Meditación III
Composición de lugar. Oye a todas las criaturas, que como a San Agustín, te dice: Ama a tu Dios.
Petición. Dios mío, que las criaturas todas me sirvan para unirme a Vos.
Punto primero. Todo cuanto hay en el cielo y en la tierra lo ha criado el Señor para tu necesidad, utilidad, salud, recreo, comodidad o regalo.
Todas las cosas son vuestras, dice el Apóstol: vosotros de Cristo y Cristo es de Dios… ¡cuán bueno es Dios para contigo, hija mía! ¿Ves toda la multitud y variedad u hermosura de las criaturas? … Pues todas son limosnitas de amor de tu Creador, que pensaba en ti desde la eternidad al ordenarlas…
Pero no pueden ser estas cosas tu último fin, hija mía, porque lo terreno y mezquino no puede satisfacer las aspiraciones de tu alma, que es espíritu inmortal… Son, pues, medios que pueden ayudarte para conseguir tu último fin… ¡Todas las cosas, Señor, me claman que te ame…te admire… y alabe! … Son todas limosnas de tu amor a mi indigencia y pobreza para elevarme a Ti… ¡Feliz yo si sé usar de ellas para conocerte y mejor amarte, Señor mío, Dios de mi corazón!
Punto segundo. ¿Cómo se halla tu corazón respecto a las criaturas, hija mía? … ¿Son escalones que te ayudan a subir al cielo, o cadena que te arrastra al infierno? … ¿Amas alguna cosa con desordenado amor? Sábete que de aquí provienen todos los pecados… En tanto debes amar una cosa, en cuanto te ayude a conseguir tu último fin… y debes aborrecerla, en cuanto de él te separes… Cualquiera cosa, por querida que te sea, aunque sea tu ojo, tu pie o mano, si te es obstáculo para conseguir tu último fin, te dice Jesucristo, arráncalos y arrójalos de ti… Y si no son cosas que te apartan de tu último fin, hija mía, deja la elección al Señor, o escoge lo que más te asemeje a mi Esposo Jesús, que vino al mundo para ser tu camino y tu modelo.
Tercer punto. ¡Oh hija mía! ¿Cómo está tu corazón respecto de las criaturas? … Examina y arranca cualquier afecto desordenado, cueste lo que cueste, pues éste es la puesta que conduce al infierno… ¡Oh Dios mío! Nada me separará de vuestro amor… No quiero ser esclava de las criaturas que han sido creadas para servirme; Vos sólo seréis el amor de mi alma, el rey de todos mis afectos, el Dios de mi corazón… Atrás, criaturas mezquinas, que no podéis llenar mi corazón. Todo por Dios, con Dios y para mi Dios… Así será, Dios mío, con la ayuda de vuestra gracia. Amén.
Padre nuestro y la Oración final.
Fruto. En el uso de las criaturas me preguntaré a menudo: ¿Qué tiene que ver esto con la eternidad? ¿Es cosa que me ayuda a conseguir mi último fin?
San Enrique de Ossó