Celebramos hoy la Fiesta de los Reyes Magos.
Los niños de antes teníamos más imaginación; y además, antes, esta fiesta era mucho más grande. El mundo pagano y anticristiano se ha empeñado en destruir la imaginación del hombre y también otras facultades para que el hombre no se pueda elevar a Dios. El mundo pagano ha convertido esta fiesta en el vómito de los excrementos de inmundicia que llevan en sus almas.
Me viene a la memoria el libro de Michael Ende, “La Historia interminable”. Su tesis central es esta: el hombre volvería a la nada si perdiera la fantasía.
La imaginación tiene un plano natural y otro sobrenatural. Antiguamente los niños creíamos en los gnomos, duendes, elfos, hadas; aunque sabíamos muy bien que no eran seres reales, nos gozábamos con ellos. Esa imaginación puramente natural, luego se iba elevando al orden de lo sobrenatural conforme uno iba conociendo a Dios. Nos imaginábamos la vida de los santos; santos tales como: San Bernardo, San Francisco de Asís, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San Vicente Ferrer, El Cura de Ars.
La vida de los santos está llena de fantasía; pero lo más bello de la vida de los santos no son los milagros “visibles”; sino aquellos que no se ven. Como por ejemplo, la conversión de las almas.
Ese es el mundo maravilloso de los sacerdotes. Vemos en nuestras vidas que no hay nada grandioso ni maravilloso, pero el hecho de seguir luchando con esperanza ya es maravilloso. Aparte de que tampoco es verdad que nuestra vida no sea maravillosa, lo que ocurre que pasan muchas cosas, pero que no se pueden contar.
Los Magos vieron la estrella en el cielo, y esa estrella les llevó a Jesús. La gentuza intenta acabar con Dios destruyendo la imaginación de los niños.
Hubo un momento en el que el mismo Señor me descubrió el sentido profundo de esta fiesta. Los regalos son una muestra del amor que Jesús nos tiene; pero al mismo tiempo, esta fiesta ha de ser también el día en el que nosotros también le demos a Jesús nuestro mejor regalo. Él nos ha dado hasta su propia vida; pero como esa relación entre Él y nosotros está basada en el amor, está esperando nuestros regalos. Dios nos hará entender esto si tenemos el corazón abierto.
Esta mañana le decía al Señor en mi oración: Espero de Ti un regalo de Reyes. Y el Señor me inspiraba: Yo soy quien espera de ti un regalo. El regalo que más me agradaría sería el de tu propio corazón. Y yo le respondía: Pero si mi corazón ya es tuyo. A lo que Él me respondía: Ya sé que me diste tu corazón, pero el amor ha de fluir todos los días.
La fiesta de los Reyes Magos tiene muchos significados, pues alimenta nuestro corazón, nuestro espíritu, la imaginación, la esperanza… Vosotros no infundiréis la paz a la gente, si ésta no está primero en vuestro corazón. Y lo mismo le ocurre a la esperanza. El único camino para vosotros es la santidad.
Que Jesús os regale el mejor día de Reyes Magos.