En este nuevo aniversario del 18 de Julio, quisiera unir mi homenaje al inolvidable alzamiento, recordando a una de sus figuras emblemáticas: Antonio Rivera, El Ángel del Alcázar.
Quisiera a la par, pedirle al Dios de los Ejércitos, que castigue las manos impías de quienes osen atentar contra el Valle de los Caídos, signo y pendón de aquella Cruzada memorable.
¡Arriba España!
¡Viva Cristo Rey!
ºººººº
ANTONIO RIVERA
El Ángel del Alcázar
Es el día asignado en la tarde más roja,
por la Voz Providente que la historia acaudilla.
Cuando en hombres y en patrias la vocación se prueba
al filo del dolor que la carne acuchilla.
El día del dilema puesto al pie del sagrario,
tantas noches en vela o cumpliendo Ejercicios.
Y resuelto de pronto, vertiginosamente,
entre pólvora, balas, audaces sacrificios.
El martirio o la guerra, había sido el cruce
de anhelos que tensaban tu celo legionario.
Pero en Toledo estabas, donde el Imperio aúna
la milicia y la Fe, el fusil y el breviario.
Estabas en Toledo y en Toledo el Alcázar,
el águila bicéfala guardaba su legado.
Ya tenías tu puesto en la hidalga epopeya,
trazada a tu medida de apóstol y soldado.
Era el día de España, Antonio, lo sabías;
el día de la Iglesia, y las dos ultrajadas.
Vertical el Arcángel arengaba a sus huestes,
abajo en la vanguardia con honor te alistabas.
Fue entonces que te vieron meditando el rosario,
sirviendo una metralla, aliviando un incordio.
Riendo con tu risa, profeta de victoria,
cumpliendo tu consigna, la de tirar sin odio.
Ni una queja furtiva, ni una nostalgia vana,
encendida de hazañas tu juventud ardió,
veteranos de guerra celebraron tu temple,
y al pelear mutilado te admiró Moscardó.
Era el día del triunfo, cuando llegan las tropas
del Caudillo que avanza a salvar la heredad.
Pudo pintarlo El Greco con las aguas del Tajo,
Si acaso en el Alcázar no había novedad.
Érase al fin el día de tu largo via crucis,
de saber que se muere como Cristo sufriente.
“¿Qué quieres para el Cielo?”, preguntabas al irte.
Ahora al son de tu nombre respondemos: ¡Presente!