2017: Triple centenario para la reflexión

2017 es, sobre todo para los católicos, el centenario de las apariciones de la Santísima Virgen María en Fátima. Y la celebración de este gran aniversario (que durarán hasta el próximo 13 de octubre) no debe hacernos caer en el olvido de otros centenarios dados en este año y que por sus perniciosos efectos morales constituyen la mejor explicación de la actual deriva espiritual del mundo y crisis interna de la cristiandad. Sucedieron cada doscientos años: 1517, 1717 y 1917. Y fueron minando progresivamente la Fe Cristiana hasta hacerla desaparecer en una inmensa cantidad de almas. Hagamos memoria histórica y obtengamos conclusiones que nos sean de utilidad:

1517: Hace 500 años de la llamada “reforma” de Lutero en Alemania. La rebelión de este religioso agustino que, sin duda, estaba basada en algunos presupuestos razonables (como la venta de indulgencias), supuso la ruptura de la Fe en la Iglesia. Desde entonces crece el podrido fruto de “Cristo SI pero Iglesia NO”. Obviando que la Iglesia es el mismo Cuerpo Místico de Cristo, la influencia luterana va dibujando en las conciencias protestantes que la Palabra de Dios puede ser libremente interpretada por cada cristiano sin necesidad de ser enseñada por la autoridad de la Iglesia. Se puede, por tanto, creer en Cristo sin creer en la mediación de la Iglesia.

1717: Hace 300 años de la fundación de la masonería en Inglaterra. Esta institución secreta va a impulsar el pensamiento ilustrado del que bebe la revolución francesa de 1789, la cual, al entronizar a la “diosa razón” va a desplazar a Cristo del centro de la sociedad para colocar en el al ser humano “autosuficiente”. Desde entonces crece el podrido fruto de “Dios SI pero Cristo NO”. Obviando que Cristo es el Verbo de Dios Encarnado, la influencia masónica va dibujando en las conciencias cristianas (católicas y protestantes) que en el fondo Cristo fue “uno más de la historia: un personaje excepcional, pero NO es Dios encarnado”. Se puede, por tanto, creer en Dios sin creer que Cristo es el Único por quien se va al Padre.

1917: Hace 100 años de la revolución bolquevique en Rusia. La ideología marxista-leninista, que en su  ámbito filosófico bebe de los llamados “maestros de la sospecha del siglo XIX” (como Feuberbach) y del idealismo panteísta (Hegel), va a impulsar el pensamiento materialista de la no existencia de Dios basándose en la doble idea del “opio del pueblo” y el emergentismo de la mente humana para crear una respuesta vital tras la muerte física. Y desde entonces el podrido fruto que crece es “Dios NO”. Obviando así la misma ontología, la influencia marxista va dibujando en las conciencias (cristianas y no cristianas) que la idea divina es fruto del afán humano por eternizarse y, para algunas minorías, fruto de la estrategia para explotar a los débiles. Y se puede, por tanto, hacer el “bien” sin necesidad de Dios, bastándole al ser humano su propia determinación.

Por tanto: veamos como HOY día en la conciencia de no pocos católicos ya ha calado esta triple gradación aunque se mantengan apariencias de fe, de devoción o incluso de doctrina. Y para constatar hasta que punto esta histórica influencia es cierta, pensemos en los tópicos que toman cada vez más fuerza en las llamadas “sociedades cristianas”:

1º: Que cada cual decida en conciencia lo que sea bueno o malo en su conducta.

Este tópico supone la victoria del protestantismo en la conciencia. Se rechaza la objetividad moral, la tradición de la Iglesia, el dogma y el depósito mismo de la Fe. La mediación de la Iglesia queda reducida a lo meramente superficial y sociológico. Y, a la vez, la misma jerarquía de la Iglesia (en gran número) tras afirmar que “la doctrina no cambia” resulta que tampoco predica esa doctrina.

2º: Da Igual creer en Cristo, en Buda, en Mahoma o en el Templo……etc

Este tópico supone la victoria del liberalismo masónico en la conciencia. Se rechaza que Cristo sea EL redentor y se le rebaja a la “categoría” de iluminados que a lo largo de la historia lucharon por valores morales y justos. La mediación de Cristo queda reducida a lo meramente humano y ético. Y a la vez, la misma jerarquía de la Iglesia (en gran número) pierde su tensión apostólica al reducir la misión al ámbito social y de promoción humana.

3º: Da igual creer que no creer en Dios.

Este tópico supone la victoria del materialismo ateo en la conciencia. Se rechaza que Dios sea necesario y se afirma o duda de su existencia, o también se iguala su “concepto” a otros de carácter extraño como la “madre tierra”, o la “energía” o el mismo universo vivo. Y también se denota en alguna jerarquía de la Iglesia una acomplejada y débil predicación de lo sagrado, del Misterio de Dios, para rellenar las lagunas de una pura demagogia populista y horizontal donde la cristiandad parece imitar ideologías ecologistas en vez de dar testimonio de Cristo el Hijo de Dios.

Entonces: en este año 2017, centenario de las apariciones de Fátima, cuyo “secreto más secreto” parece más bien estar en dirección a la apostasía interior del cristianismo que a sucesos geológicos, metereológicos o criminológicos…….., podemos advertir que es María Santísima, la vencedora de todas las herejías, quien nos tiende a todos la mano amorosa para que seamos capaces, de forma personal y comunitaria, de desandar lo erradamente andado y convertirnos de corazón como Ella misma nos pidió:

* Reconocer la mediación de la Iglesia Católica, con su tradición de dos mil años, como la única intérprete de la Palabra de Dios.

* Reconocer a Cristo como único Redentor.

* Creer en Dios uno y trino, Dios Amor “ad intra” (en la Trinidad) y “ad extra” (en la Creación), sin tratar de “definirlo” desde concepciones humanas (energía, bien, totalidad…)

Oremos para que este año 2017 suponga un punto de inflexión en la historia del mundo y de la Iglesia. Quizás sea ese el gran “Milagro” que nos llegue desde el Cielo en este centenario de Fátima.

Boletín de la diócesis de Oruro.

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