Respuesta a la carta del Obispo de San Rafael a su Diócesis (30-10-2020)

Monseñor Eduardo María Taussig, Obispo de San Rafael

De nuestra mayor estima:

En el día de la fecha, viernes 30 de octubre del Año del Señor 2020, ha hecho pública Ud. una “carta a los fieles católicos de la diócesis” de San Rafael. Como parte de la feligresía a la cual Ud. se dirige, nos permitimos responder a los conceptos de sus “breves palabras”.

  1. El reproche por el anonimato

“Ante la confusión generada por la convocatoria anónima… Algunos de los líderes “anónimos” locales…”

En la lectura que Ud. mismo hace de su carta en el video del canal diocesano remarca como un reproche el anonimato, que para los subordinados se vuelve una necesidad cuando la autoridad se vuelve persecutoria. Muchos de nosotros querríamos dialogar cara, con aquella “parresía” que ha recomendado repetidamente el Papa Francisco, a quien Ud. apela constantemente como respaldo. Pero no podemos hacerlo sin el riesgo de ser sancionados. Los decretos y comunicaciones han reemplazado la conversación normal.

  1. El dolor por el cierre del Seminario

“El cierre del Seminario causa un sufrimiento inmenso a todos…”

El dolor tiene por causa el anuncio del cierre del seminario. Y el que toma la decisión de cerrarlo es Ud. Por tanto, es Ud. la causa del dolor. Que se incluya Ud. entre los dolidos es una paradoja, por no decir una burla a quienes verdaderamente sufren por su caprichoso empecinamiento.

  1. La decisión es de Ud. no de la Santa Sede

“Se ha tomado esta dolorosa decisión siguiendo las precisas directivas de la Santa Sede”.

Lo dice así, en impersonal: “se ha tomado esta dolorosa situación”. No quiere asumir su responsabilidad personal. Desde el primer momento ha intentado atribuir a Roma esta iniciativa. Pero eso no es verdad ¿Es posible que así, de la noche a la mañana, un día el Papa se levanta y anuncia que se le ha ocurrido tal cosa? Siempre los hechos son anunciados por signos, por otros hechos que delatan y anticipan las intenciones. Cuando el Papa le pidió la renuncia Mons. Martínez, Obispo que fue de la vecina diócesis de San Luis, varios sucesos lo presagiaban, entre los cuales la visita apostólica que se hizo.

  1. Roma ¿habla o no habla?

“Como decía San Agustín, cuando Roma habla se termina la discusión”

En su decreto de cierre del Seminario, también cita Ud. esta frase del santo Doctor de Hipona. Pero sucede que no sólo no ha habido aquí discusión previa sino que Ud. pretende hacer pasar su propia palabra como palabra del Roma. Esto no es nuevo en la Iglesia, por desgracia. Existe el dicho: “de Roma viene lo que a Roma va”. Presenta Ud. una versión de los hechos y pide que se ratifique su decisión ¿En qué nos basamos para esta deducción? En dos cosas: primero, cronología de los hechos, que Ud., en un exceso de prolijidad, indica en su decreto: la comunicación que le hacen Mons. Colombo y Mons. Ojea el 6 de julio de una directiva del Cardenal Stella, Prefecto para el Clero, sobre la necesidad de cerrar el Seminario, y casi inmediatamente (dos días después, el 8 de julio) una carta del mismo Cardenal dirigida a Ud. confirmando la supuesta necesidad.

Decimos que la cronología de los hechos manifiesta causas, influencias y responsabilidades porque la primera caravana en apoyo al Seminario fue el 5 de julio. Evidentemente eso le cayó muy mal. Quienes lo hemos tratado de cerca sabemos de su temperamento. Y muchas veces quienes lo conocieron en sus tiempos presbiterales en Buenos Aires nos advirtieron.

En el decreto de cierre menciona Ud. también que el Cardenal Stella juzgó una necesidad y “un bien” (¡¿?!) el cierre del Seminario cuando apareció en la prensa la renuncia del anterior rector. Pero muchos de nosotros nos enteramos de esa renuncia por el decreto de Ud. Y hasta el día de hoy buscamos en los archivos periodísticos y no encontramos referencias de una publicación que Ud. considera tan trascendente, o que haya sido tan determinante para la decisión del Prefecto del Clero.

  1. La obediencia, una virtud distorsionada

“Como hijos de la Iglesia, todos debemos obedecer a las autoridades competentes”.

No entraremos en los detalles de cómo la virtud de la obediencia es distorsionada y manipulada para someter las voluntades.

En su decreto de cierre, Ud. se pone como ejemplo de obediencia diciendo que, como Obispo de San Rafael, hace “el mejor obsequio de mente, voluntad y corazón a la Autoridad suprema de la Iglesia”. Se entiende que está hablando del Papa, y en ratificación de eso, pone la referencia al n° 22 de la Constitución “Lumen Gentium”. De esta manera, da a entender que quien ha tomado la decisión de cerrar el Seminario es el Papa, ya no el Cardenal Stella. Sigue mintiendo, pues…

  1. Falta de reverencia al Misterio

Preferimos no transcribir de su carta en las que distorsiona el sentido de la obediencia en nuestro Señor, citando la carta a los Hebreos (5, 8).

Ud. no es un ignorante. Ha estudiado en Roma en una universidad pontificia, y a diferencia de algunos obispos que reciben el título de Doctor por el mero hecho de la responsabilidad que asumen (para la cual quizá no estén preparados, al no haber cultivado sus mentes con el estudio), Ud. tiene un doctorado en teología.

Pues bien: justamente esto hace que su tergiversación de la Biblia y su manipulación (un paralogismo: un salto del plano de la obediencia de Cristo al Padre Eterno al de la obediencia institucional en el plano de las mediaciones humanas) sea una distorsión grave.

En la Pasión de Cristo aparece precisamente esta incongruencia entre la voluntad del Padre, a la cual nuestro Señor se somete en obediencia –y así nos salva– y el cruel despotismo de las autoridades religiosas judías, ante el cual el Verbo hecho carne, el manso e inocente Cordero, cuando un servidor del Sumo Sacerdote lo abofetea, le responde con dignidad, en medio de sus acerbos dolores: “Si he hablado mal, di en qué. Y si no ¿por qué me pegas?” (Jn 18, 23).

Monseñor: no está bien que se sirva de sus conocimientos para engañar a los sencillos. Eso es una burla a Dios y a sus feligreses.

  1. Los gestos de rebeldía y contestación

“Los laicos que pegaron carteles injuriosos, que llevaron a sus niños y les permitieron golpear las ventanas y puertas…”

En esto, algunos le damos la razón… Otros lo consideran justificado, o por lo menos comprensible lo que paso. Es difícil llegar a un acuerdo.

Sin embargo, Ud., que se escandaliza de que se haya hecho a los niños partícipes de estas manifestaciones, y que se considera ofendido por lo escrito en los carteles, debería recordar que en la primera caravana Ud. se permitió separar a una niña de sus padres para “catequizarla” y corregir la mala enseñanza que habría recibido sobre el modo de comulgar. Un avasallamiento tal de la patria potestad podría incluso ser pasible de una denuncia penal.

Y, por otro lado, tanto Ud. como su vocero no se han cansado de denigrar a laicos y sacerdotes tildándolos de ignorantes, rebeldes, desobedientes, etc.

  1. Los “frutos del seminario”

“son vistos como “frutos del Seminario”. Porque reflejan, al menos indirectamente, la formación recibida de parte de quienes también han egresado del Seminario”.

En este párrafo se expresa Ud. otra vez arteramente: primero, posa de guardián de las almas (dentro y fuera de la Iglesia) que pueden ser escandalizadas por los gestos que Ud. reprocha. Y ciertamente que esto sucede: por eso le decimos que no todos aprobamos tal modo de proceder.

Pero inmediatamente Ud. pasa al ataque, diciendo que “reflejan, al menos indirectamente, la formación recibida” de los sacerdotes. Esto lo han repetido una y otra vez Ud. y su vocero, el P. José Antonio Álvarez. Atribuir invariablemente la responsabilidad del mal suceso a la víctima es un comportamiento patológico: la culpa no sería del ladrón sino del que padeció el robo, porque se resistió… o porque no tenía lo que ladrón necesitaba… o simplemente porque estaba ahí.

En su decreto, la culpabilidad se la endilga al rector saliente, a los formadores y, en definitiva, a la generalidad del clero. Véase “el teniendo en cuenta” de su decreto: “un sector importante del clero, la mayoría exalumnos del Seminario Diocesano, y algunos de ellos profesores o referentes significativos para los seminaristas, con grave escándalo dentro y fuera del seminario y de la Diócesis”.

Quien no conozca la realidad de la diócesis no podrá sino compadecer al pobre Obispo que le ha tocado lidiar con un clero tan desmadrado. Y se preguntará ¿cómo ha podido conducir una diócesis así durante quince años? ¿Y cómo podrá hacerlo de ahora en adelante?

  1. «Pero»: la fuerza de una conjunción

“¡Tantos testimonios conmovedores han salido a luz recientemente! ¡Tantos buenos sacerdotes que alimentan la fe y la vida cristiana de nuestras familias!”

Pretende Ud. mostrarse conmovido y ecuánime al mencionar estos testimonios que habrían salido a luz “recientemente” ¿Es que no se había percatado Ud. de ellos en estos quince años? ¿No le ha sido suficiente tiempo para conocer a su rebaño? O quizá sí, pero en lugar de reconocer Quién hace crecer la semilla (1ª Cor 3. 6) se atribuye la fecundidad a Ud. mismo, olvidando lo que dice el Señor: “Yo los envié a ustedes a cosechar donde no sembraron; otros ya habían hecho el trabajo, y ahora a ustedes les toca levantar la cosecha” (Jn 4, 38). El portal Aciprensa, al reportar su carta, dice: “Con Mons. Taussig (…) el Seminario logró un gran avance”, haciendo notar que uno solo de los sacerdotes ordenados en los últimos quince años dejó el ministerio.

Pero, en la balanza de Ud. tiene más peso lo que Ud. percibe como los amargos frutos de la rebeldía y la desobediencia”.

  1.  ¿Quién manipula?

“Tengo que decirles también que no se dejen manipular”.

Esta frase suya es casi obscena: si hay algo que caracteriza el modo autoritario que Ud. tiene de ejercer su poder es, precisamente, la manipulación, la amenaza, la argumentación sofística. La misma carta a la cual estamos respondiendo lo muestra ¿quién manipula hasta los mismos textos sagrados? ¿quién pretende resignificar los hechos? ¿quién pretende negar lo evidente, y cuando no lo logra, amenaza para imponer el silencio?

Menciona Ud. a “algunos de los que se entrometen sin ser de la Diócesis” ¿Es que ahora la catolicidad, es decir, la universalidad de la Iglesia debe ser reemplazada por el gueto? En muchas ocasiones ha insistido Ud. en “la preocupación por todas las Iglesias” que dice san Pablo (2ª Cor 11, 28) como una característica del oficio episcopal, continuación del apostólico, pero que no es exclusiva de la jerarquía: también cada bautizado debe tomar como propio lo que acontece en la Iglesia en todo el mundo. Si ya el autor pagano decía: “no considero ajeno nada de lo humano”, ¡cuánto más el cristiano!

Pero ahora pretende Ud. que nadie se entrometa a fin de que no obstaculice su labor de demolición. Cuando Ud. viajó a Roma a entrevistarse con el Papa y con su amigo el Cardenal Prefecto, se decía que su intención expresada era “defender los derechos del seminario” ¿Es que esos “derechos” consisten en reservarse para Ud. solo el destruir el Seminario?

  1. Su pretensión de censura universal a la información

“algunas de las agencias informativas que intervienen en nuestra realidad tienen posturas muy críticas y cizañeras contra el Papa Francisco, contra los santos Papas anteriores y aun contra el Concilio Vaticano II”.

Otra vez intenta Ud. “matar al mensajero”, desacreditándolo… ¿Cuáles son esas foráneas agencias informativas cizañeras? Es verdad que algunos blog y canales se han expresado con contundencia, quizá también vehemencia, al referirse a su persona. Pero ocurre algo parecido a lo dicho sobre las manifestaciones antes mencionadas: puede haber discrepancia sobre el modo de expresarse, puede incluso no haber coincidencia en la interpretación de un hecho. Pero si lo que se dice es verdadero, no puede negarse sin mentir. A veces incluso el silencio es complicidad. Se dice que “quien calla, otorga”. Tanto miente quien se calla ante lo falso como quien lo propala.

Alerta Ud. a quienes “se dejan llevar por sus noticias falsas, muchas veces arteramente calumniosas”. Pero recuerde Ud. que no hay calumnia cuando lo que se describe es simplemente la esencia de una acción: por ejemplo, si se dice que estando Ud. en Roma, a miles de kilómetros de distancia, toma el teléfono para ordenar la expulsión de un seminarista de curso superior ¿puede Ud. decir que se trata de un amoroso gesto paternal o de un gran celo por el bienestar del seminario, si no hubo un delito que urja tal decisión? Si alguien afirma que ese acto de Ud. es un comportamiento vil y autoritario, que denota inquina y prepotencia ¿es una calumnia? No: puede haber exceso de vehemencia o falta de moderación en la expresión, pero lo que importa es si tal cosa sucedió o no. Los hechos son los hechos.

Dice Ud.: “sepan reconocer las voces de sus legítimos pastores”. Ciertamente: reconocemos la legitimidad de nuestros pastores, pero no desconocemos que a veces sus actos no la convalidan. Si aúlla, es que no es pastor. El Buen Pastor ha concedido a sus ovejas la capacidad de reconocer su voz, así como de detectar las voces extrañas (Jn 10, 4-5), aunque no les haya concedido deponer –al menos ordinariamente–a los malos pastores.

  1. Amenazas veladas, nuevamente

“Pido a todos que no concurran a estas convocatorias anónimas. Agravan la situación y pueden perjudicar más a los mismos seminaristas, que todos queremos cuidar”.

¿Por qué participar en una manifestación puede perjudicar más a los seminaristas? Porque quien tiene el poder puede interpretarlo como una provocación ¿Y quién tiene el poder de perjudicar? Usted. Por tanto, es una amenaza velada ¿Y así dice que lo que quiere es “cuidar”? ¡Curiosa manera!

“serán interpretadas como gestos de rebeldía y contestación no solo contra la autoridad del Obispo diocesano, sino también contra las superiores autoridades de la Iglesia”.

“Serán interpretadas”: entiéndase como “¡están advertidos!”. Y, una vez más, se escuda en la figura del Papa ¿qué otras “superiores autoridades de la Iglesia” hay?

  1.  Agradecimientos y frases piadosas

Agradece Ud. las adhesiones y muestras de cercanía que ha recibido. No dudamos de que las hay, aunque ignoremos cuántas sean. Sí nos consta la “anónima” adhesión del Episcopado argentino, o mejor dicho, de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal. Nos queda la duda de si adhieren todos los Obispos en ejercicio (que son un poco más de cien): sería bueno saber cuántos sean, entre el total y los cuatro que firman.

En cuanto a las manifestaciones públicas que Ud. pide que no se hagan en su apoyo, ignoramos si –de no mediar su pedido– desbordarían las calles. Pero en lo que se refiere a las redes, el entusiasmo mucho no se nota.

Concluye Ud. exhortando a la oración, al cuidado por la unidad de la diócesis, a la aceptación humilde de la Cruz y a la confianza en la Providencia, cosas todas válidas y verdaderas, pero que en sus labios suenan vacías. Nos imaginamos en el calvario al soldado exhortando a Cristo a aceptar el clavo que atraviesa su carne… o a Caifás profetizando como Sumo Sacerdote sobre el valor salvífico universal de la muerte de Cristo, que él mismo estaba decidiendo. Podía profetizar verdaderamente: era la autoridad legítima en ese momento.

* * *

Disculpe, Sr. Obispo, que esta respuesta a sus breves palabras haya resultado un poco extensa. Si tuviéramos que responder cada afirmación suya que nos parece objetable o cada acto reprobable, sería cosa de no acabar.

Le pedimos solamente una cosa: no mienta más, no nos tome por tontos.

Qué otra cosa pedirle, no sabemos, porque lo que más nos interesa ahora se lo estamos pidiendo a Dios: que nuestro Seminario no se cierre. A la Santa Sede quizá podríamos pedir una visita apostólica: al Seminario y a la diócesis. Pero no logramos ponernos de acuerdo: algunos opinan que sería peor el remedio que la enfermedad. Entonces, quizá pedir que nos manden otro Obispo: pero las opiniones también difieren ¿Será mejor “malo conocido”? Lo cierto es que la imaginación estalla ante la posibilidad de que Ud. siga gobernando la diócesis ¿se imagina qué clima de tensión habrá si se concreta el cierre del Seminario?

Coincidimos, finalmente, con Ud. en elevar nuestro corazón a la Virgen, a san José y a nuestro santo patrono, el arcángel Rafael. Aunque probablemente estamos pidiendo cosas distintas… Sí, sabemos que –sea cual sea la resolución de este asunto– Dios sacará mayores bienes de esta crisis, pues “todo coopera para el bien de los que aman a Dios” (Rom 8, 28).

Y sí: rezamos por Ud.

Fr. Rafael Aingeru

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