Cuentos con moraleja: «Piloto por accidente»

El hecho que les voy a contar es real y ocurrió en la segunda Guerra mundial.

Un gran avión bombardero se dirigía a Alemania desde una de las bases inglesas. Iba con una escuadrilla cuando los cazas alemanes los atacaron.

Una ráfaga de ametralladora cruzó el avión de parte a parte hiriendo a los dos pilotos y al radiotelegrafista. Solamente un soldado irlandés, católico, que iba en el avión como ayudante, quedó ileso.

El radiotelegrafista avisó a la base que iban a tirar las bombas en el primer objetivo y que regresarían, que prepararan las ambulancias. Al cabo de media hora, tiradas las bombas, giraron para volver a Inglaterra.

Tenían todavía dos horas de vuelo, y los heridos iban perdiendo mucha sangre. El segundo piloto se desmayó, y el irlandés lo quitó del asiento y lo tumbó en la cabina. El piloto le indicó que se sentara en el puesto vacío.

— Yo no puedo más. Por favor, dirige tú.

— ¡Pero si yo no he tocado nunca un mando…!

— Siéntate. Yo te iré diciendo.

— Da más gas… Sube…… Comprueba el altímetro… Estamos bajando demasiado…

Y así continuamente, mientras él rezaba y rezaba a la Virgen. Por fin, estaban sobre Inglaterra.

Se veían las luces del aeródromo y ambulancias que corrían junto a la pista.

La voz del piloto siguió diciéndole:

— Reduce el combustible… baja el tren de aterrizaje… menos combustible… inclina los alerones, más, más…

El avión dio un suave golpe en el suelo y se deslizó sobre la pista de cemento. El soldado apretó los frenos y el gran bombardero se paró en unos segundos.

Aturrullado, el ayudante se levantó y saltó del asiento para abrir la puerta.

Dos doctores y tres enfermeras penetraron en el avión mientras el soldado, nervioso, explicaba la aventura y su emoción de haber guiado un aparato por primera vez.

Un doctor apareció en la puerta, bajó las escaleras rápido, agarró al soldado por las solapas y le dijo:

— Pero, ¿quién ha dirigido el avión a la vuelta?

— El piloto me llamó al segundo asiento y me decía lo que debía hacer cada momento.

— ¡Imposible!

— Pues así ha sido, doctor.

— Imposible. El primer piloto está ya frío, ha muerto hace al menos hora y media. El segundo piloto ha muerto antes. El radiotelegrafista está también muerto…

— Ahora lo entiendo, — dijo el irlandés, como despertando de un sueño. Yo iba rezando a la Virgen, y una voz me iba dirigiendo. Yo creía que el piloto estaba cansado y perdía mucha sangre y apenas podía hablar. No tuve ni tiempo de mirarlo, siempre había que hacer algo nuevo. Pero esa voz me lo iba diciendo.

Y el soldado irlandés se echó a llorar. Al llevarse las manos a la cara, las cuentas del rosario le acariciaron las mejillas. Entonces lo comprendió todo.

*** *** ***

¡Qué importante es que seamos devotos a la Virgen María! ¡De cuántas ocasiones de peligro nos habrá librado! Y de muchas de ellas no seremos ni conscientes. Acude a María con frecuencia. Ella siempre está a nuestro lado vigilando. ¡Invita a María para que siempre te acompañe! Ella es uno de los regalos más grandes que hemos recibido del cielo.

Padre Lucas Prados
Padre Lucas Prados
Nacido en 1956. Ordenado sacerdote en 1984. Misionero durante bastantes años en las américas. Y ahora de vuelta en mi madre patria donde resido hasta que Dios y mi obispo quieran. Pueden escribirme a [email protected]

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