La expresión “Viva Cristo Rey” es una de las frases más entrañables nacidas desde la fe unida al compromiso de fidelidad con Nuestro Señor Jesucristo, y enmarcada en el sincero deseo de su reinado social. Al grito de “Viva Cristo Rey” han ofrecido su vida, desde el martirio, muchísimos cristianos a lo largo sobre todo de los últimos siglos y de forma especial los asesinados por odio a la religión desde los regímenes comunistas y ateos. Documentos múltiples hay en México (guerra a los cristeros) como en España (genocidio perpetrado por la II república contra la Iglesia Católica) de laicos, religiosos, monjas, sacerdotes….cuyas últimas palabras antes de morir fueron las citadas en el título (no entre paréntesis).
Desde ahí, no obstante, debemos llamar la atención sobre el fenómeno creciente, y a la vez muy preocupante, sobre la crisis gravísima de coherencia vital que en no pocas personas hace mella una doble vida que a su vez hace inviable el triunfo de las fuerzas fieles al cristianismo habida cuenta de que, como me dijo un gran amigo (cuyo nombre omito a petición suya) “Dios nunca da la victoria a quien no la merece”. Reflexionemos sobre esto a nivel práctico, concreto y actual:
¿No es verdad que hay, entre nosotros, muchos que gritando ¡Viva Cristo Rey! No se paran a pensar que NO quieren aceptar a ese Rey en sus vidas privadas?; en no pocos círculos patrióticos, tradicionalistas,… encontramos con frecuencia personas que no son practicantes sacramentalmente (van a Misa solo en días “especiales”) o bien llevan formas de vida personal incompatibles con la ley de Dios (o sea con la ley del REY Cristo). Me refiero a lo que hoy sutilmente se llaman “situaciones irregulares” y siempre se llamaron pecados públicos que causan escándalo entre los fieles: parejas de novios que viven juntos antes de casarse, casados por lo civil, divorciados que se casaron por la Iglesia y o bien conviven o se casan civilmente con una tercera persona….; pensemos en ello con valentía y honestidad: ¿Como puedo decir, ni siquiera pensar, en “Viva Cristo Rey” si no tengo la más mínima intención de acatar las leyes del que afirmo es mi REY?
Y sigamos reflexionando: nos encontramos con actitudes de lo más peligrosas para la salvación eterna. Actitudes como la de pensar, y creerse (el diablo es padre de la mentira) que si soy un gran apologeta de la fe católica, si mi patriotismo me lleva a desear dar la vida por mi nación, si lucho sin cuartel contra los enemigos de Cristo, de la Iglesia, de la patria…….. y a la vez reservo mi vida privada en el pecado porque no estoy dispuesto a convertirme, me llego a creer que esa parte publica/patriótica/tradicional de mi vida va a borrar mi pecado personal delante de Dios y me voy a salvar!!!; es decir: mi seguridad en mi mismo llega a ser tan elevada que asumo la actitud de manipular al mismísimo Dios Nuestro Señor desde un abyecto abuso de la misericordia divina. Se aconseja vivamente aquí la lectura de las meditaciones sobre la muerte de san Alfonso María de Ligorio para formar bien la conciencia ante semejantes auto-engaños.
Pues bien: hay que decir alto y claro que la primera acción de la voluntad debe ser que Cristo reine en MI vida personal. Solo desde ese punto podremos luchar por el reinado social de Cristo que incluye el sano patriotismo sobre todo en naciones de profunda raíz católica como las mencionadas antes: España y/o México. Solo desde ese impulso inicial que nos lleve a tener de verdad a Cristo como rey de nuestro cuerpo, alma, hogar, trabajo, relaciones afectivas, relaciones de cualquier otro tipo….etc
Punto aparte para los políticos católicos, o, al menos, que defienden con elogiable valor los principios y costumbres de la fe cristiana. ¿Cómo es posible que algunos sean tan valientes al afirmar públicamente valores católicos y luego nos enteremos de que viven en situaciones de pecado mortal sin tener intención de romper con la misma? ¿Hemos convertido el ejercicio de la acción política en una manifestación externa del barniz que es visible aunque cubra la podredumbre privada que acabará siendo también visible?
Hagamos examen de conciencia y consideremos el ejemplo de los santos: todos ellos comenzaron el camino de su vocación desde la propia conversión personal y, al menos, cuando ese camino estaba ya iniciado, y hasta consolidado por una vida normalizada en Gracia de Dios, pasaron a luchar de forma activa y firme contra los enemigos de Cristo. Primero lucharon contra los enemigos de su propia salvación antes de acometer empresas apologéticas contra los enemigos de la salvación de los demás
Termino con una cita de 1ª de san Pablo a Corintios 9, 27:
Golpeo mi propio cuerpo, lo castigo para controlarlo, para así, no resultar yo mismo descalificado ante Dios, después de haber anunciado la buena noticia de salvación a los demás.