inmediatamente las grandes cortinas se abrieron y los reflectores apuntaron hacia el centro del escenario. La abuela, sorprendida, vio a su pequeño nieto sentado en el piano tocando inocentemente “El patio de mi casa». En ese momento, el gran maestro Paderewski hizo su entrada y como si no pasara nada, se dirigió hacia el piano y susurró al oído de pequeño:
- “No pares hijo, sigue tocando, lo estás haciendo muy bien”
Entonces, el maestro, inclinándose hacia el piano comenzó a hacer un acompañamiento junto al niño con su mano izquierda. Pronto, su mano derecha, alcanzó el otro lado del piano para realizar un obbligato. Juntos, el gran maestro y el pequeño novicio, trasformaron la embarazosa escena en una maravillosa y creativa experiencia. Acabada la inesperada composición, la audiencia aplaudió muy entusiasmada.
Esa es la forma como Dios trabaja junto a nosotros. Él está siempre a nuestro lado cambiando nuestros pequeños esfuerzos hasta convertirlos en grandes cosas, susurrándonos al oído: “¡No pares hijo, síguelo intentando, lo estás haciendo muy bien!”. Dios siempre quiere estar a nuestro lado ayudándonos, la única condición que nos pone es que no le echemos.
Esta bonita imagen la encontramos en multitud de lugares de la Biblia:
- “Tengo siempre presente al Señor; con Él a mi derecha no vacilaré” (Sal 16:8).
- San Pablo lo sabía muy bien y por eso nos dice: “Yo sé de quién me he fiado”(2 Tim 1:12). “Bendito sea Dios… que nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Cor 1: 3-4).
- “No temas, que yo estoy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios. Yo te fortaleceré y vendré en tu ayuda, y con la diestra victoriosa te sostendré.» (Is 41:10).
- “Aunque pase por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo” (Sal 23:4).
- “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros” (Jn 14: 16-19).
El buen cristiano nunca “toca” solo. Dios siempre está a su lado ayudándole, corrigiéndole, animándole…. Dios podría actuar sólo, pero en este mundo prefiere “tocar” con nosotros. Como nos dice San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
Padre Lucas Prados