LOS NIÑOS Y LA TELEVISIÓN

“Dejad que los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.
Estas palabras de Nuestro Señor tienen una gran profundidad. Primero, el niño es amor, se alimenta de amor, vive en el amor. Todo lo que desea un niño lo espera de sus padres, él confía plenamente en ellos.
Él no se pregunta si habrá que comer al otro día, o que se va a poner para vestir, o si va a necesitar tal o cual cosa al día siguiente. El niño vive confiado en sus padres, en él no existen esas preguntas de desconfianza. El niño es como una esponja, absorbe todo lo que sucede a su alrededor. Si sus padres son amorosos, aprenderá a amar, si sus padres son caritativos, aprenderá a compartir; si sus padres le enseñan amar a Dios, él enseñará a sus hijos lo mismo y vivirán en la Luz de la Verdad. Pero ¿Cuántos padres hay que se preocupan por dar buen ejemplo de amor a sus hijos? ¿Cuántos hay que sean ellos verdaderos maestros, porque viven frente a sus hijos y ante los demás, el amor que Dios nuestro Padre nos da en los corazones por medio de Jesús al venir a la tierra? ¿Cuántos padres hay que evitan que sus hijos no se llenen la mente y su corazón de suciedad, de las porquerías que el enemigo de Dios y de los hombres (Satanás) logra a través de la televisión y del cine?
Padres, todos, el compromiso que tenéis de preparar unos nuevos hijos de Dios, es muy grande. No solo los deberéis preparar para que puedan desarrollar los dones propios que Dios os concede para la subsistencia en la Tierra, sino más importante, los dones que Dios da a cada alma para que lleve y transmita su Santo Nombre, le viva y lo más importante, que pueda volver a Dios al servirle en todo y ser luego con Él feliz eternamente.
Padres Dios os da los niños para que los preparéis en el amor ¿qué hacéis la mayoría de vosotros? , os quitáis el compromiso, sino totalmente, si parcialmente y para que “no molesten”, “me dejen descansar un rato”, prendéis la televisión.
La televisión es hoy el enemigo público número uno, al destrozar la familia por el gran daño a las almas adultas, la mayoría de los programas, ¿qué no va a suceder en esa pura y pequeña alma?, que en vez de recibir su alimento de amor, de compañía de sus padres, de juego, de buen ejemplo, reciben en cambio violencia, fealdad, aberraciones y ataques a su propio Dios.
Ya lo dijo el Señor: “Dejad que los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Pero los niños a los que no se les enseña a amar a Dios a vivir en su presencia, se llenan de violencia y odios, para no buscar la transcendencia de sus almas.
Los mismos padres, debieran ser como niños aun siendo adultos. Dios es un Padre y no importa la edad que se tenga. El niño tiene fe ciega en sus padres, esa fe es la que nos enseñó el Señor.

ISIDRO GARCÍA ROBLES 
Agradecemos a Don Isidro este artículo que nos envía desde Perú. 
Hay que tener conciencia del grave daño moral que hace la TV en el hogar cristiano, aunque también debe reconocerse que, aunque en minoría, algunas emisoras de TV hacen un inmenso bien moral: como EWTN o MARÍA VISIÓN




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Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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