Meditación XXIV
Composición de lugar. Contempla a Jesús, que mostrándote su Corazón te dice: “Si hallas otro que te haya amado tanto como Yo, bien puedes amarle más que a Mí.”
Petición. Jesús mío y todas las cosas, Tú todo mío, y yo toda tuya eternamente.
Punto primero. Sin un amigo fiel a quien comuniques tus alegrías y pesares, no puedes vivir bien, hija mía. Y si Jesús no fuera tu principal amigo, vivirás muy triste y desolada… ¿Es Jesús tu amigo a quien más amas?… Sin amado no puede pasarse tu ardoroso corazón, hecho expresamente para amar… mas si Jesús no es el Amado de tu alma sobre todas las cosas, no tendrás sosiego ni paz… Este Amado es de tal condición, que exige ser rey de tu corazón, o nada… ¿Amas a Jesús sobre todas las cosas?… ¿Y todas las cosas las amas en Jesús…, por Jesús…, para Jesús?… Sin señor a quien estés sujeta y sirvas no puedes pasarte tú, criatura débil y miserable… Y si Jesús no es tu Señor y soberano Dueño, no gozarás de verdadera libertad… ¿Y es Jesús el Señor de tu corazón, el Dios de tu alma, el Rey de todos tus afectos? Examínalo, pues te va en ello la paz y felicidad de esta vida y de la eterna.
Punto segundo. Pondera cuánto debes a tu Jesús, verdadero Dios, y reconocerás que no puedes desfraudarle la más mínima parte de tu amor… Descendió del cielo… por ti… ; vivió pobre y mortificado… por ti…, padeció y murió en cruz… por ti…; está en el cielo de continuo intercediendo… por ti; se quedó sacramentado… por ti y será tu gloria y recompensa eterna en el cielo… ¿Qué más pudo hacer Jesús para probarte su amor? Y tú ¿qué has hecho para probarle tu agradecimiento?… ¿Eres toda de Jesús, hija mía?… ¿Todos tus amores son por Jesús?… ¿tus pesares por Jesús?… ¿tus trabajos por Jesús ¿… ¿tu celo, tus cuidados y afanes por Jesús?… ¿Qué has hecho por aumentar los interese de Jesús?… ¿Qué haces? ¿Qué te falta por hacer?… ¿Qué harás?… Resuelve no pasar día sin hacer algo para dar a conocer y amar a Jesús, el más fiel de los amigos… el mejor de los esposos… el más cariñoso de todos los padres… el más hermoso de todos los amantes… el Dios de tu corazón, tu parte y tu herencia eterna… ¡Viva Jesús! ¡Muera el pecado! He ahí el fin de todos tus pensamientos, deseos, palabras y obras.
Punto tercero. ¡Oh mi buen Jesús! Vivifica mi alma y mi cuerpo con tu divino amor. Que todo cuanto hay en mí clame siempre: ¡Viva Jesús! Mi lengua, mi corazón, mis pensamientos, mis recuerdos, mis obras todas, selladas estén siempre con esta divina expresión: ¡Todo por Jesús; viva Jesús!… ¡Oh mi amado Jesús! Tú eres todo mío…, haz que yo sea también toda tuya, y como tu esposa privilegiada y Madre mía dulcísima Santa Teresa, pueda llamarme y ser toda de Jesús. Éste es mi deseo y lo único porque suspira mi corazón, y no hallaré descanso hasta que, como mi enamorada Madre, oiga de tus labios: Ahora ya eres mía, y Yo soy tuyo. Ayúdame, Santa Madre mía, Seráfica Virgen, Santa Teresa de Jesús, a ser como tú toda, toda de Jesús. Amén.
Padre nuestro y la Oración final
Fruto. Repetiré entre día al emprender una obra cualquiera: ¡Todo por Jesús! En las tentaciones y peligros de pecar exclamaré mientras dura la tentación y el peligro: ¡Viva Jesús, mi amor! Cuando oiré una blasfemia clamaré en desagravio: ¡Viva Jesús! ¡Muera el pecado!
San Enrique de Ossó