A los lectores de Rorate Caeli:
Me complace ofrecerles un escrito realizado por invitación por un joven sacerdote, el Padre Timothy Iannacone, de la Diócesis de Bridgeport, Connecticut. Los sacerdotes como el padre Iannacone son los que ofrecen la evidencia real del amor a la Misa romana tradicional entre nuestros jóvenes sacerdotes. Ciertamente no está solo en su diócesis ni en las diócesis vecinas de Nueva York y Nueva Jersey en su comprensión y amor por la Misa de todos los tiempos. Esto debe darnos esperanza y alegría, incluso en momentos en los que Roma emite cuestionarios sobre la aplicación de la carta apostólica del Papa Benedicto XVI, Summorum Pontificum. Por favor, oren por los sacerdotes jóvenes como el P. Iannacone. Son una parte integral del futuro de la Iglesia Católica.
Padre Richard Gennaro Cipola
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¿Qué han estado haciendo el párroco y su coadjutor en medio de la pandemia del Covid-19? ¡Por supuesto, la Misa Tradicional en Latín!
Es difícilmente concebible que muchas personas esperasen que esta pandemia alcanzase este nivel de magnitud. Pero lo ha hecho. Nos ha alcanzado y ha obligado a muchas personas, especialmente dentro del área tri-estatal de Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey, donde vivo, a volver a evaluar sus vidas y sus prioridades, tanto a los católicos como a los que no lo son. Como Coadjutor he visto cómo cambiaban drásticamente las vidas de mis parroquianos, especialmente todo lo relacionado con su vida sacramental. Muchos que anhelan algún tipo de alimento espiritual en la Santa Eucaristía, tanto diaria como semanalmente, han tenido que prescindir de él. Además, muchos niños aún esperan el Bautismo, al mismo tiempo que a muchos de nuestros seres queridos que han muerto en el Señor no se les ha permitido la celebración de una Misa de funeral que merecían como católicos. En vez de eso, se les ha enterrado directamente o se he celebrado para ellos lo que la Iglesia llama un “liturgia de funeral fuera de la Misa.” Con auténtica tristeza he oficiado demasiados de estos ritos en los últimos meses. Estos son tiempos tristes, tiempos muy tristes en la vida de nuestra Iglesia. Sin embargo, las palabras de Cristo a su querido Pedro, resuenan continuamente a lo largo del tiempo y del espacio: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.”
¡Precisamente! La Iglesia y sus fieles continúan haciendo el trabajo que es necesario que se haga en tiempos de pandemia o de no pandemia. Nosotros, como Cuerpo de Cristo, estamos llamados a hacer el trabajo de la Iglesia como cada uno sea capaz con limosnas, ayuno voluntario y otros actos de penitencia, y, por supuesto, rezando incesantemente. Nosotros continuamos nuestra misión durante esta pandemia tal como los sacerdotes de la Iglesia y los fieles continuaron su misión militante y amorosa todas las veces en las que ha habido plagas terribles en la historia del mundo. Podemos ver deslumbrantes ejemplos acerca de cómo se responde a estas crisis en hombres como el Papa Gregorio I, San Luis Gonzaga y San Carlos Borromeo.
He visto gran esperanza durante esta pandemia, no solamente en mi propia parroquia, sino también en mis hermanos sacerdotes. Muchos de ellos han continuado escuchando confesiones, ya sea desde las ventanas de sus rectorías o desde las aceras de sus parroquias. Esta almas valientes están manteniendo viva una parte importante de la vida sacramental de la Iglesia al mismo tiempo que mantienen la distancia física. ¡La distancia física, sí! ¡La distancia social, no! Afortunadamente mi párroco y yo hemos tenido el lujo de poder confesar en nuestra gran sala de la comunidad, aplicando las siguientes condiciones: solamente una persona a la vez y a seis pies (1,83 metros) de distancia del sacerdote. ¡Oh! ¡Cómo añoro las confesiones con la rejilla y las luces en el confesonario que indican a los penitentes que el confesor está libre!
Hace unos años fui destinado a mi actual parroquia, sabiendo que mi párroco, que es unos pocos años mayor que yo, estaba interesado en aprender la Misa Tradicional en Latín, no solamente para sí mismo, sino también con la intención de introducir esta Misa de siempre entre nuestros parroquianos. Tengo un profundo respeto por mi párroco. Fue uno de los pocos y valientes sacerdotes que asistieron y me apoyaron en mi Primera Misa después de mi ordenación, que fue una Misa Solemne Tradicional en mi parroquia de Santa María en Norwalk, Connecticut.
La introducción de la Misa Tradicional tuvo un proceso lento y gradual. Empezamos con una Misa Solemne en la festividad del Corpus Christi. Muchos habían preguntado: “¿Por qué no empezar con una Misa común? ¿No sería mejor hacerlo sencillo al principio?” Mi respuesta fue: “Rotundamente no.” Yo deseaba que los parroquianos escuchasen la música, los cantos, que vieran la plétora de hombres jóvenes que ayudaban en esta Misa para celebrar el Corpus Christi. Yo quería que tuvieran la experiencia de celebrar esta gran fiesta con todo su esplendor, disfrutándola con todos sus sentidos: las campanas, los olores, el color, la belleza. La Misa atrajo la atención de nuestros parroquianos. La reacción fue la esperada: muchos la quisieron y otros muchos no la quisieron.
Pronto se incorporó esta Misa a las ofrecidas en los días de precepto, en un horario en el que no había Misa. Cada día de Misa obligatoria se celebró a esta hora especial. Se extendió la invitación a asistir a dicha Misa no solamente a los miembros de la parroquia sino a todos los de la diócesis e incluso más allá de ésta.
Hemos estado ofreciendo la Misa Tradicional en Latín en los días días de precepto y en algunas otras fiestas durante tres años hasta que algo inesperado ha sucedido: la pandemia del Covid-19. Entonces nos preguntamos: ¿Qué debemos hacer en esta situación? Afortunadamente mi párroco es un genio en las redes sociales (yo no lo soy). Dijo que empezaríamos a transmitir las Misas en vivo (livestreaming). Pero sucedió algo aún más maravilloso. Me preguntó si me opondría a celebrar una Misa latina común al mediodía además de nuestra Misa matinal a las 8: 30 horas. ¿Cómo me podía oponer yo a ofrecer una Misa Tradicional en Latín cada día? Soy un sacerdote que ha sido entrenado por una persona que ha entrenado a muchos sacerdotes ara celebrar esta Misa: el eminente Bill Riccio, y por mi párroco en aquellos momentos, el Padre Richard Cipola; entre los dos me hicieron descubrir la profunda belleza de esta Misa. Mi párroco y yo nos pusimos de acuerdo en ofrecer también esta Misa en nuestra página de Facebook. También me causó una gran sorpresa cuando me preguntó si podía él ayudarme en su Misa y si podía yo ayudarle en la suya. Esto tocó una fibra sensible dentro de mí. Dos sacerdotes: uno celebrando la Misa y el otro ayudándole. Me doy cuenta de que ésta es una bendición que recibo, pues soy una persona realista y sé que si mi Pastor hubiera tenido una cierta edad que le hubiera hecho un producto típico de los años 1970 y de los años 1980, esta bendición jamás habría ocurrido.
He visto a muchos de mis hermanos sacerdotes alrededor del mundo ofreciendo vía livestreaming la Misa Tradicional en Latín. Pero al menos hasta ahora nunca he visto sacerdotes sirviendo el uno para el otro. Creo que mi parroquia de San Pío X en Fairfield, Connecticut, puede ser una de las únicas parroquias en las que un sacerdote ofrece Misa y el otro sacerdote sirve. Tal vez parezca que estoy insistiendo demasiado en este punto, pero creo que es algo tan importante y tan hermoso, que dice tanto sobre la fraternidad sacerdotal: que dos sacerdotes que aman la Misa pueden humillarse, ponerse un sobrepelliz y ayudar a otro compañero sacerdote, desde las oraciones al pie del altar hasta las respuestas de la misma Misa.
Nos ha encantado estar ofreciendo la Misa Tradicional en Latín todos los días a mediodía, e incluso me atrevo a decir que incluso nos hemos divertido aprendiendo nuevas cosas sobre la Misa cada día. Muchas personas nos han seguido desde sitios tan lejanos como el estado de Washington o Australia. Sólo el Señor sabe cómo estas almas han descubierto nuestras Misas. Animo a mis hermanos sacerdotes que están ofreciendo la Misa Tradicional en Latín vía livestreaming a que se ayuden uno a otro especialmente en estos momentos. Es importante para nuestros parroquianos y para los católicos de todo el mundo no solamente saber que sus sacerdotes les están apoyando durante esta pandemia, sino ver la unidad de los sacerdotes mostrando su amor por esta Misa de siempre ayudando uno al otro.
“Vayamos al altar de Dios, al Dios que es la alegría de nuestra juventud.”
Traducción AMGH. Artículo original