Durante el Adviento, ya en curso, en el que nos preparamos para la venida del Señor, recordamos hoy otro santo del Antiguo Testamento, el profeta Nahúm, cuyo libro se incluye en el canon bíblico como uno de los llamados de los doce Profetas Menores. San Nahúm, a quien Dios envió como mensajero del juicio divino contra el brutal Imperio Asirio, encabeza el honorable panel de santos del Martirologio Romano del día 1 de Diciembre:
En este día primero de Diciembre
El profeta Nahúm que fue enterrado en Begabar
De la persona misma de San Nahúm se conoce muy poco. Su nombre, Nachum, que significa “consolación” o “confortación” en Hebreo, era relativamente común entre los antiguos Israelitas. Nahúm se llama asimismo Elcesita, habitante o nacido en Elkosh ó ´Elqós. Una tradición entre los cristianos Asirios afirma que la tumba de San Nahúm se encuentra en ´Alqush, 27 millas al norte de Nínive (la moderna Mosul), capital del antiguo Imperio Asirio. Esto apuntaría a que Nahúm era uno de los exiliados israelitas del Reino del Norte, destruido en el 722/1 A.C. por Asiria. En todo caso, como dice la antigua Enciclopedia Católica, la tradición sobre ´Alqush no consta antes del S.XVI. La más temprana tradición constatada sobre los lugares de nacimiento, muerte y entierro de Nahúm es la de Las vidas de los Profetas, un escrito judío antes atribuido a S. Epifanio. Sobre el profeta Nahúm este libro nos dice:
Era de ´Elqós, en la otra ladera de la montaña hacia Beth-gabrin, de la tribu de Simeón. Este profeta, después del tiempo de Jonás dio un signo a Nínive, el de que esta sería destruida por el agua y por el fuego; y sin duda ello ocurrió. El lago que rodeaba la ciudad la inundó en un terremoto, y el fuego que vino del desierto quemó su parte alta. Nahúm murió pacíficamente, y está enterrado en su tierra.
San Jerónimo decía que “Elkozeh” (Elkosh) estaba en el Norte de Galilea, identificándola, aparentemente, con Cafarnaún (Kaphar-Nachum), que algunos han pensado fue denominada de este modo en atención al profeta. Sin embargo, las tradiciones más antiguas, que sitúan ´Elkosh cerca de Beth-Geber, ó Eleuteorópolis, pueblo en la frontera entre las tribus de Judá y Simeón, son más probablemente las correctas. El Martirologio Romano acepta esta tradición (“Begabar” es una forma de “Beth-Geber”).
Aunque no podemos determinar cuando nació San Nahúm, Nahúm 3:8-10 habla del saqueo Asirio a Tebas, capital del Alto Egipto, hecho que ocurrió en el año 663 A.C. y fue comandado por Asurbanipal (el ´Asnappar mencionado en I Esdras 4:10 como “El grande e ilustre ´Asnappar”). Esto implica que Nahúm escribió su libro profético después del 663 A.C. y antes del 612 A.C., cuando las fuerzas aliadas de Cyaxares, rey de Media, Nabopolasar, rey de Babilonia y los reyes de los Escitas (Ashkenaz) y Cimerios (Gomer) asediaron Nínive y finalmente la destruyeron. En algunos textos de la versión en griego llamada Septuaginta, el párrafo final del Libro de Tobías refiere la caída de Nínive y específicamente afirma que fue en cumplimiento de todo aquello que Nahúm había profetizado. Es probable que Nahúm haya ejercitado su ministerio profético entorno al reinado del inicuo Rey Manasés de Judá, el que fue castigado por sus abominaciones cayendo prisionero en Babilonia bajo Asurbanipal por unos cuantos años; un aviso para los judíos de lo que ocurriría con toda su nación si no hacían penitencia. La vida de Nahúm pudiera haber sido también contemporánea con la del santo y celoso Rey Josías, nieto de Manases que se esforzó en hacer reparación al Señor por los terribles pecados de su abuelo.
El libro de Nahúm, en el que se anuncia el decreto divino de que Nínive podía ser destruída por sus pecados, tiene tan solo tres capítulos. El título propio del libro de Nahum es “La pesada carga de Nínive. El libro de la visión de Nahúm el Elcesita”. En su visión, Nahúm ve la espantosa maldad, crueldad, avaricia y brujería de los asirios de su época, y predice la caída y ruina de Nínive. En torno a un siglo antes, San Jonás fue enviado a Nínive con un mensaje similar sobre la cólera divina, pero Nínive evita en aquel momento la destrucción con una penitencia sincera. El arrepentimiento fue, sin embargo, efímero, y los asirios se hundieron de nuevo, progresivamente, en el pecado y la atrocidad, hasta que la posterior profecía de Nahúm llegó a su cumplimiento, con la copa del juicio divino vaciada hasta el fondo por un pueblo obstinadamente pecador. En el tiempo de la caída de Asiría ningún “confortador” pudo encontrarse (este es el significado del nombre Nahúm). El mensaje de Nahúm se torno perturbador en lugar de confortador para los asirios, pero trajo confortamiento a Israel, el cual sufrió mucho bajo la opresión de los asirios.
Visto a la luz de la revelación de Cristo, la profecía de San Nahúm no es una mera nota a pie de página de la historia antigua; en un sentido espiritual y alegórico nos habla del futuro juicio a los enemigos de los elegidos de Dios durante el segundo Adviento. Resulta significativo que cierto lenguaje e imágenes proféticas utilizados por San Nahúm al referirse a Nínive (Nahúm 3:1-7) y al ejército de Asiria (Nahúm 3:17) sea también hallado en el Apocalipsis de S. Juan (Ap.9, 17-18) cuando habla de acontecimientos futuros que el Apóstol predijo ocurrirían al final del mundo. De esta forma, la visión de Nahúm relativa a la depravación y caída de Nínive son comparables a la visión de San Juan sobre la perversión y caída de “Babilonía”, de la cruel, sanguinaria, avarienta e idolátrica Ciudad del Hombre, cuyo destino es su destrucción total cuando Jesús intervenga al fin de los tiempos para rescatar a su Iglesia, la Ciudad de Dios. ¡Un mensaje de consolación y esperanza para el Israel de Dios, sin duda alguna!
Santos Patriarcas y profetas,
¡Rogad por nosotros!
(Traducido por Guillermo Visedo. Artículo original)