Mons. Viganò responde al informe del Vaticano sobre el caso McCarrick

Hoy se ha dado a conocer el informe oficial de la Santa Sede en relación con el caso McCarrick. Antes de expresar mi opinión al respecto, analizaré su contenido.

No puedo menos que señalar la surrealista operación de engaño con respecto a la responsabilidad de encubrir los escándalos del depuesto cardenal estadounidense. Tampoco puedo menos que expresar mi indignación por ser objeto de las mismas acusaciones de encubrimiento cuando en numerosas ocasiones he denunciado la inactividad de la Santa Sede ante la gravedad de las acusaciones sobre la conducta de McCarrick.

Un comentarista falto de prejuicios podría señalar el más que sospechoso momento de su publicación, así como la tentativa de desacreditarme acusándome de desobediencia y de negligencia por parte de quienes tienen mucho interés en descalificar a quien ha puesto en evidencia una inigualada red de corrupción e inmoralidad. El descaro y la actitud fraudulenta demostrados en esta ocasión habrían requerido que a tan llamativa reconstrucción de los hechos la hubieran titulado informe Viganò, ahorrando al lector la desagradable sorpresa de ver una vez más adulterada la realidad. Pero les falta honradez intelectual, más incluso que amor a la justicia y a la verdad.

A diferencia de muchos personajes envueltos en este asunto, no tengo el menor motivo para temer que la verdad contradiga mis denuncias, ni existen tampoco motivos para chantajearme. Quienes formulan acusaciones privadas de fundamento con el solo objeto de distraer la atención de la opinión pública se llevarán la amarga sorpresa de constatar que la operación realizada contra mí no surtirá el menor efecto, y sólo servirá para probar una vez más la corrupción y la mala fe de quienes durante demasiado tiempo han callado, negado y hecho la vista gorda, y habrán de dar cuenta hoy. El culebrón vaticano continúa.

+Carlo Maria Viganò, arzobispo

10 de noviembre de 2020

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Mons. Carlo Maria Viganò
Mons. Carlo Maria Viganò
Monseñor Carlo Maria Viganò nació en Varese (Italia) el 16 de enero de 1941. Se ordenó sacerdote el 24 de marzo de 1968 en la diócesis de Pavía. Es doctor utroque iure. Desempeñó servicios en el Cuerpo Diplomático de la Santa Sede como agregado en Irak y Kwait en 1973. Después fue destinado a la Nunciatura Apostólica en el Reino Unido. Entre 1978 y 1989 trabajó en la Secretaría de Estado, y fue nombrado enviado especial con funciones de observador permanente ante el Consejo de Europa en Estrasburgo. Consagrado obispo titular de Ulpiana por Juan Pablo II el de abril de 1992, fue nombrado pro nuncio apostólico en Nigeria, y en 1998 delegado para la representación pontificia en la Secretaría de Estado. De 2009 a 2011 ejerció como secretario general del Gobernador del  Estado de la Ciudad del Vaticano, hasta que en 2011 Benedicto XVI lo nombró nuncio apostólico para los Estados Unidos de América. Se jubiló en mayo de 2016 al haber alcanzado el límite de edad.

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