España la gran Maestra, acuñada en la capital de los Shirys (Quito) sembró en los surcos vírgenes del criollismo quiteño, su semilla de ciencia, arte, religión y cultura, cuatro aladas ruedas del carruaje civilizador. A España le debemos todo lo que somos y lo que hemos heredado. A pesar de lo que digan sus grandes detractores y los vociferantes enemigos, sentimos que el alma de España inmersa en nuestras almas, seguirá guiándonos por las rutas de la vida, sin que la promiscuidad de razas, idiomas y religiones sean amenazadas de profanación de su recuerdo y de su vivencia imperial y eterna como Madre y Señora que fue y lo será de la América hispana.
Cuando llego la hora de la emancipación, grávida de zozobras e incertidumbres, el pueblo llano y sincero lo tomó, no como una revancha contra su Madre, sino como el desprenderse de un gajo maduro que cae del árbol materno, llevando su savia y sus virtualidades genética para esparcirlas por el mundo con calor de juventud.
Cita del libro «Mensaje Profético de la Sierva de Dios Sor Mariana Francisca de Jesús»