Meditación XI
Composición de lugar. Considera a tu alma escuálida, macilenta, llena de asquerosidades delante de Dios por tus pecados.
Petición. Dios mío, primero morir que pecar.
Punto primero. El pecado venial es una ofensa, aunque leve, que la criatura hace al Creador. Yo no sé, hija mía, cómo puede llamarse leve o chico un pecado, conque la criatura, vil gusanillo, ofende y disgusta a su Creador, sobre todo si es hecho con advertencia; que ofensa grande pareces decir el hombre a Dios: Aunque veo que con esto os disgusto, prefiero mi consentimiento al vuestro… ¿Es esto poca osadía y descaro?… pues esto haces, hija mía, cuantas veces ofendes deliberadamente, aunque sea levemente, a tu Creador, a la infinita majestad de Dios… No es lícito cometer ningún pecado leve, aunque con esto pudiese salvar a todos los hombres, y sacar del infierno a todos los condenados, y liberar a todas las almas de las penas del purgatorio… es peor mal un solo pecado venial que la destrucción del orbe entero, que la pérdida de todas las almas y de todos los Ángeles y Santos, porque todos estos males son finitos, son males de la criaturas, y el pecado, aunque leve, es ofensa de Dios, que es bien infinito. ¡Oh hija mía! ¡tú tampoco que temes el pecado venial! ¡bebes la iniquidad como el agua! Enmiéndate.
Punto segundo. En cierto modo debes tener más horror al pecado leve que al grave, porque más fácilmente se comete, y pocas veces nos arrepentimos de veras de él. ¡Cuántas palabras ociosas! ¡cuantas acciones… cuántas omisiones… en el comes, beber, vestir, andar, conversar, en casa, en la iglesia, en las cosas de devoción, de obligación, en resistir a las inspiraciones de tu Angel bueno!!! ¡Oh! Medítalo seriamente, que son más que los cabellos de tu cabeza… Pondera los efectos que causa en tu alma el pecado venial. La debilidad para el bien, le causa hastío y cansancio en el camino de la virtud, como atacada de perlesía no puede apenas dar un paso en la vida espiritual… las gracias se retiran, Dios cobra hastío de ella y empieza a vomitarla, y está en gran peligro de caer en pecado mortal… ¿Y aún dirás que el pecado venial es nada, un escrúpulo de gente timorata?
Punto tercero. Mira además cómo lo castiga Dios en este mundo en sus siervos más queridos… Moisés y Aarón y su hermana María, la mujer de Lot… la muerte de los hijos de Aarón, la de Oza, la de Ananias y Safira… fueron castigados de culpas leves. Y el fuego del purgatorio, ¿no lo enciende la malicia del pecado leve? … Una falta que priva y retarda de gozar de un bien infinito, cual es la vista de Dios, y la posesión del cielo, y sujeta al alma, amiga por otra parte de Dios, a una cárcel de los más atroces tormentos, ¿puede llamarse leve? … ¡Oh hija mía! Líbrete el Señor de todo pecado, por chico que sea, sobre todo hecho con advertencia. Mejor te fuera no haber nacido que cometerlo, morir mil muertes que caer en él. Óyeme.
Padre nuestro y la Oración final.
Fruto. Jesús mío, propongo firmemente no cometer jamás pecado alguno venial, a lo menos con advertencia. ¡Nada contra mi Dios! ¡Viva Jesús, muera el pecado!
San Enrique de Ossó