Pero a pesar de toda esta crisis, es de justicia señalar el signo positivo que en España supone la muchedumbre de jóvenes comprometidos en nuevos movimientos seglares que no pretenden ser alternativa al Magisterio sino fieles al mismo en su espíritu de fidelidad a la Iglesia de siempre, o sea, la que no vive de distinguir lo “preconciliar” de lo “postconciliar”. Movimientos como el Opus Dei, Comunidades Neocatecumenales, Cursillos de Cristiandad (fundados en España) o en menor medida Comunión y Liberación, y los Legionarios de Cristo, se nutren de jóvenes, y menos jóvenes, que hacen visible la fecundidad de una Iglesia que, asistida siempre por el Espíritu Santo y con la promesa de Jesucristo de no perecer nunca ante las puertas del infierno, no se desgastará jamás por las vicisitudes de los tiempos por muy negativos que aparezcan. Estos movimientos surgen de la intrínseca vitalidad de la fe y en ellos se manifiesta, aunque tenuemente, lo que Ratzinger definió como una primavera pentecostal de la Iglesia(21). Es la Iglesia real (del Concilio, de antes y de después) formada por los corazones sencillos que viven la alegría de estar acompañados por Jesucristo, Dios con nosotros, que da el sentido total a la historia como camino de cruz y de resurrección.
FIN
NOTAS:
(21): J. Ratzinger, “Informe sobre la Fe”, Madrid, BAC, 1985, p. 50