Los comentarios de Marx “son para quedarse en el bar del pueblo”: Carta del Cardenal Josef Cordes a Tagespost en donde públicamente reprende al Presidente de los obispos alemanes.
Pobreza y humildad: el Cardenal Marx hace algunos años en Fulda, disfrutando uno de sus mayores placeres: puros de lujo subsidiados con los impuestos eclesiásticos
El sitio web de noticias católicas en lengua alemana Kath.net, brindó hace unos días un resumen autorizado de la carta enviada por el Cardenal Cordes a Tagespost, sobre las más recientes y controvertidas declaraciones del Cardenal Marx, en las cuales declara, en efecto, la independencia de la Iglesia Alemana. Traducción por el lector “k”:
Ciudad del Vaticano. Resumen autorizado de una carta de fecha 7 de marzo del 2015 al editor de “Tagespost”, en la cual el Cardenal Paul Josef Cordes, ex presidente de la obra papal COR UNUM, públicamente reprende alguna de las declaraciones realizadas por el Cardenal Reinhard Marx y el Obispo Franz-Josef Bode of Osnabrück, en la sesión plenaria de los obispos alemanes en Hildesheim:

uno de sus grandes placeres: los puros de lujo financiados por el Impuesto Iglesia
En la última sesión plenaria de los obispos alemanes se hicieron públicas las declaraciones de su presidente, mismas que no se publicaron oficialmente pero tampoco fueron negadas por la Secretaría de la Conferencia. Dado que las palabras del representante más prominente de los católicos alemanes daban indicaciones y, además, causaron revuelo en los medios, parecería lógico desmentir públicamente algunas de las posiciones expresadas, a efecto de limitar la confusión causada en varias partes.
En estas declaraciones, el presidente (Marx) hizo notar que en la Iglesia Universal “ciertas expectativas” se dirigen hacia Alemania. Esto es sorprendente. Una encuesta de la “fundación Bertelsmann” mostró que sólo el 16.2 % de los católicos de Alemania occidental creen en un Dios todopoderoso como persona a la cual pueden encontrar, todos los demás católicos equiparan a “Dios” con una providencia sin rostro, un destino anónimo o un poder primordial – o simplemente niegan su existencia. Por tanto, existen pocas razones para jactarse ante iglesias de otros países sobre nuestra fe.
Más aún, no sólo es sorprendente que la Iglesia Alemana supuestamente disfrute de tanto respeto dentro del catolicismo. Todavía más irritante son las confusiones teológicas y declaraciones, por las que el Presidente de la Conferencia Episcopal expresó de plano que “No somos sucursales locales de Roma. Cada conferencia es responsable del cuidado pastoral en su ambiente cultural y, como su tarea más apropiada, tiene que proclamar el Evangelio a su propio modo”. Como experto en ética social, el Cardenal Marx podrá saber mucho acerca de la dependencia de las sucursales de grandes corporaciones. En un contexto eclesiástico, tales declaraciones más bien deberían quedarse en el bar del pueblo.
¿Qué significa, sin embargo, la “responsabilidad” por el “cuidado pastoral” en un ambiente cultural? Sin lugar a dudas, el Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana tiene tal competencia para asuntos como la nueva edición del Himnario [Gotteslob, nueva edición recientemente publicada en el mundo de habla germánica], o en decisiones como las rutas de peregrinos a Altötting (santuario mariano). Sin embargo, el debate sobre los problemas de los divorciados vueltos a casar es distinto. Lo anterior está vinculado a la teología, la cual forma su centro. Por lo tanto, incluso un Cardenal no puede, casi como golpe de estado, separar la atención pastoral de la doctrina – a menos que quiera ignorar el significado de las palabras de Jesús, que nos obligan por la fe, así como las definiciones vinculantes del Concilio de Trento.
El sentido fundamental de comunidad, pilar central teológico-espiritual defendido por la iglesia universal, parece ser de poca relevancia en las declaraciones de Hildesheim expresadas por Marx, a pesar de que los obispos han prometido explícitamente tal “unidad con el colegio de obispos bajo el Sucesor de San Pedro” al momento de su consagración. La afirmación “no podemos esperar hasta que un sínodo nos diga cómo debemos moldear el cuidado pastoral del matrimonio y de las familias aquí” fue apenas inspirado en el sentido eclesiástico de “communio”, por decir lo menos. Este “instinto anti romano” no es invención de algunos académicos, sino una realidad en el norte (de Europa) que muestra un fuerte poder centrífugo. Es destructivo en grado sumo para la unidad de la Fe.
Sin embargo, también es correcto que el Cardenal Marx no está solo. El Presidente de la comisión pastoral de la Conferencia, el Obispo Franz-Josef Bode, vino en su auxilio al demandar que el cuidado pastoral y el dogma tenían que enriquecerse mutuamente. Esta fue, presuntamente, una idea “históricamente importante”, la cual incluso llama “un cambio de paradigma”. Para este propósito utiliza incluso la constitución conciliar “Gaudium et Spes”, donde está escrito que no hay nada “verdaderamente humano que no encuentre eco en sus (los discípulos de Jesús) corazones”.
De ahí él deduce que “no sólo el mensaje cristiano debe encontrar eco en los hombres, sino los hombres deben encontrar eco en nosotros”. “¿En qué relación se encuentra la doctrina de la Iglesia hoy en día con la vida cotidiana del hombre? ¿Integramos suficientemente las experiencias concretas de la gente a la doctrina? Una discrepancia total entre vida y doctrina no debe suceder”. Sin embargo, la pretensión de deducir el contenido de la fe de la experiencia de la vida humana no es tan nueva como así se pretende, y especialmente no puede ser llamada “un cambio de paradigma”.
Durante el debate conciliar sobre la relevancia de los fenómenos sociales o eclesiásticos para la Fe, los argumentos se centraron en la expresión bíblica “signos de los tiempos”. No obstante, el debate de los padres conciliares tuvo como resultado el que sería erróneo descubrir “los signos de los tiempos” simplemente en la vida humana como una “fuente para la fe”, y explícitamente rechazaron el vergonzoso atajo de que un fenómeno que constituyera un desafío para la Iglesia sería como tal, una fuente de Fe (Locus Theologicus). Por el contrario, el Vaticano II en la constitución sobre la “Revelación Divina”, no deja duda que la Fe de la Iglesia Católica se nutre únicamente de la Escritura y de la tradición eclesiástica. Con independencia de esta inequívoca dirección, sería paradójico atribuir a un pequeño grupo de miembros de la Iglesia, que viven en una situación espiritualmente lamentable aunque objetivamente irregular, la función de fuente de la Fe.
Este problema no toca directamente a la mayoría de los miembros de la Iglesia que practican la Fe. Que los pastores reunidos en Roma este otoño también instruyan a estos hombres y mujeres acerca de la manera en que su matrimonio los puede enraizar más profundamente en la Fe en Jesucristo, para que así lleguen a ser, para muchos contemporáneos, testigos del poder de Dios en la vida de los hombres. Quizá también llegue a ocurrírseles a los padres sinodales el expresar su respeto a aquellos que, a causa de su fidelidad a los votos matrimoniales hechos una vez, no acceden a ninguna nueva unión. También ellos existen.
[Traducido por Ramses Gaona. Artículo original]