El 4 de Enero recordamos al Beato Manuel González, nacido en Sevilla y conocido como «el sacerdote del Sagrario».
Nace en 1877 y muere en 1940. Fue Obispo de Málaga y de Palencia. Promovió celosamente el culto a la Sagrada Eucaristía
y fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de Nazaret. Siendo niño fue «seise» de la Catedral de Sevilla.
Está enterrado en la Capilla del Santísimo de la Catedral de Palencia, bajo la inscripción que él mismo redactó:
«Pido ser enterrado junto a un Sagrario
para que mis huesos, después de muerto
como mi lengua y pluma en vida
estén siempre diciendo a los que pasen
¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está Jesús! ¡No lo dejéis abandonado!»
De la liturgia de las Horas (textos propios de la Archidiócesis de Sevilla) recogemos este párrafo de su precioso texto «Mi primer Sagrario Abandonado»:
¡Dios mío, que bien me diste a entender la definición de mi sacerdocio, haciéndome ver que un sacerdote no es
ni más ni menos que un hombre elegido y consagrado por Dios para pelear contra el abandono del Sagrario!
Manuel González fue siempre muy sensible al abandono que muchas personas hacen del Sagrario, y quiso reparar por ello con la entrega de su vida. Hoy más que nunca hemos de recuperar la figura de este grandísimo sacerdote beatificado en 2001 por Juan Pablo II. E imitarle en su delicado amor por Jesús Sacramentado, dando testimonio y certera catequesis a los demás. Hoy más que nunca conviene recordar a todos que Jesucristo está realmente presente en el Sagrario, y que esa presencia no se puede comparar a la que podamos sentir en las imágenes por muy hermosas que sean.
Beato Manuel González, corazón enamorado de Jesús Sacramentado, intercede por nosotros