La “Nueva Cristiandad” – o los 5 mandamientos de la auto-demolición: 4) Nueva Eclesiología
Eclesiología es la doctrina sobre la naturaleza de la Iglesia. Jesucristo fundó en la tierra una sociedad visible, que se llama Iglesia Católica, y que todos los que forman parte de esta Iglesia están en comunión entre sí. La Iglesia Católica es de institución divina, con una constitución o esencia específica, quien abandona dicha esencia o constitución, forma parte de una falsa iglesia. Una organización que pretende ser una iglesia cristiana debe probar que su constitución o esencia es la misma que la que Cristo había dotado a su Iglesia. Debe tener esencialmente la misma doctrina, el mismo culto y la misma disciplina como la Iglesia establecida por Cristo, las mismas características esenciales, así como una jerarquía entroncada en los Apóstoles.
La Iglesia Católica es el Cuerpo Místico de Cristo, en analogía con el cuerpo físico de Cristo, donde Él es la Cabeza y nosotros los miembros.[1]
En contraste con esta doctrina sencilla y lógica sobre la naturaleza de la Iglesia Católica, y la obligación de pertenecer a ella, los modernistas han inventado una nueva doctrina, una novedad, una herejía.
Afirman los progresistas: La Iglesia de Cristo y la Iglesia Católica Romana no son una sola Iglesia ya que todas las otras iglesias cristianas pertenecen a la Iglesia de Cristo, siendo en consecuencia éstas, verdaderas «iglesias particulares», que conforman junto con la Iglesia Católica Romana, la única Iglesia de Cristo.
La Iglesia Católica Romana se encuentra en «comunión parcial» con las otras iglesias cristianas en la medida en que éstas poseen elementos de la Iglesia de Cristo, como sacramentos válidos y doctrinas ciertas.
A pesar de que la Iglesia de Cristo, no subsiste plenamente en las iglesias no católicas, se encuentra en éstas de manera imperfecta, siendo por lo tanto las iglesias no católicas también «medios de salvación» válidos, en la medida en que preservan los elementos genuinos de la Iglesia de Cristo.
El Pueblo de Dios es la Iglesia amplia que «subsiste» en la Iglesia católica, pero que no se reduce sólo a ella. La Iglesia no se considera ya como la comunidad exclusiva de los candidatos a la salvación, sino como la vanguardia histórica y social de esta realidad oculta (Rahner).
En esas iglesias no católicas, por ejemplo la Ortodoxa, que tienen sacramentos válidos, la Iglesia una, santa, católica y apostólica, se hace presente, por ejemplo, cada vez que celebran la Eucaristía.
La Iglesia de Cristo es parte del mundo: no existe para sí misma, sino para servir al mundo, entonces es necesario que disuelva todas sus instituciones propias. En su vida litúrgica, cualquiera de sus miembros puede servir de sacerdote. En su vida jurisdiccional, las Conferencias Episcopales deben tener plena autonomía, así como las iglesias locales, ya que su autoridad proviene de las bases, de la corresponsabilidad de los bautizados, una «eclesiogénesis» en palabras de Leonardo Boff, que nace en la periferia, porque sólo ahí es posible la verdadera creatividad y libertad frente al poder. [2]
Kant es filosofo crítico ante todo, pero su filosofía lo abarca todo y corrompe todo lo que toca, y es la encarnación misma del modernismo protestante por la coherencia interna de sus puntos de vista en cualquier ámbito, tanto filosófico y escriturario como teológico. En la católica Francia, encuentra su par en Loisy, reconocido con razón como el cabecilla de los modernistas. La ley de la vida de Loisy consiste en que la Iglesia se deforma y transforma en la más perfecta contradicción. La verdad, la Revelación, el dogma, el Evangelio y la divinidad de Jesucristo, todo cae dentro de ese torbellino evolutivo. Los términos son los mismos, pero completamente cambiados o colocados fuera de contexto gracias a la varita mágica del desarrollo perpetuo: [3] La verdad, en cuanto bien del hombre, no es más inmutable que el hombre mismo. Evoluciona con él, en él y por él; y eso no le impide ser la verdad para él; es más, sólo lo es con esta condición. [4]
Con razón lo proclamaba el Papa Pío XII: En estos últimos siglos trató de realizar la disgregación intelectual, moral y social de la unidad del organismo misterioso de Cristo. Quiso la naturaleza sin la gracia; la razón sin la fe; la libertad sin la autoridad; a veces, la autoridad sin la libertad. Es un ´enemigo´ que se volvió cada vez más concreto, con una ausencia de escrúpulos que todavía sorprende: ¡Cristo sí, Iglesia no! Después: ¡Dios sí, Cristo no! Finalmente el grito impío: ¡Dios ha muerto! y hasta ¡Dios jamás existió! [5]
Esa nueva eclesiología reduce la Iglesia de Cristo a una amalgama de muchas iglesias diferentes, con doctrinas, disciplinas y jerarquías diferentes y opuestas, y, reducida a una institución benéfica que transmite las experiencias religiosas del pasado.
Germán Mazuelo-Leytón
[1] Cf: Catecismo Mayor de San Pío X.
[2] Iglesia, carisma y poder, Leonardo Boff.
[3] Cf: Cien años de modernismo, Padre Dominique Bourmaud.
[4] Autour d´un petit libre.
[5] Discurso a la Acción Católica Italiana, 12-10-1952.