SAN ROGACIANO Y EVANGELIO DEL DÍA

Rogaciano vivió en el siglo III en Roma y fue mártir de la fe cristiana.
Instado a adorar ídolos, respondió con valentía a sus verdugos que nunca adoraría nada que estuviera por debajo de él. Respuesta impresionante de un hombre realmente creyente y fiel.
Su martirio está unido al de su hermano Donaciano, también santo. Ambos habían sido apresados por la autoridad romana a fines del siglo III. Donaciano era su hermano menor y sin embargo había recibido la instrucción  cristiana antes que su Rogaciano. Por ello ya era bautizado mientras que su hermano mayor esperaba su momento. Y ese momento
llegó al negarse a obedecer a los que le animaban a salvar su vida adorando ídolos.
A falta de sacerdote en el calabozo, Donaciano lo bautizó y así Rogaciano recibió a la vez el bautizo de agua (sacramental) y el bautizo de sangre (martirial).
          San Rogaciano, valeroso mártir, intercede por nosotros


EVANGELIO DE HOY 26 DE OCTUBRE DE 2013

Día litúrgico: Sábado XXIX del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 13,1-9): En aquel tiempo, llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».

PALABRA DE DIOS
Nuestro Señor Jesucristo insiste una y otra vez en la necesidad de conversión: hemos de convertirnos. Tenemos la Gracia de Dios a nuestra disposición (por la confesión) y la Eucaristía como alimento del alma, y, desde ahí, hacer vida la Palabra de Dios. Pero en todo ello es precisa nuestra libertad, nuestro SI a Dios. La Salvación es gratuita pero NO es impuesta. Dios quiere que todos nos salvemos, pero si no seguimos su Voluntad podemos perdernos para siempre.
Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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