La confesión es el sacramento de la misericordia de Dios, que nos perdona siempre y solo nos pide que hagamos un examen de conciencia para arrepentirnos de nuestros pecados y luego, experimentando dolor por haberle ofendido, hacer propósito de no volver a caer en ellos. Pero si esto sucede, la misericordia de Dios es tan infinita que volverá a perdonarnos una y otra vez, siempre que hagamos una confesión bien hecha.
Para hacer la confesión bien hecha es preciso:
- – Hacer el examen de conciencia
- – Rezar un acto de contrición para manifestar pesar de haber ofendido a Dios
- – Proponerse cambiar para bien
- – Decir los pecados al confesor (sacerdote), lo cual es obligatorio y no puede sustituirse por decírselos a una imagen de Jesús o María, y ni siquiera al mismo sagrario. Cristo perdona a través del sacerdote, porque Él así lo decidió (leer Juan 20, 22-23)
- – Cumplir la penitencia que el confesor diga, y reflexionar sobre sus consejos.
- Hay que recordar que los pecados veniales se perdonan comulgando, pero los mortales precisan de la confesión. Pero es bueno decir los veniales también.
Hay que recordar que la confesión es obligatoria al menos una vez al año, pero lo recomendable es con una frecuencia mayor. Las personas de vida espiritual profunda confiesan cada una o dos semanas.
Hay que recordar que aunque el pecado mortal sea algo muy extendido en nuestra sociedad, no por ello deja de ser pecado. Lo que hace bueno y verdadero a algo no es su consenso social sino su relación con Dios y la ley natural por Él inscrita en los corazones.
En ese sentido debe recordarse como doctrina cierta de la Iglesia que:
– No asistir a Misa un domingo o día de precepto es pecado mortal a no ser que sea por causa justificada, como la enfermedad, la imposibilidad o el cuidado de un enfermo (ver punto 2181 del catecismo)
– No confesar en un plazo superior a un año es pecado mortal (ver punto 1457 del catecismo)
– Comulgar estando en pecado grave es doble pecado, por lo que en ese caso se recomienda ir a Misa pero sin comulgar. Cuando se ha faltado a Misa en domingo o precepto no se debe comulgar hasta después de confesar (ver punto 1457 del catecismo)
Y el incidir en ese triple guión es porque, de unas décadas a hoy, se ha extendido mucho la ausencia de sentido de pecado sobre todo en los mandatos 1º, 2º y 3º del decálogo. Hay muchas personas que se olvidan de ellos y solo creen que pecar se relaciona con el prójimo. También en este aspecto hay que recordar la moral que se integra en los mandamientos 6º y 9º, sobre el buen uso de la sexualidad dentro de la afectividad comprometida que se da solo en el matrimonio. Por tanto, la Iglesia recuerda que todo acto sexual fuera del matrimonio es pecado grave aunque se haga “por amor”, ya que ese “amor” precisamente exige la espera a que sea bendecido por Dios en el sacramento matrimonial.
Se propone a continuación un examen de conciencia claro y concreto, que aspira a ser lo más completo posible:
– Prepárese con calma en oración un buen examen de conciencia. Luego haga un acto de contrición y un propósito de no volver a pecar. Y ya arrepentido acuda al confesonario
– Antes de empezar diga cuando se confesó la última vez
– Y confiese sus pecados, no los pecados de los demás, con brevedad y sinceridad
– Y no olvide encomendarse a la Virgen María antes de comenzar
¿Niego o dudo de alguna verdad de fe? ¿Me he rebelado contra Dios? ¿Aparto a Dios de mi vida? ¿He sido irreverente? ¿He recibido la comunión sin confesar? ¿Soy supersticioso o acudo a magos? ¿He hablado públicamente mal de la Iglesia ? ¿He practicado espiritismo?
¿He blasfemado? ¿He jurado en falso? ¿Me he avergonzado de ser cristiano o de pertenecer a la Iglesia ? ¿Me alejo de Dios cuando no me da lo que le pido?
¿He faltado a Misa en domingo o día de precepto? ¿Llego tarde a Misa de forma acostumbrada? ¿Me he confesado al menos una vez al año? ¿He comulgado en gracia al menos en Pascua florida? ¿He observado la abstinencia de carne los viernes de cuaresma? ¿He dejado de ayunar en miércoles de ceniza? ¿He mentido u ocultado algo grave en la confesión? ¿Creo en las enseñanzas de la Iglesia o me rebelo contra las mismas? ¿Me comporto con respeto y devoción en la Iglesia ?
¿He respetado a mis padres y a mis hijos en su legítima libertad? ¿Educo a mis hijos en la fe cristiana? ¿He cuidado de mis padres en momentos de dolor o enfermedad? ¿He creado un clima de hostilidad en mi casa? ¿He procurado el clima de perdón y respeto mutuo en el matrimonio?
¿He causado mal al prójimo? ¿He ofendido de palabra u obra? ¿Perjudico mi salud con vicios o drogas? ¿He procurado el aborto o la anticoncepción artificial? ¿He difamado a alguien? ¿He criticado de forma habitual con maledicencia? ¿He conducido mal? ¿He insultado o ridiculizado a alguien? ¿Tengo rencor profundo? ¿Trato de que los demás sientan pena de mi?
¿He practicado el sexo fuera del matrimonio? ¿He consentido en pensamientos impuros o en sexo solitario? ¿He caído en adulterio o en sexo de pago? ¿Mis conversaciones son habitualmente superficiales? ¿Mi forma de vestir es decente? ¿Acudo a espectáculos inmorales? ¿He dado escándalo o mal ejemplo? ¿He usado preservativos? ¿He realizado vasectomía o ligadura de trompas? ¿He practicado sexo antes del matrimonio?
¿He robado? ¿He causado daño a los bienes ajenos? ¿Siento envidia o avaricia? ¿Soy justo en mis relaciones con los demás? ¿Colaboro con los necesitados en la medida de mis posibilidades pero con generosidad?
¿He mentido gravemente o levantado falso testimonio? ¿He juzgado duramente al prójimo? ¿Miento habitualmente para salvar mi imagen ante los demás?
¿Soy orgulloso y me creo mejor que los demás? ¿Me dejo llevar por mi mal genio? ¿Me entristece la felicidad ajena? ¿Soy poco moderado en comer o beber? ¿Soy perezoso para no cumplir con mis deberes?
Confiese con paz y alegría: Disfrute de recibir la misericordia de Dios.
Y COMPARTA LA ALEGRÍA: INVITE A LOS DEMÁS A CONFESARSE