El populismo es una deformación de la democracia, como la demagogia.
Con la pretensa intención de beneficiar a las supuestas mayorías, y esto tanto en el ámbito político, civil y hasta eclesial, se proponen y realizan acciones efectistas que lejos de ayudar a quienes lo necesitan, a la larga se los termina perjudicando.
Porque no están basadas en la verdad sino en una interpretación ideologizada y hemipléjica de la misma, hacia un falso “progresismo”.
Puede sostenerse una actividad empresarial o comercial privada a pérdida con el slogan que los empresarios deben anteponer el bien general que el beneficio individual? Quizás por algún poco tiempo pero a la corta siquiera, no. El Estado tiene otras posibilidades, porque persigue supuestamente el bien común, pero tampoco es justo que toda la sociedad con impuestos sostenga actividades claramente deficitarias, porque serán pan para hoy y hambre para mañana. Y bien que en Latinoamérica esto lo tenemos claro!!!
Por eso la doctrina social cristiana es sabia en sostener el principio de defensa del bien común pero no a la manera de los marxistas, que tienen medios de lucha inadmisibles para el pensamiento cristiano, para el que, a diferencia del primero, claramente el fin no justifica los medios. Por eso las sorprendentes afirmaciones que realizara recientemente el papa Francisco sobre el tema de que “son los comunistas los que piensan como los cristianos” en cuanto a la lucha por la promoción y justicia de los excluidos. Claramente para el pensamiento cristiano hay que promover el bien común pero por medios lícitos y pacíficos y la empresa tiene derecho legítimo a percibir ganancias para poder seguir existiendo y dando trabajo. No corresponde enfrentar a trabajadores con empresarios. En ello siempre hay que volver a San Juan Pablo II con la claridad de su “Laborem Excercens”. Plantear la dicotomía entre capital y trabajo y no la colaboración, como insiste la citada encíclica, es perverso y no es del pensamiento social cristiano.
Y el populismo hace estragos, y de ellos no se salvan siquiera a los que se quiere beneficiar porque cuando el daño es general, el mismo, tarde o temprano llega a toda la sociedad.
La tentación pues entonces del populismo parece ser un virus que anda por varios ámbitos, incluso en donde jamás debería haber encontrado asiento.
Carlos Alvarez Cozzi