El régimen actual a cargo del Vaticano no puede permanecer en su lugar para siempre. Con casi 88 años, Francisco no está rejuveneciendo.
Sin embargo, es el Papa. No está dentro de nuestras responsabilidades canónicas negarlo categóricamente.
Como siempre hemos aconsejado a nuestros lectores, desde el mismo día de la elección del cardenal Bergoglio, cuando este blog fue el primero en sonar las alarmas y permaneció prácticamente solo durante mucho tiempo, las palabras del Señor son claras: debemos ser «astutos como serpientes y sencillos como palomas» (Mt 10,16). Es posible ser contundentes, directos, valientes y, al mismo tiempo, esperanzados, sin ser temerarios, imprudentes o caer en la desesperación. Esto no es cobardía: es sabiduría. (Prov 21,23)
¿Qué utilidad tiene para el futuro de la Iglesia que un clérigo, incluyendo un obispo, sea excluido del estado clerical o incluso excomulgado, como ha ocurrido recientemente con el padre Fernando María Cornet? Estas no son acciones de un régimen confiado. Pero el sol se está apagando y el régimen está cayendo. ¿Por qué darles munición ahora?
Puede parecer una eternidad, pero Francisco también pasará. Sus días, como los de todos nosotros, están contados. (Lc 12,25) Es mejor mantener el fuego ahora y conservar tu voz e influencia dentro de la Iglesia para los días que vendrán. Llegará un cónclave a su debido tiempo, y las oraciones y la penitencia son más necesarias que nunca.
(Artículo original)