Tenemos el honor de publicar este nuevo artículo de un clérigo muy sabio, conocedor e influyente, que escribe bajo el pseudónimo de Don Pio Pace. Esta vez, Don Pio Pace nos revela las pirmeras impresiones que se tienen en Roma sobre la explosiva revelación del Arz. Georg Gänswein sobre cómo él (y presumiblemente Benedicto XVI) concibe el acual estado dual del papado.
“Papa contemplativo versus Papa activo”
Sin duda consideraremos la exhortación Amoris Laetitia como el documento más importante del Pontificado de Francisco, como Summorum Pontificum lo es del de Benedicto XVI. Nadie cree realmente en una reforma consecuente de la Curia Romana, sobre la cual el Papa Francisco nunca ha revelado ni siquiera un inicio para echarle un vistazo… y sobre la cual no está interesado en absoluto. Por otro lado, Amoris Laetitia, que abre el Magisterio de la Iglesia a las interpretaciones liberales, representa verdaderamente la esencia de su proyecto: un papado legitimado por los medios de comunicación y que se ha convertido en un proveedor de buenos sentimientos para el mundo moderno.
Y esta es verdaderamente la pieza maestra del pontificado, preparada durante mucho tiempo: la manipulación del Sínodo por el equipo Baldisseri-Forte-Spadaro-Fabene, que ha escrito la exhortación antes incluso del sínodo de 2015, de lo que se ha hablado a menudo en Roma. Bien, Sandro Magister acaba de mostrar la evidencia de que los pasajes clave de Amoris Laetitia fueron copiados-y-pegados de artículos publicados diez años atrás por el Arz. Víctor Mauel “Tucho” Fernández, rector de la Universidad Católica de Argentina (UCA), amigo íntimo del Papa y su mayor referencia en cuestiones morales.
Sólo estamos comenzando a medir la extensión del terremoto causado por Amoris Laetitia, que relativiza de hecho el entero Magisterio Moral, una parte esencial -por qué no decir, la única parte que queda- del Magisterio papal tras el Vaticano II. De ahora en adelante, todo posicionamiento moral inequívoco será imposible (como asimismo, obviamente, toda condena).
La oposición, a pesar de sus intentos de resistencia durante las dos últimas asambleas del Sínodo de los Obispos, no ha conseguido verdaderamente encontrar una posición propia para encontrar una respuesta adecuada. Es en esta atmósfera lúgubre en la que se escucho el extraño discurso del Arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia, y secretario personal del Papa Emérito.
Fue el 20 de Mayo, en la Universidad Gregoriana, en la presentación del libro de Don Roberto Regoli, Oltre la crisi della Chiesa. Il pontificato di Benedetto XVI (Más allá de la crisis de la Iglesia. El pontificado de Benedicto XVI), publicado por Lindau (Turín). La mesa de intervinientes no fue exactamente Ratzingeriana: Paolo Rodari, al principio Ratzingeriano, que se convirtió en liberal cuando se pasó a La Reppublica, el P. Nuno da Silva Gonçalvez, decano de la Facultad de Historia y Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. La sala, por otro lado, se llenó de personas dispuestas a recibir las palabras que pudieran permitir deducir las del Gran Silencioso, el Papa Ratzinger.
Los que lo esperaban no quedaron defraudados. Los lectores de Rorate Caeli pudieron leer los comentarios que Edward Pentin realizó sobre ellas en National Catholic Register. El mensaje enviado por el monasterio intra muros Vaticani estaba compuesto de dos puntos:
1º Una clave interpretativa del Cónclave de 2005 (y, en sentido opuesto, del Cónclave de 2013): tras un lucha dramática entre el “Partido de la Sal de la Tierra”, en torno a los Cardenales López Trujillo, Ruini, Herranz, Rouco Varela y Medina, y los del “Grupo de San Galo”, en torno a los Cardenales Danneels, Martini, Silvestrini, y Murphy-O’Connor, el Cardenal Joseph Ratzinger, que acababa de pronunciar una alocución solemne contra la “Dictadura del relativismo”, fue elegido. No se necesita ser un gran analista para comprender lo que ocurrió en 2013: en ese año, en sentido opuesto, los heraldos de la “Dictadura del relativismo” fueron los escuchados por el Cónclave.
2º Pero el segundo punto fue más audaz todavía: se trata de “la ampliación del ministerio Petrino” a ¡dos Papas! Después de la elección del 13 de Marzo de 2013 “hay no dos Papas, sino un ministerio que es de facto ampliado, con un miembro activo y un miembro contemplativo”. No hemos oído nada tan fuerte desde el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI. Gänswein explicó: “Es por esa razón por lo que Benedicto XVI no renunció a su nombre ni a su sotana blanca. Es por esa razón por lo que el tratamiento para dirigirse a él sigue siendo hoy ‘Santidad’. Y es por esa razón por lo que él no se retiró a un monasterio aislado, sino dentro del Vaticano”. Esto significa que tenemos en la historia “una nueva fase en la historia del papado”. Como hay dos formas litúrgicas de un único Rito Romano, habría dos miembros Pontificales en una única posicion papal. Cada persona puede elegir la forma litúrgica o al miembro Pontifical que se adecúa a su propia sensibilidad…
Teológicamente, ¡esto no tiene ningún sentido! Uno se ve forzado, por lo tanto, a encontrar un significado “político”. Podría ser este: en una Roma en la que cada uno puede decir hoy casi lo que quiera -considerando, en cualquier caso, que no hay una ambición de querer plantar cara con valentía al stablishment Bergogliano- Georg Gäswein, que recibe cada día los llantos y lamentaciones de los Ratzingerianos, construye, con la ayuda de Regali, la estatua de su Papa como una estatua acusadora en contra del Comandante, como un “Papa contemplativo”. Y, por el mismo hecho de hacer esto, debilita más aún la legitimidad del “Papa activo” en el espíritu de sus nostálgicos amigos.
¿Son meramente nostálgicos? En esto reside toda la cuestión. En realidad, están abandonados. Están a la expectativa de un fuerte posicionamiento simbólico, que la situación actual requiere. Tres Cardenales están en posición de darlo: Müller, Sarah y Burke.
El Cardenal Müller se posicionó, en nombre de su función como Prefecto de la Fe (que se ha convertido casi en honorífica): Amoris Laetitia, si lo leemos bien, esto es, con las lentes del Magisterio precedente, no dice nada más que este Magisterio precedente. Una estrategia punzante, pero sin efecto alguno. El Cardenal Sarah mantiene la discreción. Una buena estrategia… si el futuro camino se desbloquea en breve. De lo cual nadie puede estar seguro.
En cuanto respecta al Cardenal Burke, lo primero que hizo fue decepcionar a sus seguidores. Quiero decir, sus seguidores, porque habiendo sido el alma de los dos libros que reunieron juntos a los Cardenales que se opusieron a los cambios en la doctrina sobre el matrimonio en 2014 y 2015, les pareció que era, nolens volens, el líder. Sin embargo ha escogido su estrategia: afirmar, sin hacer comentarios sobre la sustancia de la materia, que numerosos pasajes de Amoris Laetitia no hacen parte del Magisterio. Esto ha parecido una débil respuesta, pero también representa un explosivo presagio para el futuro.
En realidad, los tres Cardenales, tres mosqueteros que se han jurado enemigos de la “Dictadura del relativismo” son cuatro: el cuarto es Carlo Caffarra, Arzobispo Emérito de Bolonia, uno de los mayores expertos en la obra moral de Pío XII. De hecho, para él es el Papa Pacelli quien es el “Papa contemplativo”, el papa de referencia que está todavía presente -lo que no es falso, o al menos está en proceso de convertirse en realidad…
Padre Pio Pace
[Traducido por Marianus el Eremita. Artículo original.]