Inicio CORRISPONDENZA ROMANA Brasil: derrota de izquierdas procastristas, esperanzas sin bajar la guardia

Brasil: derrota de izquierdas procastristas, esperanzas sin bajar la guardia

Brasil: derrota de izquierdas procastristas, esperanzas sin bajar la guardia

Miami, 02 de diciembre de 2018.

Mis felicitaciones a los organizadores de la Cumbre Conservadora de las Américas, que se realizará el próximo 8 de diciembre en Foz do Iguaçu, Brasil. Según informaciones, será un evento internacional de líderes que no se avergüenzan de defender principios de derecha y conservadores. No me será posible comparecer, tal como hubiera deseado. No obstante, me permito enviar a organizadores y participantes unas rápidas reflexiones.

Brasil se encuentra en un contexto histórico providencial  de derrota electoral del procastrista Partido de los Trabajadores, y de derrota del proyecto histórico  de su inspiradora, la llamada  “izquierda católica”, con sus “teólogos de la liberación”. Unos y otros hicieron todo lo posible para transformar la Tierra de la Santa Cruz en una gigantesca Cuba. 

En sentido contrario, en el campo electoral, el presidente electo, Sr. Jair Bolsonaro, supo interpretar los anhelos más legítimos de sectores mayoritarios del pueblo brasileño, de orden y progreso, de principios familiares, de propiedad privada y libre iniciativa, de seguridad y honestidad pública, de rechazo al comunismo y a la corrupción, en fin, teniendo a Dios por encima de todos, como el presidente electo suele proclamar.

Comparto esos anhelos de vastos sectores del público brasileño y les deseo, junto a quien escogieron como nuevo presidente, las mejores, mayores y más fructíferas realizaciones.

Sé lo que es el comunismo, y lo sufrí en carne propia con todos sus horrores.

Pasé 22 años preso en las más degradantes mazmorras castristas. Por no aceptar la rehabilitación política, que me obligaba a firmar un documento renegando de mis valores y de Dios, me dejaron durante años desnudo, con terribles castigos diarios, viviendo en medio de la suciedad, de insectos  y de excrementos. Estuve ocho años, sin salir jamás, en una celda sellada a cal y canto, sin ver jamás la luz del sol y ni siquiera la luz artificial. La fuerza para resistir me vino de Dios, de mis creencias y del amor de mi esposa Martha.

 Mi fe aumentó más aún cuando en la siniestra prisión de La Cabaña oí los gritos de jóvenes mártires católicos que morían fusilados  en el paredón proclamando  “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!”

Una campaña internacional por mi libertad, organizada por mi esposa, logró que el Presidente francés, François Mitterrand, pidiera mi libertad a Fidel Castro. Ya en el exilio, describí los horrores del comunismo cubano y el infierno de las cárceles en mis memorias “Contra toda esperanza”. Viajé por las Américas y Europa, junto con mi esposa Martha, denunciando al castrismo.

Ejercí durante algunos años el cargo de embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Porque fui uno de los que denunció el Foro de São Paulo; el Foro Social Mundial de Porto Alegre; y el “eje” de Brasil lulista con Cuba castrista y Venezuela chavista, el ex presidente Lula, en entrevista concedida al periodista brasileño Boris Casoy, me acusó de “embustero” (en portugués, “picareta”).  He escrito decenas de artículos manifestando respetuosa perplejidad con la complacencia de altos eclesiásticos hacia el régimen de La Habana, incluyendo, oh dolor, al propio papa Francisco.  Continúo y continuaré, con la palabra y la pluma, esa ardua lucha anticomunista, sumando esfuerzos con quienes dentro y fuera de la isla-cárcel han denunciado y denuncian a la dictadura comunista.   

En ese difícil contexto, la victoria del Sr. Bolsonaro ha abierto expectativas de una acción diplomática firme y decisiva del gobierno brasileño a favor de la libertad de Cuba, revertiendo el vergonzoso apoyo al régimen de La Habana del ex presidente Lula, de su Partido de los Trabajadores y de “teólogos de la liberación, que durante tanto tiempo financiaron y justificaron al régimen criminal de Fidel Castro y sus secuaces. 

Esa tarea no será fácil, porque las izquierdas perdieron una importante batalla, pero sería aventurado decir que han perdido la guerra. No tenemos el derecho de bajar la guardia. Nuestra esperanza de que la fe, la verdad y la libertad prevalecerán, debe ser fuerte. Sí, para los amantes de la libertad nada es imposible, sobre todo porque, permitiéndome citar una vez más el certero lema del presidente electo de Brasil, Dios está por encima de todos.

Armando F. Valladares

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