6º Domingo después de Pentecostés
(Mt 8: 1-9)
“Dios va a intervenir; y además, pronto”
El evangelio de hoy nos habla del espectacular milagro de Jesús de la multiplicación de los panes y los peces; aunque hablar de ello parece que carece de sentido en un mundo y en una Iglesia que ha dejado de creer en los milagros. El modernismo, que impera en la Iglesia de hoy, ya no cree en los milagros, ni en la fe sobrenatural, ni en los dogmas; se rechaza la historicidad de los Evangelios, la virginidad de María. El mismo Santo Padre nos decía que “no hubo tal multiplicación de los panes, sino que los panes no se acababan” (discurso 16 mayo 2013).
Frente a la fidelidad de unos pocos, hay una apostasía general. Es una realidad evidente, aunque muchos cierren los ojos y no quieran reconocerlo. Estamos, lo queramos o no, ante la gran tribulación que precederá a los últimos tiempos.
El mundo se ha vuelto loco, ya no piensa; sencillamente se siguen los dictados de “otros”. El mundo se ha vuelto loco, y la Iglesia también. Se nos quiere convencer que la Iglesia de ahora es la misma que la de antes del concilio Vaticano II. ¿Es que se creen que estamos ciegos? Analicemos lo que antes se enseñaba y cómo se vivía la fe, y lo que ahora se enseña y se vive la fe y veremos que es totalmente diferente. Por un lado se nos dice que la Gaudium et Spes (del Vaticano II) es un Anti-syllabus y por otro se nos quiere hacer creer que la fe que se predica es la misma. Se nos dice que la Misa del Novus Ordo no tiene influencias protestantes, cuando en realidad, siete de los que la prepararon eran protestantes, y de los otros tres que formaban la comisión, y que se decía que eran católicos, uno de ellos era masón.
El común del pueblo cristiano está siendo engañado, aunque todo aquél que es engañado lo es culpablemente, pues ya ha hecho pacto con la mentira previamente. ¿Quién puede negar que la Iglesia se está convirtiendo en una ONG que sigue los dictados de la ONU, la cual propugna un gobierno universal?
El Papa, en su última encíclica, que es un alegato naturalista a favor de la naturaleza sin criterios sobrenaturales, y que está inficcionada de las teorías de Leonardo Boff (el padre de la Teología de la liberación), nos dice que “hemos de ocuparnos del cuidado de la naturaleza”.
A los cristianos que quieren ser fieles se les imponen unos criterios que no pertenecen a nuestra fe. Nuestro mundo está plagado de sexópatas, ludópatas; muchos obispos y curas se han hecho apóstatas, la jerarquía pide perdón por las Cruzadas y por la evangelización de las Américas. Una Iglesia que promueve a personas con doctrinas heréticas para ocupar cargos destacados. Un mundo que exalta glorioso el orgullo gay. En cambio se hace una burla continuada de lo cristiano, del crucifijo, de la Virgen María, y nadie dice nada. Mientras tanto, la Iglesia anda preocupada del cuidado de la naturaleza.
Como decía Cicerón: “¿Hasta cuándo Catilina vas a abusar de nuestra paciencia?”. No nos quepa duda que Dios va a intervenir, y además, pronto. Ya lo hizo en Sodoma y Gomorra, y ahora la situación es peor, pues es generalizada.
Frente a ello, ”¡Estad preparados, pues cuando menos lo penséis vendrá el Hijo del hombre!” Y el Señor nos dice cuándo ocurrirá esto: “cuando menos lo penséis”, y ahora es precisamente cuando el mundo menos está pensando en el juicio de Dios.
El verdadero cristiano vive de esperanza; así pues, “no tengáis miedo porque yo he vencido al mundo”. Sólo serán engañados y se perderán los que así lo quieran.