16º Domingo después de Pentecostés
(Lc 14: 1-11)
Las personas maduras cuando releemos este episodio lo primero que nos viene a la mente es cuánto han cambiado las bodas: antes era un auténtico y alegre compromiso de fe, donde un hombre y una mujer se prometían fidelidad para toda la vida ante Dios. Ellos se daban cuenta de que era un momento único en sus vidas. Hoy día, por la pérdida de la fe y del sentido del compromiso verdadero se ha transformado en un mero acontecimiento social. La degeneración ha llegado a tal punto que ya no hay compromiso, ni boda, ni fidelidad… No os podéis imaginar cuánta añoranza produce todo esto en nosotros los mayores.
Se ha procedido a la destrucción total del matrimonio, y con ello de la familia, célula básica de la sociedad y escuela cristiana para los hijos. La desaparición del solemne compromiso matrimonial es más grave de lo que le pueda parecer a muchos. El hombre fue creado por Dios para amar y ser amado. El amor es el motor de la existencia del hombre; de tal modo que sin amor no puede vivir.
No es bueno que el hombre esté solo – nos decía él Génesis. El hombre ha sido creado para vivir comprometido. Al eliminar el compromiso atentamos directamente contra el hombre y el propósito por el cual Dios le creó.
El hombre como cabeza de familia. Significado de la frase de Efesios: “la mujer ha de estar sometida al varón”. Los que se aman desean pertenecer el uno al otro, someterse por amor. Eso no es esclavitud, sino amor.
Si desaparece el matrimonio cristiano también desaparecerá el amor cristiano. El matrimonio ha sido eliminado, pero ¿cómo hemos podido llegar a esta situación? Ya no se cree en el amor de verdad, en el amor para siempre. El amor, que es el fin último del hombre, ahora ha quedado reducido al sexo.
Incluso la expresión que se decía “hasta que la muerte os separe” es relativa; pues con la muerte de disuelve el vínculo conyugal pero no el amor. El amor es más fuerte que la muerte. En cambio el Maligno ha conseguido desintegrar a la familia cristiana. Ya no se cree en las palabras de Cristo en el Evangelio… (sigue)