Texto del Evangelio (Mt 3,13-17; : En aquel tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco».
PALABRA DE DIOS
Jesús no tenía necesidad de bautizarse y sin embargo lo hizo por su infinita humildad. Nos enseña que es voluntad de Dios que nosotros cumplamos con los mandamientos suyos y de la Iglesia, con las enseñanzas del magisterio….aunque no estemos de acuerdo o las veamos innecesarias. El bautismo de Cristo es la mejor vacuna para no caer en la tentación hoy tan extendida de «ser buena gente sin necesidad de ir a la Iglesia, sin confesar o sin celebrar Misa»….al acordarnos de esta escena entrañable, no dudaremos en ser obedientes a las enseñanzas morales de nuestra Madre la Iglesia. Y nunca olvidemos la diferencia esencial entre el bautismo del Salvador y el nuestro. Él bendijo al agua con su bautizo, y nosotros somos bendecidos por el agua. El bautismo nos ha de recordar a cada uno la llamada de Dios a la santidad: esa es nuestra vocación.