Meditación VIII
Composición de lugar. Imagínate como un reo cargado de cadenas delante de Jesús, tu Juez.
Petición. Lávame, Dios mío, más y más de mis pecados.
Punto primero ¿Has reflexionado alguna vez, hija mía, qué cosa es el pecado? Pecado es una deliberada transgresión de la ley de Dios…, un insulto hecho a Dios en su misma presencia…, un acto irracional más vil que de bestia…, es hacerse esclavo de las pasiones…, del mismo demonio…, es renunciar al cielo, y escoger el infierno por morada sempiterna… ¿sabes tú lo que has hecho pecando?… Has ofendido a una Majestad infinita…, has cometido una infinita injusticia …, has querido destruir una bondad infinita… Cuando pecas, llenas de amargura el Corazón bondadoso de Dios Padre…, traspasas el Corazón de Cristo…, crucificas a Jesucristo, tu más insigne Bienhechor…, ¡Cuánta indignidad y vileza! ¡cuánta malicia!… ¿Has cometido en tu vida algún pecado mortal, hija mía? Pues sábete que cuantas veces pecaste, tomaste en tus manos los beneficios de Dios para con ellos golpearle…, maltratarle…, darle muerte se te hubiese sido posible… ¡Qué crueldad!… ¡qué horrible fiereza!… ¿Cuándo se ha visto tan horrendo crimen y monstruosa ingratitud?
¡Dios mío!… ¡y tantas veces como he pecado!… ¡Oh Dios de bondad! ¡y tantas veces como os he ofendido!… ¡Perdón, Dios mío!… apiadaos de mí según vuestra gran misericordia.
Punto segundo. Pondera ahora la multitud asombrosa de tus pecados, hija mía, y verás que son innumerables…, más que los cabellos de tu cabeza… Antes de llegar al uso de razón, obras hacías ya pecaminosas… al llegar al uso de razón, tu primer amor ¿no lo empleaste mal?… Y en tu juventud ¡cuántos desórdenes y tal vez obscenidades!… y más tarde, multiplicándose los años, ¿no has multiplicado los pecados?… Recapacita por breves momentos los lugares…, personas…, amistades…, lecturas…, pasatiempos…, ocupaciones de tu vida…, y te asombrarás de cómo la tierra ha podido sostener tal monstruo de iniquidad… ¡Qué proceso tan largo!… ¡Qué cuenta tan terrible se te espera!…
Punto tercero. ¿Qué sería de ti, hija mía, si hubieses muerto, como otras muchas jóvenes, al cometer el primer pecado mortal?… Penarías, te desesperarías eternamente… y sin provecho. Mas ahora aún es tiempo de misericordia… , detesta de veras tus pecados…, clama con todo tu corazón: Me pesa, Dios mío, de haberos ofendido, por ser Vos bondad infinita… Haced piedad y misericordia de mí…, propongo nunca más pecar… Húndase todo antes que ofender a mi Dios, a mi Padre y a mi más insigne Bienhechor… ¡Viva Jesús mi amor, muera el pecado!
Padre nuestro y la Oración final.
Fruto. En toda tentación y peligro de pecar clamaré siempre con todo mi corazón: ¡Viva Jesús mi amor, muera el pecado!
San Enrique de Ossó