La Iglesia argentina y su prensa adicta

Afirmaba en un artículo anterior que en Argentina urgía la necesidad de separación entre Iglesia y estado. Fue en ocasión de la propuesta de la Presidente de la Nación del jurista Roberto Manuel Carlés como nuevo miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que contó con la bendición del Papa Francisco. Este apoyo papal fue dicho explícitamente por el diario  “Perfil”. En cambio  “Clarín” y  “La Nación”, los dos medios gráficos más poderosos del país y enemigos declarados del gobierno nacional, dejaban entrever la buena relación del joven jurista con el Santo Padre. Pero no lo afirmaban categóricamente, tratando de preservar a Bergoglio de toda relación con el actual gobierno.

El correr de los días hizo que en Argentina se gestara un importante acuerdo político opositor, entre Mauricio Macri –una especie de Berlusconi argentino- y la Unión Cívica Radical –partido centenario que nació de las entrañas del viejo partido federal del Restaurador Don Juan Manuel de Rosas, pero que luego se fue liberalizando-. Esta alianza marca por primera vez la posibilidad -cierta y real- que el peronismo gobernante pierda el poder. Los obispos argentinos, ni lerdos ni perezosos, ya empezaron a desmarcarse del actual poder y acomodarse hacia el soplo de los nuevos vientos. Macri –jefe de gobierno de Buenos Aires y amigo del Card. Bergoglio- muy probablemente sea el nuevo presidente argentino a partir del 11 de diciembre de  2015.

En consecuencia la jerarquía católica argentina comenzó, hace unos días, una fenomenal campaña para despegar al Papa del gobierno nacional. La tarea estuvo a cargo en el diario “La Nación” de la vaticanista Elisabeta Piqué. En “Clarín” fue Sergio Rubín –”autor del libro “El Jesuita”- el escriba que afirmó, abiertamente, que desde Roma se desmentía toda gestión de Francisco en favor de Carlés para que integre el máximo tribunal de justicia.

Luego intervinieron como voceros oficiosos de Roma dos prelados argentinos. Monseñor Karcher y el Arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo. Este último a cargo de la  Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, de visita en Argentina en ocasión de un debate  en la Biblioteca Nacional con su  actual director, el sociólogo Horacio González, el teólogo Leonardo Boff y el filósofo italiano Giani Vattimo. Ambos jerarcas, residentes en la Ciudad Eterna, dijeron que el Papa había sido sobrepasado, en su candidez, sintiéndose utilizado por los políticos argentinos.

Hicieron especial hincapié en la visita al Vaticano de Cristina Kirchner con integrantes de la agrupación  “La Cámpora”, dejando trascender que el Papa se habría sentido particularmente incómodo en ese momento, afirmación que contrasta notablemente con las fotos del encuentro. Sin dudas que las notas periodísticas van dirigidas a una clase social que consume las noticias de esos dos grandes medios, que podríamos llamar liberal progresista y decididamente anti kirchneristas. En un próximo artículo me referiré a las contradicciones de este sector –asimilable con el votante del PP en España- que trata de conciliar, en su conciencia, el odio que destila hacia la actual Presidente –y lo que ella representa- y su incondicional adhesión a Bergoglio.

Como dijo mi amigo, el Profesor Maquiaveli, lo peor del caso es que estas campañas surten efectos y muchos efectivamente creen en los dichos de los escribas y jerarcas católicos. Los incondicionales de Francisco, en Argentina, aprovechan estas notas para justificar las ambigüedades del Sumo Pontífice.

Pero la verdad no tardó mucho en salir a la luz. El Papa recibió en audiencia privada a Roberto Carlés el día 20 de marzo de 2015, con foto incluida de L´Osservatore Romano. Por una hora estuvieron a solas. Oficialmente se informó que la intención es iniciar una campaña mundial para derogar la pena de muerte, un tema harto discutible. El jurista no se desdijo, públicamente, de ninguna de sus posturas contra el derecho natural.

Este encuentro desmiente las desmentidas de “Clarín” y “La Nación”. Pero además tiene un nuevo condimento que alimenta, una vez más, la estrecha relación entre la Iglesia argentina y el poder político: los líderes de la nueva coalición opositora –entre ellos el porteño Macri y el mendocino Sanz- habían dicho que se opondrían a la designación de Roberto Carlés en la Corte. Con esos votos negativos el pliego no pasaría en la decisiva sesión del Senado del próximo 31 de marzo. Ya es posible imaginar cómo reaccionarán los senadores de este sector. Ante la inminencia de tomar el poder a fin de año -una situación casi impensada hace pocos meses- lo menos que querrán hacer es enemistarse con la Iglesia Argentina. Carles será convertirá prontamente  en el integrante más joven en la historia de la Corte Suprema de Justicia. Habrá que ver las excusas que ensaya la prensa adicta.

En los jeroglíficos de la teología bergogliana –alimentada desde la usina intelectual del Rector de la UCA, Monseñor Víctor Manuel Fernández- la Iglesia argentina estaría volviendo de las “periferias al centro”. Bien al centro; y de la ciudad de Buenos Aires. Donde se corta el bacalao.

 Hildebrando Tittarelli

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