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Prioridades
La visita del Papa Francisco nos ha demostrado, una vez más, que él puede ser claro y preciso acerca de sus prioridades,y directo y sin tapujos para decir lo que quiere decir. No dudó en realizar declaraciones directas acerca de la inmigración, del medio ambiente, de la abolición de la pena de muerte y en defender la libertad de culto (es decir, la libertad religiosa entendida como el consenso secular occidental más que como el derecho de la Iglesia a proclamar la verdad en cualquier sociedad). No cabe duda de la relevancia que les otorgó a estos temas. Desafortunadamente no se puede decir lo mismo sobre la importancia que da a la defensa de los niños por nacer y a la del verdadero matrimonio.
Afirmamos, y no estamos solos en esto, que toda la visita papal a los Estados Unidos y a la Organización de las Naciones Unidas fue una serie de oportunidades perdidas y un fracaso monumental en la confirmación de las enseñanzas de la Iglesia dónde está bajo la enorme amenaza de la opinión pública y del poder secular. Estos últimos volverán a perseguir a los mismos católicos que han intentado por todos los medios justificar todas las omisiones del Papa la semana pasada.
“¡Pero habló contra el aborto! ¡Habló del derecho a la vida! ¡Habló sobre la necesidad de defender el matrimonio y la familia!” Por supuesto que sí. Así de claro es también que se refirió a estos temas como a temas de poca monta. Honestamente, nadie podría decir, por sus breves y a menudo vagas referencias al aborto, que la defensa del no nacido era uno de sus intereses prioritarios durante su visita. Aún menos se podría decir que realizó una defensa clara y contundente del matrimonio verdadero, es decir, entre un hombre y una mujer. Durante su principal discurso sobre el tema de la familia, el discurso en la Vigilia de oración para el “festival de la familia” en Filadelfia, el Papa se concentró más en las necesidades materiales de las familias que en la defensa de la misma esencia e identidad de la institución familiar. Por lo menos el Papa había mencionado la palabra “aborto” durante su visita, pero no fue tan elocuente en la defensa del matrimonio verdadero.
Es verdad que visitó a las Hermanitas de los Pobres, en forma privada y no oficial, en un desvío fuera de agenda, sin que sus palabras fueran publicadas. También es verdad que se le dio a una celebridad abiertamente “gay” que defiende el pseudo “matrimonio” un rol de perfil alto en una Misa durante la visita papal. Era fácil discernir qué gesto sería más visible y tendría más impacto en el público. En adelante se considerará “más papista que el Papa” a quienes impidan públicamente a homosexuales activos y opositores a las Enseñanzas de la Iglesia desempeñarse como lectores (y por analogía en muchos otros roles importantes de los laicos), realizando una parodia de lo que significa ser Católico realmente.
Algunos católicos apologistas han defendido al Papa diciendo que tiene las prerrogativas de elegir sus palabras y dónde focalizar la atención. No dudamos de sus prerrogativas, pero tampoco deberíamos esconder el costo de sus elecciones en la defensa de la verdad. Al elegir concentrarse en temas que fácilmente atrajeran el aplauso del mundo, al elegir emplear la mayor parte de su tiempo hablando sobre estos temas, Francisco les ha brindado a los obispos estadounidenses y al clero ejemplo de como reblandecer aún más la defensa de las enseñanzas de la Iglesia en temas “no gratos”, “divisorios” e “impopulares”.
Pro Vida y los defensores del matrimonio verdadero deberían honestamente preguntarse si la visita papal alentará a los obispos y al clero a hablar aún más fuertemente en defensa del niño por nacer y del matrimonio. Cuanto más los bien intencionados apologistas del papa defiendan sus omisiones, tanto más le dicen al clero que no hay nada malo en jugar a callar o decir muy poco acerca de las enseñanzas de la Iglesia en asuntos sensibles. En vez de hacer de cuenta que el hueso que les tiró el Papa es un gran festín, Pro Vida y los que defienden el matrimonio verdadero deberían plantearse seriamente cómo enfrentarán la todavía más grande apatía clerical que tendrán como herencia.
Es un hecho también que la falta de claridad del Papa facilitó que los enemigos de la vida humana y del matrimonio verdadero aplaudieran sus palabras sin reconocer de ningún modo su significación católica. Muchos católicos manifestaron su perplejidad cuando vieron a políticos pro-aborto aplaudiendo al Papa en su breve referencia a la defensa de la vida humana durante su discurso en el Capitolio, pero ésto no debería haberlos sorprendido. “La Regla de Oro también nos recuerda nuestra responsabilidad de proteger y defender la vida humana en cada estado de su desarrollo” puede sonar ambigua a los oídos de los pro-vida católicos, pero para los oídos secularizados no necesariamente incluye a los no nacidos; algún furibundo defensor del aborto podría, probablemente (incluso en forma mendaz), interpretarlo como sólo después de nacer.
Para un católico, las alabanzas frecuentes del Papa al matrimonio y a la familia (sin calificaciones) sólo pueden referirse al verdadero matrimonio de un hombre y una mujer; pero para un “activista gay” también podría aplicarse a “matrimonios” homosexuales y “familias” conformadas por dos personas del mismo sexo y los niños que hubieran “adoptado”. No estamos diciendo que el Papa subrepticiamente estaba apoyando el aborto y el “matrimonio” homosexual; lo que estamos diciendo es que sus palabras acerca del matrimonio y la defensa del niño por nacer no fueron lo suficientemente claras como para evitar que fueran “oídas” con un significado completamente diferente, contrario a cualquier intención católica. Es por esto que en la defensa del niño por nacer y del verdadero matrimonio no hay lugar para ambigüedades, ni para ceder terreno y darles a los contrarios la posibilidad de tergiversar lo que se ha dicho. No podemos anunciar el Evangelio de la Vida en términos que ambos lados interpreten a su gusto. No puede haber ningún ecumenismo verbal con la cultura de la muerte.
Una nota final a los católicos apologistas: ¡no ataquen a los medios seculares por resaltar lo que el mismo Papa resaltó, sino mejor hagan hincapié en las breves declaraciones que realizó sobre los temas de pro-vida! ¡No condenen a la prensa secular por rehusarse a hacer central lo que el mismo Papa trató como periférico! La cobertura secular de la prensa de las palabras y las prioridades del Papa en los Estados Unidos, ha sido, por lo general, mucho más honesta que la de los medios católicos más importantes.
[Traducido por S.V. Artículo original]