Hungría aprobó en 2011 su nueva Constitución política que entró en vigor a inicio de 2012.
Esta constitución es todo un ejemplo de nación cristiana que no se avergüenza de su identidad
y que tiene en sus raíces religiosas la base de la misma Patria. Leamos algunos de sus párrafos
de un texto legislativo que comienza con estas palabras:
«SEÑOR, BENDICE A LOS HÚNGAROS»
«Estamos orgullosos de que nuestro Rey Esteban, Santo Patrón de Hungría desde hace mil años,
haya fundado nuestra Patria sobre sólidos cimientos incorporándola a la Europa Cristiana».
«Reconocemos el papel de la cristiandad en la pervivencia de la nación»
«La familia y la nación constituyen el marco principal de nuestra convivencia. Nuestros valores
fundamentales son la fe, la fidelidad y el amor»
La constitución húngara expresa que la familia es fruto solo de la unión entre «hombre y mujer»
(lo cual impide expresamente el «matrimonio gay»). Y aclara que el ser humano está protegido
desde la fecundación (lo que impide legalizar cualquier tipo de aborto)
El texto fue sometido a aprobación en el Parlamento y la votación dio un SI cercano al 75%
de los diputados. Inmediatamente los medios informativos internacionales, en su inmensa mayoría,
dieron eco del «desafío húngaro» a la Unión Europea.