litúrgico: Viernes XXXIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 21,29-33): En aquel tiempo, Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
PALABRA DE DIOS
¡Cuanta insistencia de Nuestro Señor en que solo Dios y su Reino son eternos!!!
Todo pasa: lo malo (para consuelo de los que sufren) y lo humanamente bueno (para prevenirnos de lo fatuo de apegarse a lo terreno), y solo Dios permanece. Y si somos fieles a Dios, al asemejarnos a Cristo, también permaneceremos eternamente en Él, y solo desde Él adquiriremos la verdadera libertad interior. Este Evangelio nos sirve para percibir que si todo pasa, es inútil aferrarse a lo que es contingente. Los santos lo comprendieron muy bien: desde el «Sólo Dios basta» de Santa Teresa al «si quieres tenerlo todo no quieras tener algo en nada» de San Juan de la Cruz. Son las reflexiones finales del mes de noviembre, tiempo idóneo para reflexionar sobre la muerte, el juicio y la eternidad.
«Vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Eclesiastés 1, 2)