Meditación para el martes dieciocho
Punto I. Pon los ojos en el evangelio, y considera lo que dice el evangelistas San Mateo, que llegando con este enfermo a Cristo, se movió a sanarle por la fe de los que lo traían, y hablando con él, dijo: confía, hijo, que tus pecados son perdonados; enseñándonos el valor que tiene para con Dios la fe y confianza en su bondad, y que este es el primer paso que hemos de dar para alcanzar salud, y las mercedes que pretendiéremos de su mano; toma las palabras de Cristo como dichas a ti; confía, hijo, llamándote hijo, porque tengas confianza en él como Padre; confía, hijo, si te hallares cargado de culpas, que te perdonará tus pecados; confía, hijo, si te vieres enfermo, tullido y paralitico y podrido en una cama, sin poderte mover, como este que si tienes fe como el, alcanzaras entera salud; confía, hijo, si te vieres desamparado, pobre y necesitado, como se halló este enfermo, que te ampara y consolará, y remediará tu necesidad; confía, hijo si te hallaras perseguido, que te defenderá: confía, hijo, si te hallaras olvidado, que se acordara de ti, como se acordó y defendió a este mendigo. Saca de aquí una firme confianza en Dios, y acudir a él en todas tus necesidades y le tendrás a tu lado.
Punto II. Considera la piedad de estos hombres, los cuales viendo a este mendigo imposibilitado de venir a Cristo, le tomaron en hombros en su propia cama, y le trajeron al Salvador. ¡Oh grande caridad! ¡Oh virtud digna de eterna alabanza, traer los enfermo a Cristo sobre sus hombros, no solo del cuerpo, sino mucho más los del alma. Esta es la verdadera amistad y la fina caridad, traer a costa de cualquier trabajo los pecadores a Dios; toma esta lección y aprende la fineza de este amor, así para con Dios como para con el prójimo, y pon todo tu cuidado en traer a Cristo los que detenidos en las cadenas de sus vicios no pueden venir a él, y resuélvete de traerle todos los enfermos en el alma para que los cure y de salud.
Punto III. Considera como por la intersección, y virtud de los que le trajeron le dio Cristo la salud; y pondera cuanto importa la intercesión de los buenos para con Dios, y válete de ellos para que su virtud y merecimientos alcancen lo que tú no mereces y supla lo que a ti te falta; pon por intercesores a la Santísima Virgen, a los santos y a todos los buenos y justos; y pídele a Dios que te haga merced por sus merecimientos, y que no mire a tu indignidad, sino a la fe, virtud y santidad suya como miro a los méritos de los que trajeron a este enfermo.
Punto IV. Considera como viendo este milagro los fariseos, dijeron que Cristo blasfemaba; y los del pueblo temblaron y glorificaron a Dios. Pondera que no hay acción tan santa y ajustada que no tenga contradicción de los hombres, como no la dejo el Redentor; ármate con su gracia y Dios será en tu favor; persevera en el bien comenzando y no hagas caso los juicios de los hombres que tienen por blasfemias las alabanzas de Dios. Considera como Cristo defendió a este, y como volvió por la honra de su Padre y suya, y los muchos que le engrandecieron por ellos, y cobra esfuerzo, y ánimo para no hacer caso del mundo y confiar en Dios.
Padre Alonso de Andrade, S.J