Los Evangelios y el «kerigma» de Bultmann

Hace pocos años, solía visitar a un sacerdote jubilado en el asilo de ancianos que él había escogido (dirigido abnegadamente por una congregación de religiosas). El anciano presbítero era considerado muy de avanzada, y a quien en realidad nunca vi con sotana o cleriman, y que hasta el final de sus días leía y releía los escritos de Marciano Vidal, -incluso después de la tardía Notificación reprobatoria de la Santa Sede a sus tres obras principales. En una de esas visitas me comentó escandalizado de algunos intercambios que había sostenido con un sacerdote europeo, quien le explicaba la «nueva teología» traída de su país, con extrañas interpretaciones de los Evangelios, bastante alejadas de los mismos.

Así, cada vez con mayor frecuencia muchos fieles se confunden con ciertas homilías en los ámbitos parroquiales. Prédicas reduccionistas que escandalizan incluso a los más jóvenes, tales como: la multiplicación de los panes y peces, milagro que para los modernistas no consistió en la «multiplicación» de éstos, sino en «la generosidad de la multitud de oyentes», o que el caminar de Jesús sobre las aguas se verificó «debido a un fenómeno natural que generó la presencia de unas placas sobre las cuales uno se podía parar», etc., etc.

Es que, van tomando peligrosamente nueva fuerza las teorías del protestante Rudolf Bultmann (1884-1976), quien afirmó que los Evangelios son una producción de la primitiva Iglesia, en su ilusión de conocer mejor a Jesús, y de vivir concretamente en el ámbito de su propia sociedad el mensaje salvador.

Varias de éstas inaceptables teorías se han enraizado en grandes sectores del clero, como:

  1. Que en la Sagrada Escritura se hallan fábulas mitológicas.
  2. Que el cuarto evangelio es una contemplación mística del Evangelio.
  3. Que los Apóstoles, aunque no enseñan ningún error, pueden sin embargo expresar sus propias opiniones, que quizás son erróneas.

El fin de Dios al inspirar la Escritura no es hacer literatura, sino enseñar a los hombres. Por tanto el error va contra el fin de Dios. El defecto literario no.

Quien no esté sólidamente formado en la ciencia bíblica y auxiliares, sacará la conclusión de que en los Evangelios, sólo diez cuestiones principales, que constituyen el «kerygma» son auténticas, y que las acciones narradas como historia, sólo se adujeron para comprender mejor la doctrina de Jesús.

Ante el peligro de tan extravagantes interpretaciones, que se van lamentablemente extendiendo, conviene recordar que todas las sentencias son inspiradas por Dios, luego sentencias de Dios, que no se puede equivocar.

  1. Los santos Padres hablan de todas de un modo universal, en especial de las históricas. Sobre todo San Agustín y San Jerónimo.
  2. El magisterio de la Iglesia: León XIII en la encíclica Providentissimus (D 1951). San Pío X en Lamentabili (D 2011), Benedicto XV en la Spiritus Paraclitus (D 2186).
  3. Contra las apariencias históricas: Benedicto XV (D 2187).
  4. Contra la verdad relativa, que en el fondo no es verdad: Benedicto XV (D 2187).
  5. Contra el vestido literario: Benedicto XV (D 2186) dice que los juicios históricos son tan juicios como los doctrinales.
  6. Contra las citas implícitas: Comisión Bíblica (D 1979): No lo reprobó absolutamente, pero limitó los casos. Cuando se pruebe que el autor cita y no aprueba ni hace suyo lo que se cita. Benedicto XV (D 2188).

También el Concilio Vaticano II afirma: «La Iglesia siempre ha defendido que los cuatro evangelios son de origen apostólico, pues lo que los Apóstoles predicaron por mandado de Jesucristo, después ellos mismos con otros de su generación lo escribieron por inspiración del Espíritu Santo».

La Santa Madre Iglesia ha defendido siempre la historicidad de los evangelios, es decir, que narran fielmente lo que Jesús el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres hizo, y enseñó realmente hasta el día de la ascensión. Después de este día los Apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensión que les daban la Resurrección gloriosa de Cristo y la enseñanza del Espíritu Santo.

Los autores sagrados, compusieron los cuatro evangelios, escogiendo datos de la Tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación de las diversas iglesias,  conservando siempre el estilo de la proclamación. Así nos transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús, sacándolo de su memoria o del testimonio de los que asistieron desde el principio y fueron ministros de la Palabra, lo escribieron para que conozcamos la verdad de lo que nos enseñaban.

Ciertamente que nacerían los Evangelios al calor de las primeras cristiandades, al fervor de las lecturas sagradas, de los testimonios hablados de los Apóstoles y de los comentarios de los testigos, nacieron sí, en el ambiente de estas reuniones, pero no nacieron de las reuniones, o de los comentadores.

Algunos de los discípulos de Bultmann, despojan como simbólicos tantos acontecimientos de la Sagrada Escritura que apenas dejan algo en el árbol de los Evangelios. Como sabemos, uno de los más más conspicuos exponentes de estas anti-teologías es el cardenal alemán Walter Kasper quien también afirma que los milagros narrados en los Evangelios son redacciones de los cristianos de los primeros tiempos.

Otro cita los dos textos de Lucas en los que se habla de la ascensión del Señor a los cielos, para finalizar que no son hechos históricos, sino simplemente la forma que hallaron los primeros cristianos, para significar el triunfo de Cristo en el mundo, y su arrollador reingreso en el Cielo.

Sí, es verdad que en los Evangelios hay formas simbólicas de expresar verdades de fe, sí que hay leyendas como las parábolas de Jesús para hacer comprender mejor un fundamento de su doctrina, como la enseñanza de la metáfora del Buen Samaritano para comprender el alcance y el deber de la caridad, pero no se apliquen las tijeras con demasiada ligereza, so pena de que nos quedemos con las tijeras y sin los libros sagrados.

Germán Mazuelo-Leytón

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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