La siguiente entrevista al Padre Michael Rodríguez, sacerdote de la Diócesis de El Paso, Texas, la realizó el Sr. Louie Verrecchio (akatholic.com), para «Catholic Family News» en Enero del 2016. Fue publicada en la edición en papel de la misma en marzo de 2016 (Vol.23, Item 3).
Louie Verrechio: (1) Puede Vd. hacernos participes en alguna pequeña parte del modo en que Nuestro Señor le llamó al sacerdocio?
Michael Rodríguez: Al reflexionar sobre mi vocación al sacerdocio en Cristo, doy gracias y alabanza a Dios por tres «luces» en particular que me fueron por El concedidas, las cuales fueron instrumentos de su misericordiosa Providencia que iluminaron y marcaron mi camino al sacerdocio. Estas tres luces de gracia fueron:
1) mi temprana formación en el seno de un hogar devotamente Católico,
2) una experiencia espiritual concreta, muy profunda, que tuve durante el verano previo al último año de mis estudios preuniversitarios, y
3) la oración y el amor reverencial de mi madre por el sacerdocio.
Mis padres se formaron espiritualmente con la Misa Tradicional Latina, creciendo en hogares católicos tradicionales, en el caso de mi padre en Chihuahua, Mexico, y mi madre en El Paso, Texas. Por ello, aún cuando crecí ya en la época del «Novus Ordo», una gran parte de la piedad, devoción y del ejemplo que asimilé de mi familia no era sino transmisión de aquello que mis padres habían aprendido en su temprana juventud, como, por ejemplo, la recitación del Santo Rosario, las visitas al Santísimo, el rezo de novenas y del » Vía Crucis», el Escapulario del Carmen, la devoción a la Virgen y los santos y el respeto y amor a Dios, a la Iglesia y a la Doctrina Católica. Gracias a Dios (¡y a mis padres!), la Religión Católica vertebraba toda mi vida familiar, y esta base fue esencial para que, con el transcurso del tiempo, pudiera oír y discernir la llamada de Dios, plena de amor, al sacerdocio.
Durante el verano previo a mi último curso preuniversitario estuve seis meses en el M.I.T. (Massachusetts Institute of Technology), en Cambridge, Massachusetts, asistiendo a un programa especial para estudiantes con aptitudes privilegiadas. Éramos cuarenta estudiantes, provenientes de todos los diferentes estados de la Unión y Puerto Rico. El programa consistía en introducirnos a los diferentes programas de estudio de nivel universitario en ingeniería y ciencia, con vistas a captarnos para cursar estudios en el M.I.T., después de que nos graduáramos al año siguiente. Tenía tan solo dieciséis años cuando fui al M.I.T., y mis planes eran de llegar a ser un Ingeniero Eléctrico, como mi padre. Dios, sin embargo – en sus designios soberanos – había elegido un camino diferente para mí. Hacía el final de las seis semanas, tomé plena conciencia de que ¡Dios me llamaba al sacerdocio!. Volví a casa en El Paso y expliqué a mis padres que quería entrar en el Seminario al año siguiente. Una buena sorpresa de noticia, tanto para mí como para mi familia. Mi madre exultaba de alegría, mientras que mi padre, de principio, estaba bastante escéptico. Sin embargo, con el transcurrir de mis años en el seminario, mi padre pudo ver que esa era realmente mi vocación.
¿De qué modo, exactamente, me reveló Dios durante esas seis semanas en Boston lo que era su voluntad?. Fue a través de una combinación de diferentes hechos. En primer término, me sentí sorprendido y afectado por el gran número de compañeros en ese programa especial sobre ingenierías y ciencia que no daba apenas importancia a Dios o a la práctica de fe. Ello me removía profundamente y me llevó a preguntarme si quizá no fuera la voluntad de Dios que yo «hiciera algo para remediar esto». En segundo término, comencé a reflexionar con mayor seriedad sobre la cuestión genérica de mi vocación y vida futura, experimentando durante el curso de ese verano una atracción progresivamente creciente hacia mi fe e, inversamente, hacía las matemáticas, la ciencia y el éxito mundano, ya fuera el meramente material o el académico. A modo de ejemplo, durante algunas muy vivas discusiones sobre puntos controvertidos de moral, las cuales tuvimos durante el curso de humanidades, fui, de los cuarenta, el más franco en la defensa de la religión y moral católicas. Por último, en dos momentos diferenciados e independientes entre sí, dos de mis colegas, un hombre y una mujer, me preguntaron si tenía previsto hacerme sacerdote. Aún cuando repuse que No tajantemente en ambas ocasiones, esto despertó mi alma a la voz de nuestro Señor y Maestro.
Creo que el factor esencial de mi vocación al sacerdocio tenía origen sobrenatural: una ferviente oración y esperanza personal y un amor reverencial de mi madre hacia el sacerdocio. Mis dos abuelas eran mujeres mejicanas devotamente católicas, ambas tuvieron nueve hijos y las dos anhelaron y rezaron para que Dios llamara a uno de sus hijos al sacerdocio. Un buen número de sus hijos entraron en el seminario, pero ninguno de ellos llegó a ordenarse. Aún así, sus oraciones y su amor por el sacerdocio en Cristo no fueron en vano… Dios respondió a sus corazones maternales… ¡llamando a un nieto!. Adicionalmente, desde mi infancia, aún cuando nunca pensara en la vocación sacerdotal, la reverencia y el amor de mi madre hacía el sacerdocio en Cristo marcó con sello indeleble mi alma. Mi madre oraba frecuentemente a Dios para que El llamara a uno de sus hijos, cuanto menos, al servicio ad altare Dei. Dios respondió a su oración. Sobre todo, no tengo duda de que de que mi Bendita madre en el Cielo intercedía por mí. Su amor y veneración por el sacerdocio no tienen paralelo ni equivalente, y por ello hubo fruto en la pobreza de mi alma.
Recuerdo bien que durante el tiempo que estuve en el M.I.T., en el verano de 1987, había una estatuilla azul de la Virgen en pie, sobre la mesa de mi dormitorio (la introduje en mi maleta antes de viajar desde El Paso). Ella estaba sin duda presente allí en modos que trascendían los de una mera figura material, de una manera tan maravillosa e intensa que nunca podré llegar a comprenderlo.
LV: (2) ¿ Cómo llegó Vd. inicialmente a descubrir, aprender a celebrar y «enamorarse» ( si le cabe se diga) de la Misa Tradicional Latina?.
P.M.R.: Nací en 1970, y por ello nunca tuve la oportunidad de conocer la Misa Tradicional Latina durante mi infancia y juventud en El Paso, Tx. Mi formación en el seminario lo fue solo en el Novus Ordo. Mi ordenación sacerdotal fue el 8 de Diciembre de 1996, en la Fiesta de la Inmaculada. Durante los primeros ocho años de ejercicio sacerdotal no tenía genéricamente «ni idea» de la Misa Tradicional Latina. Durante estos años- de 1996 al 2004-, la grave crisis de fe en el seno de la Iglesia se iba haciendo, de forma continuada, cada vez más obvia para mí. Además, desde hacía tiempo veneraba y me interesaba por la liturgia, por lo que, durante estos años, trabajé con diligencia para restablecer la veneración, el sentido de lo sagrado y la fe a la única Misa que entonces conocía, el Novus Ordo Missae.
Por Gracia Divina, en 2005 «descubrí» la Misa Tradicional Latina debido a los nobles esfuerzos de algunos fieles laicos. Entre ellos se incluía un señor que, gentilmente, comenzó a proveerme, en forma continuada, de literatura tradicional, y otro que me pidió considerara ofrecer la Misa Tradicional Latina para un grupo de creyentes, por cuanto el sacerdote religioso que estaba ofreciendo la Misa Latina dos veces al mes (acogiéndose al indulto «Ecclesia Dei» de 1998), iba a ser trasladado a otra provincia. Espoleado, pues, por fieles católicos, comencé a estudiar y aprender a celebrar la Misa Inmemorial. ¡Cuanto más aprendía más me asombraba de lo que descubría!. ! La belleza, gloria y verdad del Rito Histórico es la misma belleza, gloria y verdad del Catolicismo ¡. Si alguno valora y ama la grandiosidad y verdad de lo que es Católico, ¿cómo puede dejar de valorar, estimar y amar aquella que ha sido siempre la Misa de la Iglesia Católica?.
De este modo, en los años subsiguientes, me encontré envuelto en un ciclo recurrente: cuanto más estudiaba, más me convencía de la necesidad, a todos los niveles (teológico, litúrgico, pastoral y personal) de ofrecer la Misa Latina Tradicional, y cuanto más la ofrecía, más crecía en el reverenciarla y amarla. Además cuanto más ofrecía la Misa Tradicional más me motivaba a crecer en mi conocimiento de los sublimes y divinos misterios que allí se contenían, por lo que profundizaba más en ese estudio, y de este modo el ciclo podía repetirse. Cuan cierto es el grito de fe de San Leonardo de Puerto Mauricio, «Escavemos más la profundidad de esta mina (El Sagrado Sacrificio de la Misa), para así descubrir mayor cantidad de los grandes tesoros contenidos en ella. !Cuán preciosas gemas yacen allí ¡» Por auténtica gracia de Dios había «descubierto» el más preciado de los tesoros de la Iglesia (Mt.13:44) y su perla de mayor valor (Mt.13:46) – no podía volverme atrás. Tenía que seguir empujando hacia adelante, y el ciclo continua hoy…
LV:(3) ¿ Qué efecto ha tenido en Vd. la celebración de la Misa Inmemorial?; por ejemplo, ¿Ha cambiado su perspectiva sobre la Misa misma, sobre la naturaleza del estado sacerdotal, sobre su vocación concreta, etc.?.
PMR: Hay innumerables modos por los que el haber llegado a conocer y ofrecer la Misa Latina Tradicional- la Misa Inmemorial- afecta a mejor mi vida y sacerdocio, para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Voy a señalar primero el modo fundamental en que el ofrecimiento de la Misa Inmemorial me ha afectado, para con posterioridad hablar sobre un modo más concreto y específico. Lo más importante y básico de su influjo es el haberme conducido y enraizado en la Fe Inmemorial: desde la Misa Inmemorial a la Fe Inmemorial, lex orandi, lex credendi.
Una vez te enraízas en la Fe Perenne de la Iglesia, ello afecta necesariamente a tu perspectiva de la realidad y de lo Católico. Antes de ofrecer la Misa Latina estaba ciego a lo generalizado de la infiltración de la Herejía Modernista en nuestra amada Iglesia. Hace ya más de un siglo, el Papa S. Pio X avisaba, cuando declaraba respecto del Modernismo Teológico: » No hay parte alguna de la Doctrina Católica que el Modernismo deje incólume, ninguna que no combata por corromper «¡Qué perspicaz era nuestro Santo Padre!. Durante el período post-conciliar, el pensamiento modernista (por ejemplo el «La Fe debe ser actualizada y adaptada a las cambiantes circunstancias de nuestros tiempos» ¡infiltró y corrompió todos los aspectos del catolicismo!. La Misa Tradicional Latina me ha ayudado a asimilar la Fe Perenne de la Iglesia Católica y con ello a rechazar la deformación modernista de la misma. Gracias a la «Misa de la Edades», estoy convencido ya de que Dios me llama a dedicar mi servicio sacerdotal, en un 100%, al objetivo de recuperar el perenne lex orandi, lex credendi de la Santa Madre Iglesia.
Debemos todos por nuestra parte luchar para recuperar no solo la Misa Inmemorial , sino también nuestra Fe inmemorial, la cual incluye un número incontable de componentes o partes de nuestra religión Católica que han sido apartados, despreciados, diluidos, o sencillamente eliminados por la revolución modernista, p.ej., la filosofía escolástica, la doctrina Extra ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación), la doctrina sobre el Reinado Social de Jesucristo, la sacralidad e indisolubilidad del matrimonio, los métodos catequéticos y los catecismos tradicionales, la formación tradicional de sacerdotes y religiosos, las procesiones y devociones Eucarísticas, la preparación apropiada y devota para la recepción de la Santa Comunión y la acción de gracias después de la misma, las visitas al Santísimo Sacramento, la Confesión sincera y frecuente, el rezo los Viernes del Vía Crucis, la devoción al Sagrado Corazón y a la Preciosa Sangre de Jesús, la devoción a los nombres santísimos de Jesús y María, la devoción a la Bendita Virgen María, la recitación diaria del Rosario, el uso piadoso del Escapulario del Carmen y de la Medalla Milagrosa, el uso frecuente de sal y agua benditas, la utilización de la luz de velas bendecidas, el repique devoto de las campanas de las iglesias, el uso piadoso de todos los sacramentales, el santo uso de las indulgencias, la devoción a los Ángeles y a los Santos, la veneración de las reliquias de Santos y Mártires, la devoción a las Santas Almas del Purgatorio, las oraciones matutinas y vespertinas, novenas y el rezo del Ángelus tres veces al día, el examen de conciencia nocturno, la práctica de la oración mental, la meditación habitual de los Cuatro Puntos relativos a las postrimerías (la muerte, el Juicio, el Cielo y el Infierno), las diversas oraciones preciosas, las bendiciones y exorcismos, el ayuno diario durante la Cuaresma, el ayuno al menos de tres horas previo a la Santa Misa, el ayuno en los Días de Ascuas y en las Vigilias de las grandes fiestas, la abstención de carne todos los Viernes, las penitencias y mortificaciones corporales voluntarias, la fidelidad a los «deberes de estado» propios de cada uno (de los laicos, religiosos etc.), la fidelidad en el desarrollo de las obras espirituales y materiales de caridad, la modestia en el hablar, comportamiento y vestido ( p. ej. : el uso del velo por las mujeres durante la Misa y, siempre, durante la misma, el uso de sus faldas o vestidos largos), reglas prudentes para la salvaguarda de la castidad, cortejo tradicional con la presencia de terceros como cuidado de la moralidad en preparación al matrimonio, asociaciones tradicionales de fieles creyentes.
En el mismo comienzo de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia «Sacrosanctum Concilium», los Padres Conciliares enseñaron sobre la Iglesia y su Liturgia ( la cual manifiesta la naturaleza real de la verdadera Iglesia), » en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos.» ( SC 2) ¡ Esta enseñanza ha sido casi completamente ignorada y desobedecida a lo largo de los últimos cincuenta años! Una de las muchas maneras concretas en que el ofrecimiento de la Misa Latina Tradicional afectó mi forma de entender el Sagrado Sacrificio de la Misa y del sacerdocio es dándome una mucho mayor apreciación de la dimensión sobrenatural de ambos. Desde las oraciones que el sacerdote efectúa al investirse para la Sagrada Misa, a las oraciones al pie del altar, al Salmo 25 en el Lavabo, hasta las sublimes plegarias que susurra a la Palabra hecha Carne, como preparación a la Sagrada Comunión, su súplica por la purificación y pureza (pureza del cuerpo, pureza del alma y pureza del corazón) es constante y ardiente. ¿Por qué se realiza esto así?. ¿Por qué debe el sacerdote ser tan santo y tan puro?. Porque esta está entrando en un lugar en el que ningún hombre puede ( véase Ex 3: 5-6 y Hechos 7:32)… ¡el está entrando en la sobrecogedora y terrible presencia del Todopoderoso, Eterno, Infinito y Santísimo Dios! … ¿tenemos siquiera noción de lo que esto significa? Si así fuera, ¿no deberíamos yacer postrados, con el rostro en el suelo, durante horas y horas? Y aún, esto es solo el principio… ¡los inefables misterios del Sagrado Sacrificio de la Misa son muchísimo mayores que cualquier cosa que el mundo nos pueda nunca ofrecer! El sacerdote va a tocar aquello que ningún hombre puede tocar… ¡lo Santo de Dios! ¡El sacerdote va a tocar… a Dios Mismo!!! ¡Jesucristo- a través del sacerdote- renovará y hará presente otra vez Su Sacrificio en el Calvario!… ¿De qué modo podemos nosotros llegar a captar, o siquiera a concebir la magnitud y grandeza de estos misterios inagotables?
Contemplando la dimensión sobrenatural del Sagrado Sacrificio de la Misa, san Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia, exclamaba » Tú, hombre, no olvides, en que compañía estas durante el solemne Sacrificio. Estás entre Serafines y Querubines, y entre otros espíritus gloriosos de alto rango.» Considera ahora por un momento que ni siquiera las más excelsas y gloriosas de entre todas las criaturas angélicas, las cuales están presentes en la Sagrada Misa, pueden acercarse al Dios Altísimo del modo en que lo hace el sacerdote Católico…
Gracias a la Misa Inmemorial de las edades, soy ahora más consciente y continuo en asombro respecto a la sobrenaturalidad en la dimensión del sacerdocio en Cristo. San Juan Eudes expresa esto bien, «Un santo sacerdote es un salvador y otro Cristo, toma el lugar del Maestro en la tierra, le representa a Él, vestido con Su autoridad, actuando en Su nombre, adornado con Sus méritos, ejercitando Su juicio sobre la tierra en el tribunal de la penitencia. El es consagrado para el ejercicio de las más altas funciones que Cristo jamás desempeñara sobre la tierra, a efecto de continuar su obra de salvación. Siguiendo a su Redentor él se da a sí mismo, su entendimiento, corazón, afectos, fortaleza y tiempo, todo para Dios. Esta siempre preparado para el sacrificio de su misma sangre, incluso de su vida misma para conseguir la salvación de las almas, en especial las de sus feligreses.»El sacerdote es consagrado para ejercitar las más altas funciones que Cristo nunca ejercitara sobre la tierra… ¿Cómo, oh cómo, podré jamás ser capaz de captar esto totalmente, y no digamos de vivir a la altura de ello? Como puedo alguna vez ofrecer a Dios suficiente alabanza, honor, gloria y acción de gracias por los asombrosos misterios que El depositó en las pobres y mortales manos de Sus sacerdotes?
LV: (4) ¿Que diría, para alentarlo, a un sacerdote atraído por la Misa Tradicional Latina, pero que esta, quizá, intimidado por la perspectiva su aprendizaje y por la resistencia que pueda encontrar por parte de su obispo y/o de los fieles?
P.MR: Vienen a mi mente las palabras de nuestro Bienaventurado Maestro: » Bienaventurados aquellos que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan toda clase de calumnias contra vosotros por Mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa es muy grande en el Cielo.» (Mt 5:10-12)
Animaría a mi hermano sacerdote a la esperanza y confianza en las promesas de Nuestro Señor. Las promesas de Dios nunca pueden frustrarse; Sus palabras nunca pasarán (Mt 24:35). Añadiría mi humilde testimonio propio al de muchos que son, de lejos, más grandes que yo: a pesar de la resistencia y persecución que he soportado a causa de ello, el aprendizaje de la Misa Latina Tradicional, su estudio, el ofrecimiento diario de la misma, y tenerla formando y nutriendo mi sacerdocio es, sin duda, la mayor de las bendiciones que he recibido de Dios. Ciertamente he sido bendecido; y benditos son todos aquellos sacerdotes que van en busca de la Misa Inmemorial de la Iglesia Católica con todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su fuerza, y con toda su mente ( Lc 10:27 ).
Querido hermano sacerdote, ¡Es el mismo Cristo!- a través de la venerable Tradición Litúrgica y del Magisterio de la Santa Madre Iglesia- quien nos llama hacía la Misa Inmemorial. ¿No es ello estímulo suficiente? Al atraernos hacía la Misa Latina, El nos llama hacía Si Mismo, «¡Ánimo!, Yo Soy, no temáis.» (Mt 14:27) haríamos bien en reflexionar sobre el pasaje completo (Mt 14:26-33):
Pero los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se alarmaron diciendo: «¡Es un fantasma!» Y comenzaron a gritar, de miedo. Pero Jesús les habló enseguida, diciendo: «Ánimo, Yo Soy, no temáis». Pedro le respondió así: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas». Él le dijo: «Ven». Pedro, saltando de la barca caminó sobre las aguas y se acercó a Jesús. Pero al sentir el viento temió; y al empezar a hundirse gritó: «¡Señor, sálvame!» en seguida Jesús, extendiendo la mano, lo sujetó; y le dice:» [Hombre de] poca fe, ¿ para qué has dudado?» Y en cuanto subieron ellos a la barca paró el viento. Y [los que estaban] en la barca se postraron ante Él, diciendo: «¡Verdaderamente, eres Hijo de Dios!».
Querido hermano sacerdote, en medio de la tempestad de la actual «crisis de fe», es verdaderamente Nuestro Bendito Salvador quién está llamándote – para ser un verdadero sacerdote, un hombre de fe. La Misa Latina Tradicional no es una «aparición» o «una cosa del pasado»; es el «real trato», pero para recobrarlo en la oscura tormenta actual de modernismo y falso ecumenismo, algún «andar sobre las aguas» y una confianza absoluta en las promesas de Nuestro Señor serán requeridas. Debemos «saltar de la barca,» y dejar atrás el Novus Ordo Missae. !Ánimo¡, no os descorazonéis ante los «fuertes vientos» de resistencia de parte de laicos, compañeros del clero e incluso superiores, por cuanto aquello que hacemos, lo hacemos por fidelidad a Cristo y a Su Iglesia. !Todo por Cristo y la salvación de las almas¡ !Viva Cristo Rey¡ Cuando la intemporal lex orandi, lex credendi de la Iglesia sea reverenciada, amada y vivida, los vientos cesarán, y el orden se restablecerá en la barca: Jesucristo al timón a través de Su Vicario en Roma, Jesucristo obedecido, y Jesucristo adorado. No es de menor importancia el que muchos bellos elementos y detalles rituales de la Misa Latina Tradicional señalan hacia este orden divino: Jesucristo al timón, Jesucristo obedecido, Jesucristo amado y adorado.
Si, mi querido hermano sacerdote, que puedas encontrar el ánimo, esperanza, consuelo y fuerza en las palabras y promesas de Nuestro Santísimo Redentor:
* «Simón,[hijo] de Juan, ¿me amas?» «Pastorea mis ovejas.» (Jn 21:16)
* «En el mundo tendréis tribulación, pero, !ánimo¡, yo he vencido al mundo».
* «… Y mirad, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28:20)
LV: Vd. ha dicho que ya no puede en buena conciencia seguir celebrando el Novus Ordo Missae. ¿Puede explicarnos por qué?.
P.MR: En su Exhortación Apostólica sobre la santidad sacerdotal, Haerent Animo, el Papa Pio X recuerda a todo el Clero del mundo, » Que sea vuestro más ardiente deseo el ganar o afianzar almas para Cristo.» ¿Qué es aquello que gana y afianza almas para Cristo? !La fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia¡ !Fidelidad al Evangelio de Cristo, a Su Verdad, y a Sus mandamientos¡ En otras palabras, fidelidad a la perenne lex orandi, lex credendi, que Cristo ha dado a su Iglesia. Para ganar almas para Cristo, y para cuidar de las almas confiadas a mi cargo, debo ser sumamente fiel a la continuada lex orandi, lex credendi de la Santa Madre Iglesia. Esta es la razón por la que debo ofrecer exclusivamente el Rito Antiguo. No puedo ofrecer, en buena conciencia, un Nuevo Rito que, objetivamente ( esto es, de acuerdo con la Sagrada Tradición y al Magisterio de la Iglesia a su servicio), rompe con la inmemorial lex orandi de la Iglesia. Desafortunadamente hay hoy muchos Católicos, y entre ellos se incluyen miembros de la Jerarquía que, equivocadamente, piensan que el Papa está por encima de la más que bimilenaria Tradición Litúrgica de la Iglesia. La Iglesia Católica ha siempre enseñado lo contrario, específicamente, que el Papa tiene autoridad [de Dios] para salvaguardar y trasmitir fielmente, aquello que viene [desde Dios] de los Apóstoles, y el Antiguo Rito Romano es de origen Apostólico, esto es, el Rito Romano Antiguo llega a nosotros de Dios. Por ejemplo, prestemos adecuada atención a la enseñanza de la Iglesia tal y como se manifestó en la Constitución Dogmática del Concilio Vaticano I, Pastor Aeternus (Capítulo 4) ,» Por cuanto, el Espíritu Santo ha sido prometido a los sucesores de Pedro no para que, por Su revelación, hagan conocer alguna nueva doctrina, sino para que, a través de por su asistencia puedan religiosamente guardar y fielmente exponer la revelación o depósito de fe transmitido por los Apóstoles.»
Otra de las razones principales por las que no puedo celebrar el Novus Ordo Missae en buena conciencia es que, objetivamente, contiene defectos muy graves, tanto litúrgicos como teológicos. Esta cuestión tiene extrema importancia, pero es también muy amplia y compleja ( así, p.ej. el tema de cómo puede el Novus Ordo presentar tales graves deficiencias si ha sido aprobado por la autoridad de la Iglesia). Se han escrito muchos volúmenes sobre este tema tan altamente comprometido, y el debate en curso parece , a veces, interminable. Para aquellos interesados en un análisis más detallado de esta materia, les recomiendo lean los tres libros que cito más abajo. Según el alcance actual de mi oración, estudio y discernimiento, trato esforzadamente de mantenerme fiel a la verdad, para el bien de las almas y de la santa Madre Iglesia. Con la ayuda de Dios, continuaré este mi camino.
(1) En 1969, un grupo de teólogos católicos estudiaron los cambios que se proponía introducir en la Misa, y escribieron el Breve Análisis Crítico del Novus Ordo Missae, conocido también como «la Intervención Ottaviani.» Los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci presentaron este estudio al Papa Pablo VI, con una carta introductoria datada el 25 de Septiembre de 1969. En esta carta los cardenales escribieron: «Como lo prueba suficientemente el Examen Crítico adjunto, por breve que sea, obra de un grupo escogido de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el Novus Ordo Missae, si se consideran los elementos nuevos, susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen subentendidos o implicados, se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología Católica de la Santa Misa, la cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento»
(2) El reverendo Anthony Cekada escribió un libro intitulado, Obra de Manos Humanas. Es un libro que bien vale la pena leer. Su tesis principal es la siguiente: » La Misa de Pablo VI (a) destruye la doctrina Católica en la mente de los fieles, y en particular, la doctrina Católica del Sagrado Sacrificio de la Misa, el sacerdocio, y la Presencia Real; y (b) permite o prescribe grave (s) irreverencia(s).» (Obra de Manos Humanas, pag.7) También explica como la «La Misa de Pablo VI representa una completa ruptura o discontinuidad con la continuada tradición litúrgica que la precedía.» (pag.9)
(3) Monseñor Klaus Gamber (1919-1989), posiblemente el mejor estudioso liturgista del Siglo XX, escribió: » La Reforma Litúrgica acogida con bienvenidas y con tanto idealismo y esperanza por muchos, tanto laicos como presbíteros, se ha mostrado como una destrucción litúrgica de alarmantes proporciones- una debacle que se agrava con el paso de cada año. En lugar de la esperada renovación de la Iglesia y de la vida Católica, estamos siendo testigos de un desmantelamiento de la piedad y los valores tradicionales sobre los que nuestra fe esta cimentada. En lugar de una fructuosa renovación de la de la liturgia, lo que contemplamos es la destrucción de las formas de la Misa desarrolladas de manera orgánica a lo largo de muchos siglos.» (The Reform of the Roman Liturgy, p.9). Más adelante, Monseñor Gamber formula la cuestión de si «el Papa tiene la autoridad de cambiar el Rito». Su respuesta: «Comoquiera que no hay ningún documento que específicamente asigne a la Santa Sede la autoridad para cambiar o, menos aún, abolir la forma litúrgica tradicional; y como, además, puede comprobarse que ningún predecesor jamás introdujo cambios mayores en la Liturgia Romana, la afirmación de que la Santa Sede tiene la autoridad para cambiar el rito litúrgico pareciera, como mínimo, altamente debatible. Al tiempo, podemos afirmar que no es cuestionable el hecho de que la Santa Sede si tiene la autoridad para aprobar y supervisar las tradiciones litúrgicas locales.» (The Reform of the Roman Liturgy, p.39).
En todo caso, quisiera enfatizar que – más allá de la crítica al Novus Ordo – mi objetivo principal es crecer en conocimiento, amor y reverencia hacía el Sagrado Sacrificio de la Misa. A este efecto, recomiendo la lectura de estos tres libros: El Tesoro Escondido de S. Leonardo de Puerto Mauricio, La Increíble Misa Católica de Fr. Martín von Cochem, y El Sagrado sacrificio de la Misa del Reverendo Nicholas Gihr. Adicionalmente, como ayuda complementaria para reconocer, comprender, y superar la catastrófica crísis de fe que aflige a la Iglesia (!y a la Misa¡) en nuestra actual época post-Vaticano II, aconsejo leer un sencillo, aunque profundo libro: Verdades Cruciales para la Salvación de tu Alma del último Fr. Nicholas Gruner, que descanse en paz.
No puedo, en conciencia, ofrecer el Novus Ordo Missae, porque la Misa es el Sacrificio de Jesucristo en el Calvario. La Misa es sagrada, divina, supremamente sacrosanta. Es el eterno testamento del amor infinito de Cristo por el hombre pecador…vengamos y adoremos.
LV (6) ¿Nos podría informar sobre su status actual en la Diócesis de El Paso? ¿Cuál querría que fuera la resolución de esta situación?.
Actualmente, Enero de 2016, soy un sacerdote acreditado de la Diócesis de El Paso, TX., sin ninguna asignación pastoral.
Mi Obispo, el Reverendísimo Mark J. Steiz, me había designado Administrador de la Misión del sagrado Corazón en Shafter, Texas (una pequeña misión en una de las partes más remotas de la diócesis), efectivo desde el 11 de Julio de 2014 y por un plazo de tres años. Sin embargo, como condición sine qua non del nombramiento, insistió en que ofreciera el Novus Ordo Missae. !Por entonces, había estado ofreciendo únicamente la Misa Tradicional Latina durante casi tres años¡ El 24 de Julio de 2014, mi Obispo escribió un Precepto Personal que incluía la orden «Le exijo celebre la Misa y los Sacramentos según el Novus Ordo en la Misión de Schafter. La Misa y los Sacramentos deben ser celebrados en la lengua vernácula de los habitantes (Inglés o Español) y no Ad Orientem.»
Durante mis diecinueve años como sacerdote, siempre he hecho todo lo que podía para practicar la virtud de la obediencia, pero ahora se me colocaba en una situación imposible. San Juan de la Cruz enseña, «la Obediencia es una mortificación del intelecto, y, por tanto, un sacrificio de mayor mérito que todas las otras mortificaciones corporales, de ahí que Dios ame vuestros más pequeños actos de obediencia más que cualesquiera otros homenajes o tributos que pudierais pensar en ofrecerle a Él.» ¿Qué debía de hacer? Nunca antes habían las palabras introductorias del rezo del Oficio Divino tocado una cuerda tan profunda en mi alma, «Deus in auditórium meum inténde. Dómine, ad adiuvándum me festína.» «Oh Dios ven en mi auxilio. Oh señor, date prisa en socorrerme.» La decisión que tenía que tomar era la más difícil hasta ese momento como sacerdote. Santa María, Madre Virginal de Dios, intercede por mí, que soy un pobre pecador.
Escribí muchas cartas a mi Obispo. Lo que sigue es una muestra de esta correspondencia; es una parte de una carta que le escribí el 8 de Septiembre de 2014, Natividad de la Virgen María:
«Estoy al 100% comprometido con mi voto sacerdotal de obediencia. Vd. es mi obispo. y por tanto, he prometido obediencia a su persona. Es mi firme y sincera intención ser obediente a Vd. Desafortunadamente para mi (y para mi conciencia), su Precepto de 24 de Julio de 2014 contiene una orden que es, por decir, como mínimo, «problemática».
La orden que Vd. está dando contradice la Constitución Apostólica del Papa San Pio V Quo Primum, Canon IX (un canon dogmático) de la Sesión XXII del Santo Concilio de Trento, la Constitución del Papa Pio VI Auctorem Fidei (véase la proposición 33 de las 85 que están condenadas, Denzinger 1533), la Encíclica del Papa Pio XII Mediator Dei(59), y la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosantum Concilium 36 y 54. Además, su orden se muestra como irreconciliable con el Decreto del Concilio de Nicea II en relación con la tradición eclesiástica ( Denzinger 308), y el Canon XII (un canon dogmático) de la Sesión VII del Sagrado Concilio de Trento.
Adicionalmente a lo anterior, la orden contenida en su Precepto pareciera (a) negar el legítimo derecho de un sacerdote Católico de ofrecer la «Forma Extraordinaria» del Rito Romano (presumiblemente, exclusivamente) como queda expresado en Summorum Pontificum Art.1, y (b) desestima Summorum Pontificum Art.1 «El Misal Romano promulgado por San Pio V… debe recibir el debido honor por su venerable y antigua utilización.» Por último, desde la perspectiva pastoral, su orden parece no tener en consideración las expresas necesidades ni el bien de los fieles de Presidio/Schafter, que están específicamente requiriendo una vida parroquial basada únicamente en la Misa Tradicional Latina.
Al final, tuve que seguir aquello que la Santa Madre Iglesia ha siempre enseñado. Por fidelidad a Dios y a la inmemorial lex orandi, lex credendi de la Iglesia, y por el bien de las almas encomendadas a mi cuidado, yo no podía, en conciencia, seguir la directiva litúrgica específica emitida por mi Obispo.
Con efectos desde el 10 de Noviembre de 2014, mi Obispo revocó mi nombramiento como Administrador de la Misión del Sagrado Corazón. Fui incapaz de contener mis lágrimas durante el último Sagrado Sacrificio de la Misa que ofrecí en Shafter, TX, en el Domingo del 9 de Noviembre de 2014. Con un corazón afligido y copiosas lágrimas, recé la oración del Santo Job, » ¡El Señor lo dio y el Señor lo ha quitado, el Nombre del Señor sea Bendito!» (Job 1:21)
Supliqué a mi Obispo por un mínimo de un año sabático, para disponer de tiempo suficiente para rezar, estudiar, reflexionar, irme a un retiro largo, y discernir la voluntad de Dios respecto de mi futuro. El rehusó, y en su lugar me dio solo seis meses, y restringió el uso de mis facultades sacerdotales. Al final, extendió mi sabático hasta el 31 de Agosto del 2015. Al comienzo del Octubre de 2015, mi Obispo inició un proceso canónico para que se determinara si había cometido un Delito contra la Autoridad Eclesiástica (desobediencia). Al presente, espero cualesquiera decisión que pudiera tomar. Si es necesario, estoy dispuesto a apelar a Roma. No albergo esperanza de que Roma vaya a intervenir para hacer aquello que es correcto y justo, pero cuanto menos, al apelar, sabré, en conciencia, que llegué hasta distancias heroicas en la práctica de la obediencia al seguir el proceso jurídico instituido por la Iglesia como recurso al abuso de poder.
Actualmente, continuo discerniendo la Voluntad de Dios respecto del futuro de mi sacerdocio. ¿Cuál es tu Voluntad, Oh Dios? ¿Qué quieres tenga para hacer? (Hech. 9:6) A pesar de algunos problemas muy difíciles en el transcurso de los pasados cuatro años, estoy sobrecogido por la bondad de Dios, su misericordia, y por lo misterioso de sus vías. A todo lo largo de este tiempo, El me ha concedido tantas y tantas gracias inesperadas- y ahora ¿Cómo pagaré al Señor todos los favores a mi hechos? (Salmo 115:12)
Humanamente hablando, creo que el desenlace ideal de mi actual aprieto sería para mi Obispo, o colocarme a cargo de la Iglesia de cualquier Misión o parroquia, o designarme como «Misionero Diocesano» con el apostolado de servir para la restauración de la Misa y la Fe imperecedera, de siempre, en cualquier lugar del mundo. Si alguna vez hubo una quimera, un sueño dorado, me doy cuenta que es este. Aunque últimamente, el resultado ideal final es cualquiera que Dios desee. Solo espero ser capaz de cumplir, en alguna medida, las benditas palabras habladas por María, Virgen Santísima, Virgen Purísima, «Fiat mihi secundum verbum tuum.» (Lc. 1:38).
Por favor, ténganme en sus oraciones. Recen en especial a la Virgen en honor de su Inmaculada Concepción, que ella pueda conformar mi corazón con el de su Hijo. Por favor tengan también en sus oraciones a mi Obispo.
LV (7/8) ¿ Cuál cree Vd. es el mejor modo de respuesta de los fieles ante la crisis que tenemos entre manos? En otras palabras, ¿ Cómo debiéramos hacer para alcanzar un equilibrio entre la defensa de nuestra Fe contra tantos ataques internos sin «quemarnos» por estos ataques hasta llegar al punto de poner en peligro o descuidar nuestra propia santidad?
PMR Gracias por esta última pregunta Louie. Según mi criterio, una sola palabra puede resumir el mejor modo que tienen los fieles de responder a esta crisis de fe que aflige a la Iglesia en nuestros días: santidad. » Porque yo soy el Señor, vuestro Dios; santificaos, pues, y sed santos, porque santo soy Yo.» ( Lv 11:44 & Pt 1:16 ) ¿Cómo me convierto en santo? ¡ A través del Bautismo, que nos conforma para Jesucristo y nos hace miembros suyos ¡ ¿Cómo crecemos en santidad? Siguiendo a Jesucristo e imitándolo en todo, esto es, en nuestros pensamientos, palabras y acciones. ¿Cuál es la más destacada característica de la vida de Cristo? ¡La Cruz! El mismo Jesucristo nos dice: » Si alguno quiere venir detrás de Mi, niéguese a sí mismo, lleve a cuestas su cruz y sígame.» (Mt 16:24) Por consiguiente, el mejor modo de de responder a la cercana crisis es llevar a cuestas la cruz propia con fe, esperanza y caridad. Esto nos guiará hacía la santidad, y cuando seamos santos, entonces habremos realizado nuestra parte en el ganar las gracias necesarias para que esta crisis pase.
A todos aquellos Católicos que, en el presente, participan del Novus Ordo Missae, os apremio a comenzar a acudir a la Misa Latina Tradicional en su lugar. Realicen los sacrificios necesarios para participar de la Misa Latina. ¿Cómo crecemos en santidad?. En primer lugar y principalmente, crecemos en santidad por gracia de Dios, y la Cruz de Cristo es la fuente de todas las gracias. La Cruz es el comienzo, el centro y el final de la Misa Tradicional Latina. La Cruz es el corazón y el centro de ella. Ninguno podrá verdaderamente crecer en santidad apartado de la perenne lex orandi, lex credendi de la Iglesia Católica.
Para todos aquellos católicos que asisten a la Misa Tradicional Latina, por favor, haced un mayor esfuerzo para llevar vuestra cruz en seguimiento del ejemplo de nuestro Bendito Salvador. Tres de las maneras en que podríais hacer esto son: (1) perseverar en la oración, (2) practicar penitencia y humildad, y (3) soportar las injusticias con paciencia y perdonar todas las injurias. Primero de todo, se ferviente y devoto en tu oración, y persevera. Reza, particularmente, y con Fe, el Sagrado Rosario cada día. Luego, práctica paciencia y humildad. Ni tu ni yo tenemos todas las respuestas a la desorientación diabólica en que está engolfada gran parte de la Iglesia; No hay ningún grupo en particular de tradicionalistas que sea perfecto o infalible-solo Dios, la Santísima Virgen María y un Papa obediente pueden resolver esta terrible crisis. Por último, cada vez que seáis odiados, marginados, subestimados, ridiculizados, despreciados, o humillados por vuestra fidelidad a la Misa Latina Tradicional y a la inmutable doctrina de la Iglesia, ¡estad alegres y regocijaos! » ¡Felices seréis cuando os insulten y persigan, y digan toda clase de calumnias contra vosotros por mi causa…! (Mt 5:11). Si otro tradicionalista o un católico del Novus Ordo critica, ataca, u os condena, aguantad esas injusticias con paciencia, y sufrid con caridad.
La presente crisis de la Iglesia es en gran parte una crisis de santidad. Pide a Dios tu santificación, pide a El que te conceda un mayor deseo y un mayor amor a la Cruz, pídele que prohíba te gloríes en otra cosa que no sea la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo (Gal 6:14) Y regocíjate, pues en los modos misteriosos de la Providencia, la Cruz siempre produce vida, santidad, gracia y gloria.
[Traducción: Guillermo Visedo. Equipo de traducción de Adelante la Fe]