Los Laicos se quejan, con razón, del «Doble Magisterio Católico»

Catecismo

Es una queja cada vez más extendida entre los laicos: la divergencia entre «dos magisterios católicos». Es una queja que nace de la confusión y de la conciencia perpleja, y me explico: se sabe que hay un magisterio católico (las enseñanzas de la Iglesia) como fruto de la legítima interpretación de la Palabra de Dios, como se reconoce en la «Dei Verbum» (número 10) del Concilio Vaticano II. Y, para la formación moral de todos los fieles, el documento principal es sin duda el «Catecismo de la Iglesia Católica». Bien, pero el problema viene cuando hay sacerdotes que imparten «otro magisterio» que o bien niega abiertamente lo que afirma el catecismo, o bien lo presenta de forma tan ambigua causando perplejidad de conciencia o abierta invitación a vivir cada cual la fe a su manera desde el estilo propiamente protestante. Y esta es la clave del «doble magisterio» que tanto daño espiritual ha causado y sigue causando en las conciencias.

Con los ejemplos concretos esto se ve mejor. Y los comparto sacados de la vida misma de un sacerdote en una comunidad parroquial. veamos algunos:

– El Catecismo afirma que faltar a Misa en domingo es pecado mortal (punto 2181), salvo casos justificados como enfermedad propia o cuidado de enfermo cercano. Yo conozco no pocos laicos que han sido «formados» en que NO es pecado mortal faltar a Misa deliberadamente, y que entonces pueden comulgar (sin confesarse) tras haber faltado, en la siguiente Misa que participen.

– El Catecismo afirma la necesidad de comulgar en Gracia de Dios, o sea, confesando antes si hay pecado mortal. También conozco no pocos laicos que han sido «educados» en la no existencia del pecado mortal (salvo gravísimos pecados como el asesinato) y la no necesidad de confesar con el sacerdote (casos de absoluciones comunitarias, en su caso más extremo).

– La Iglesia exhorta a todo bautizado a actuar en conciencia, pero dejándose formar previamente la conciencia. Y esa formación real ha de venir del Magisterio auténtico y no de las opiniones de teólogos o filósofos vivos o difuntos. Sin embargo conozco muchos, cada vez más…., laicos que afirman «dogmáticamente» que actúan en conciencia pero rechazando la formación moral de la conciencia ya que la Iglesia Católica «no va con los tiempos».  Y esto sucede, por ejemplo, desde que en no pocas catequesis de preparación al matrimonio (o a la confirmación) se «enseña» que la relación sexual vivida fuera del matrimonio NO es pecado si se vive «por amor y no solo por gusto».

– La condena moral cristiana del uso de anticonceptivos artificiales (incluido el preservativo) está clara en el Magisterio. Pero a la vez encuentras a muchos laicos que, tras asistir a toda clase de formaciones y catequesis, jamás han recibido esa advertencia y ven del todo natural la conciliación de la vida sacramental con la experiencia regular anticonceptiva en su matrimonio.

Son cuatro ejemplos muy representativos. Hoy se ha extendido como una inmensa mancha de aceite: muchos laicos constatan que hay un «magisterio real» que convive con otro «magisterio cotidiano» que o bien niega al real, o lo muestra ambiguo o solo en parte, y de ese modo la confusión de las conciencias es cada vez mayor, y ya va pasando de generación en generación. Y hay laicos que te hacen este tipo de preguntas, desde una queja del todo justificada:

* ¿Porqué no se ponen de acuerdos los curas?

* ¿Se actúa desde arriba contra esta confusión?

* ¿Porqué hay tanta resistencia a enseñar y formar con claridad?

Y los que hacen estas preguntas son, a mi entender, personas muy sanas que se preocupan de su formación. Y esto es, lo que podría llamarse «teología del pueblo» a la que hay que dar respuesta inmediata si no queremos que ésto vaya cada vez a más.

¿Hay Recetas de presente? Cada cual pensará la suya. La que yo aporto me parece de lo más sencilla, y seguro que compartida por muchos sacerdotes, y mis tres respuestas a esas preguntas son:

1: Aunque los curas no nos pongamos «de acuerdo», ustedes NO sigan a los curas sino a la IGLESIA. Por tanto, que su vara de medir sea siempre el Catecismo. Si ante dos opiniones diferentes sobre moral, una se concilia con el Catecismo y la otra disiente, siga lo que enseñe el cura que es fiel al catecismo. Al otro respételo, reza por él, pero NO lo siga.

2: Recemos mucho, cada vez más, para que desde las altas responsabilidades se ejercite una autoridad al servicio de las conciencias, de manera que cuando un sacerdote enseñe con lealtad al Magisterio, se vea siempre respaldado por su Obispo. Y….ojalá….cuando un sacerdote enseñe desde el disenso al magisterio, reciba la corrección o, en su caso, pena canónica correspondiente por parte de su Obispo. Que se acabe de una vez ese clericalismo insano que prioriza «respetar» al sacerdote disidente por encima de cuidar las almas de los bautizados.

3: La resistencia a hablar con claridad, creo yo, es porque se ha sustituido el «Santo Temor de Dios» (Don del Espíritu Santo) por el «cobarde temor al mundo» (tentación del diablo), y ese miedo paraliza los medios que deberían avanzar y no replegarse sobre si mismos como ruedas que giran sin moverse hacia delante.

Hagamos votos para que todos los bautizados reciban, recibamos, la formación moral católica desde la integridad de la Verdad, pues no es sólo DEBER el formarse sino DERECHO el recibir una formación de garantía, sin componendas y alejada de la autosuficiencia y soberbia de aquellos que creen ser poseedores de la Verdad y no servidores de ella. Pues todo aquel que interprete la doctrina a su manera, y se la enseñe así a los demás, en el fondo cae en la tentación del pecado original: apropiarse del árbol de la ciencia, del bien y del mal, para ser como dioses.

Ayudemos a los demás a acercarse a Dios, a través de nosotros como instrumentos. Pero no hagamos lo contrario: acercarlos a nosotros para alejarlos de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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