Cardenal Müller presenta libro Dios o nada, conversaciones sobre la Fe, del Cardenal Sarah

Desde que el Cardenal Gerhard Müller presentó en Rogensburg la traducción del libro Dios o nada, del Cardenal Robert Sarah, mucho se ha hablado de las serias advertencias que ofrece acerca de que la Iglesia Católica puede estar al borde del Cisma; hoy, en  1.517, la confusión nace en Alemania.

El pasado día 1 de septiembre de 2.015, el Cardenal Sarah (Prefecto de la Congregación para el Culto Divino), fue testigo del sermón del Cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; Müller, dio una profunda lección de como la verdadera pobreza, ejemplificada por la vida y las creencias tan fuertes como ortodoxas del Cardenal Sarah, ha de ser entendida como un “completo y franco celo apostólico” y no como una falsa doctrina que se dobla ante el capricho de las actuales preferencias de la Europa post-moderna.

A continuación, les dejamos nuestra traducción de los principales extractos del texto original en alemán proporcionados por el portal web del Vaticano:

Dios o Nada

Pensamientos concernientes al libro del Cardenal Robert Sarah,

por el Cardenal Gerhard Müller

Ante todo, quisiera agradecerle al Cardenal Robert Sarah el Testimonio de Fe que nos ofrece en su libro Dieu ou rien. Entrettien sur la foi (Dios o nada. Conversaciones sobre la Fe), publicado recientemente. Al mismo tiempo, felicito a los alemanes porque ahora podrán conocer en su propio idioma, la riqueza del pensamiento de un gran teólogo y hombre espiritual.

[…]

En diez grupos de preguntas, el Cardenal reflexiona, teológica y espiritualmente, sobre la situación de la Iglesia Católica en el mundo actual y ofrece, no sólo un diagnóstico, sino también la terapia para el hombre post-moderno que ya no tiene orientación, es decir: la Fe en Jesucristo, el Hijo de Dios y Redentor del mundo entero.

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En la liturgia, la Fe se expresa a sí misma como la respuesta inmediata al Dios Uno y Trino, que se revela en cada persona a través del Verbo Encarnado, su Hijo Jesucristo, llamado a ser el Camino, la Verdad y la Vida.

[…]

La liturgia no es un conjunto de ritos y símbolos donde el hombre se representa a sí mismo, donde todo gira a su alrededor, donde se honra y adora a sí mismo, sin acercarse a la real trascendencia de Dios. Al contrario, en la liturgia el hombre se eleva a través de la Gracia. Porque es lo opuesto a la egolatría de la auto-compasión; la liturgia es el medio para elevar nuestro corazón a Dios, quién sólo merece adoración y glorificación. No es como los mitos y cultos paganos, en los que el hombre adula a los dioses de manera servil o se rebela contra ellos de manera prometéica. En la liturgia, Dios y el hombre se encuentran a través de Cristo.

Es así como los cristianos adoran a Dios. “La Gloria de Dios vive en el hombre (que vive en Gracia), pero el hombre a su vez, vive en la visión de Dios.”, como lo expresó San Ireneo de Lyon en el siglo ii (Adv. Haer. iv, 20, 7: Gloria enim Dei vivens homo, vita autem hominis visio Dei); el Dios Uno y Trino es adorado, glorificado y amado. Y fue Jesucristo, quién asumió su naturaleza humana y con ella la historia humana, en su muerte sacrificial por nosotros en la Cruz y en su Real Resurrección de entre los muertos, venció a la muerte y a la separación de Dios. Es Jesucristo, quién como el Señor Exaltado que es, nos conoce histórica, corporal y comunitariamente de persona a persona, en la Iglesia y en sus Sacramentos.

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En esta era en que la sociedad global va hacia una paulatina des-cristianización, la verdadera comprensión de la liturgia y la dignificación de la celebración, se convierten en la clave para la supervivencia del Cristianismo en el mundo de hoy y, sobre todo, del mañana. Para poder cumplir con esta tarea, se necesita mucho más que un conocimiento profesional del arte de la liturgia en el sentido estricto. El horizonte intelectual de un Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino ha de estar impregnado, fundamentalmente, de lo teológico pero también de lo filosófico, lo dogmático y lo cultural; asimismo, ha de conocer las vicisitudes de ser cristiano en los tiempos modernos y post-modernos, así como estar al tanto de las condiciones políticas que le rodean. Porque sólo el profundo y exhaustivo conocimiento de la estructura espiritual y cultural del mundo globalizado, puede guiar el desarrollo de una terapia que permita superar el Nihilismo,- como común denominador de todas las expectativas y anhelos de un mundo sin Dios-, y pude hacer que la Fe en Dios sea la razón y propósito del hombre para que brille nuevamente.

La incapacidad litúrgica del hombre moderno,- de la que ya habló en 1.948 Romano Guardini en el Katholikentag en Mainz-, y la crisis de la idea sacramental,- en una conciencia reducida sólo al aspecto de inmanencia, como observó Joseph Ratzinger-, tienen sus raíces en el sistema monístico de un naturalismo que niega la dependencia  trascendental del hombre, tanto en espíritu como en libertad, sobre el Misterio de Dios. Consecuentemente, este naturalismo limita al hombre a una dimensión superficial y mundana y no se capaz de considerarse como un oyente del mundo guiado hacia una Revelación sobrenatural de Dios, tanto en la historia como en su mismo espíritu.

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El hombre se orienta hacia lo absoluto. Sólo donde Dios está por encima y dentro del hombre hay verdad en la libertad y justicia en el amor. Cuando el hombre trata de asumir el poder sobre lo absoluto, se convierte a sí mismo en un Ídolo, alguien que, con la ayuda de un dominio totalitario, lleva al hombre “en línea”, esclavizándose así a sí mismo por medio de un ejercicio político de poder que hace uso de los medios de comunicación.

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Durante su juventud, el Cardenal Sarah llegó a conocer y amar la Santa Misa como la Comunión con Jesús en Amor y Verdad. El trabajo misionero y la Cruz, pero sobre todo la Liturgia, son las fuentes espirituales de la existencia del Cardenal Sarah: si yo asisto a la Santa Misa con Fe y la debida profunda reverencia ante Dios, entonces Jesús me toma con mi vida entera, mis trabajos, preocupaciones y sufrimientos hacia Su sacrificio en la Cruz, dónde Él se dio a sí mismo al Padre, para la Salvación del mundo, para que así nosotros podamos vivir en Dios, desde Dios y para Dios ahora y siempre. La comunión sacramental nos lleva a la comunión espiritual con Cristo si nosotros estamos en el estado de Gracia Santificante,- en la Gracia Bautismal que hemos preservado en vida o hemos ganado mediante la ayuda del Sacramento de la Penitencia-, y lo recibimos con el amor a Dios por encima de todas las cosas y con el amor al prójimo por encima de nosotros mismos. Esta comunión es una Unidad con Jesucristo en su verdadera humanidad y divinidad.

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El Celibato sólo es comprendido por personas espirituales. Para el hombre sofisticado y secular, parece la reliquia de una época en que el fiel confiaba completamente en Dios. El hedonismo actual considera el celibato como un objeto de odio per se. Por consiguiente, es malinterpretado, puesto bajo sospecha y ridiculizado por aquellos que sólo evalúan el sacerdocio católico de forma mundana, como una especie de funcionario del culto o un trabajador social que, a veces, usa ropas extrañas o con un entrenador para la vida.

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Finalmente, sus padres vieron como su hijo se convirtió en sacerdote, profesor de Teología y, con 33 años, arzobispo de la capital de Guinea. Ellos temían por su vida, a menudo amenazada de muerte, y veían como valientemente, daba testimonio del amor, la humildad y piedad de Jesús en la cara de los poderes de este mundo. Esa es la identidad cristiana: saber que únicamente desde la Cruz fluye la verdadera libertad, la verdadera felicidad del hombre y su salvación eterna.

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En todo el mundo, la Iglesia es la única defensora de los pobres. Su meta no es la adaptación de África a la sofisticada, nihilista y cínica forma de vida de Europa y Norteamérica, distanciados de la Fe. La ayuda social no es ayudar al pobre a convertirse en millonario para que descubran que el dinero es su propósito de vida y pierdan el tesoro en el cielo que no va,- a diferencia de los ricos del mundo-, a ser destruido por la herrumbre y las polillas. Se trata de ayudarles a crear su vida con total dignidad, sin privarles de la riqueza de la Gracia y la Misericordia de Dios. […] Quien no reconozca el hambre del hombre por Dios, lo deja en su peor miseria.

Hoy día, algunas organizaciones benéficas católicas están avergonzadas de hablar sobre Dios; se limitan a actividades puramente humanitarias para evitar las críticas y acusaciones de proselitismo.

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Ante el reproche irreflexivo y banal de que la esperanza en Dios paraliza la participación en la tierra, se puede responder haciendo referencia a los famosos Santos poco conocidos, que vivieron de modo ejemplar la unidad de amor con dios y con el prójimo, orientando su vida hacia Dios y su responsabilidad por el bien del mundo. El Cardenal cita a Damian De Veuster, quién sacrificó su vida por los leprosos en una isla en el Mar del Sur, así como a Madre Teresa, presente para los pobres de Calcuta. Al final, el análisis de los ideólogos que buscan establecer un imperio de mera asistencia social terrenal, en contradicción con la Fe en Dios, resulta no sólo aleccionador, sino también demoledor.; incluso, si uno de limitara solamente a considera el siglo xx.

¿Quién no se asombra de la indiferencia entre los políticos occidentales y la opinión pública acerca de las inmensas crueldades hacia los cristianos en África y Medio Oriente cuando, después de todo, su objetivo final es la des-cristianización de Europa y del mundo entero? A los ojos de los enemigos de la Iglesia, los Derechos Humanos, ¿han de separar o dividir?

La idea de una supuesta igualdad entre religiones y la auto-revelación de Dios en Cristo, prueba ser un producto del relativismo occidental que niega la posibilidad de una Revelación sobrenatural.

[…]

El Cardenal Sarah ha vivido toda la crisis de la Iglesia, iniciada tras el Concilio Vaticano ii, y no ha dudado en demostrarlo, tanto biográfica como intelectualmente, así como con un compasivo camino espiritual. Él sabe que  la enseñanza del CVii no es la responsable de todo esto, sino que lo es de la instrumentalización ideológica y política del llamado “espíritu del Concilio”, espíritu de ideologías progresistas. Dentro de ese marco de esquemas modernistas el Desarrollo, la Revelación y los Dogmas de la Iglesia son consideradas etapas históricas transicionales al final de las cuales se plantea la Divinización del hombre. La Revelación de Cristo y su historia hasta ese momento, sólo sería una etapa preparatoria para el conocimiento de Dios, del mundo y de la Iglesia en donde el hombre sería, al mismo tiempo, sujeto y objeto de la Revelación. Ese es el verdadero origen de la tesis según la cual las, “Realidades de la vida” son las verdaderas fuentes de la Revelación mientras que, las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición están siendo reducidas a etapas preliminares meramente históricas, removidas por la posición más alta del espíritu absoluto que se despliega y desarrolla en el mismo hombre.

El depositum fidei (1Tim: 6-20),- la verdad completa de la Revelación que la Iglesia y, especialmente el Magisterio que el Papa y los Obispos tiene que preservar fielmente-, es reemplazado por la opinión de la mayoría, siendo reforzada por los medios de comunicación y en la cual, supuestamente, se encuentra el sentido de la Fe del pueblo de Dios. En verdad, allí no se encuentra una nueva revelación en el sentido de Fe del pueblo de Dios pero está la Revelación de la Salvación que fue dada por Dios en Jesucristo “de una vez y para siempre” (Heb. 10:10) y que ha sido conservada y aplicada a las personas y hoy y de mañana. No se trata de adaptar la Revelación al mundo, sino de ganar el mundo para Dios.

Los estudiantes de Teología, institutos de investigación y servicios de encuestas, en vez de estudiar las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición, sólo malgastan su tiempo y dinero,- que han recibido mediante la ayuda de los contribuyentes de la Iglesia-, en preguntarse sobre la moral sexual. Están determinados a poner en duda el mismo Magisterio, como si la vida de la Iglesia siguiera una agenda personal. Es muy probable que, los protagonistas de esta corriente, no sean consciente de las consecuencias de semejantes teorías. Le restan importancia a su posición para así “poner a dormir” a las almas inocentes sólo hablando de una simple aproximación pastoral.

[…]

A los ojos del Cardenal Sarah, es destructivo para la Iglesia exponerse a sí misma a la lucha política y social de los medios de comunicación por el poder, en vez de buscar la verdad que proviene de la Revelación definitiva en Cristo. Los movimientos ideológicos  quieren transformar a la Iglesia en una colaboradora del Nihilismo en su versión liberal, nacionalista y comunista.

[…]

La des-cristianización ha sido promovida desde sus inicios en las raíces antropológicas, cuando el hombre, en su ser corporal, espiritual e intelectual es, simplemente concebido como producto de una construcción ideológica debiendo su existencia, no a la bondad de Dios, sino a los arbitrarios intereses sociales e ideológicos de ciertos grupos de presión; de este modo, cualquier moral quedaría privada de una sólida base. La inherente constitución moral, que ha sido escrita por Dios en la conciencia de cada hombre y, por lo tanto, es parte de su naturaleza moral e intelectual inclusive si él aún no ha conocido los Diez Mandamientos por medio de la Palabra (Romanos 2:14), es capaz de decir: el bien debe hacerse y el mal evitarse.

En el programa de destrucción de la moralidad, junto con el ateísmo de la humanidad, el Código de la ley moral se convierte en contrario a sí mismo. El asesinato de un niño en el vientre de su madre se convierte en un derecho de la mujer; la eliminación de personas seriamente enfermas o moribundas se convierte en un acto de misericordia; programas multimillonarios que promueven el aborto y la anticoncepción son declarados como parte de la lucha contra la pobreza,- con el resultado adicional y totalmente intencionado de que los recursos naturales sean preservados par el rico y así no sean consumidos por el ejército de pobres-. Además, la auto-destrucción por medio de las drogas pasa a ser un acto de auto-determinación y la trata de mujeres provenientes de países pobres está siendo combatida de forma indiferente o, aún peor, trivializada diciendo que es causada por ellas mismas. La industria multibillonaria del sexo y la pornografía no es otra cosa que la explotación de seres humanos, despojados de su dignidad humana. A esto se une a la larga lista de los grandes crímenes contra la Humanidad.

[…]

El autor demuestra que, la ideología de género, no tiene base argumental y que tiene que ser vista como consecuencia del feminismo radical y de la supuesta revolución sexual del ’68, a la cual no le interesa la participación justa de hombres y mujeres en la vida intelectual y cultural sino, más bien, la destrucción corporal e intelectual de la identidad como hombre y mujer.

Respecto a la homosexualidad, a la que se da un desproporcionado peso e importancia comparada con las fatídicas preguntas de la humanidad, la Iglesia sólo defiende la dignidad de la personal. Ésta rechaza el juego con los homosexuales y los protege, evitando su instrumentalización por parte de las ideologías que proponen que el hombre no fue hecho por Dios sino que es producto de una determinación social que, por tanto, se puede manipular según la moda. La dignidad humana y los derechos civiles de los homosexuales no son parte de un debate público aquí. Por una connotación tanto social como lega, el matrimonio entre un hombre y una mujer es puesto al mismo nivel que una relación entre dos personas del mismo sexo. El matrimonio, que es en su esencia la unidad del cuerpo, la vida y el amor entre hombre y mujer, es así destruido. Por lo tanto, la base de la futura humanidad está siendo removida de forma biológica, mental y cultural. Esta es la verdad que brilla a través de la nebulosa propaganda masiva. La meta de la ideología de género y del feminismo radical no es el reconocimiento de la dignidad de las personas como seres humanos con orientaciones sexuales, sino la destrucción del matrimonio tradicional entre hombre y mujer para, de este modo, destruir a la familia que naturalmente fluye del lazo de toda la vida entre hombre y mujer como padre y madre de su hijo común.

Es un sutil neo-colonialismo cuando se presenta el supuesto desarrollo del SIDA en África,- como hacen las organizaciones internacionales de Estados que promueven la ideología de género-, conectada con la implementación de esta ideología sumamente destructiva. “Será mejor que se mueran hambre si no quieren exponerse a nuestro lavado de cabeza”, este es el perverso chantaje que provocan.

El demonio del orgullo europeo y anglosajón resurge de nuevo cuando a los estudiantes de los países más pobres les dan lecciones y dosis de ideologías en Gleichschaltung,- fundado, por supuesto, con la ayuda de inversores occidentales-, para así poder iluminar desde sus propios países a los ancianos, quienes todavía están, supuestamente) atrapados en una forma de pensar pre-racional, encerrados en sus propios tabúes y a quienes aún no ha tocado la “sabiduría” de la ideología de género.

La Iglesia les debe a las personas la Verdad de Dios. No puede permitirse a sí misma ser intimidada por reproches acerca de su supuesta infravaloración de la sexualidad, por ejemplo, o por entrar en el dilema de la demonización e idolatrización de la sexualidad. Muchos factores muestran la coherencia de ambos: la enseñanza marital y la enseñanza sobre la sexualidad de la Iglesia ha sido recibida de Dios: la unión substancial del hombre en espíritu, alma y cuerpo; la orientación acerca de la responsabilidad generacional y la identidad como hombre y mujer en su complementación del uno con el otro.

[…]

Ahora, incluso dentro de la Iglesia, hay una supuesta llamada para una nueva moral sexual; de esta manera, algunas personas podrían-, ignorando la verdad de los Evangelios-, considerar a esta nueva llamada como una liberación de cargas, una eliminación de la presión por parte de la familia, los medios de comunicación y el ambiente laboral y, de esta manera, darle la bienvenida. Sin embargo, al hombre no le ayuda una antigua enseñanza sexual pagana, que está siendo parafraseada como si fuera nueva, basada en falsas premisas antropológicas, que contradice los Mandamientos de Dios diametralmente y que, desde el punto de vista de la Revelación, pueden ser calificada de herética.

Solamente aquello que es moralmente bueno y que está en concordancia con la voluntad de Dios puede llevar al hombre a la felicidad y, por consiguiente, a la Salvación.

Totalmente a parte del hecho de que, el hedonismo en sí mismo, es una antigua herejía y que tiene su base teórica únicamente en el Nihilismo ateo: uno sólo puede, a la luz de semejante antropología atea, considerar a la sexualidad como un espacio libre de moral donde apenas existen unas reglas externas meramente humanas. Sin embargo, desde su esencia, la sexualidad en sí misma se expone a ser responsable del principio moral del discernimiento entre el bien y el mal: concretamente, tiene su criterio-, con la ayuda de la unión del cuerpo y el alma de la persona-, al amor y su propia entrega sin reserva ni cálculo o mutua instrumentalización.

Todos nosotros sabemos, dice el Cardenal Sarah, que somos pecadores y eso, especialmente en el campo de la sexualidad,  ha demostrado ser claramente una debilidad que impide al hombre integrar su corporalidad y su ser persona. Dios nunca rehusó su perdón a aquel hombre que ve su mala conducta y que, sinceramente, se arrepiente de su culpa; Él entregó a la Iglesia la autoridad para perdonar todos los pecados en el Sacramento de la Penitencia. Sin embargo, el sexto mandamiento ha sido violado una y otra vez sin provocar escándalo. El verdadero escándalo será,- y será la apostasía de la Iglesia de Dios-, si la Iglesia no remarca más la diferencia entre el bien y el mal o si ella,- de una manera demasiado vergonzosa-, llegara a declarar que algo es bueno si Dios ya ha dicho que es un pecado; o si, incluso, uno se refiere a Dios con palabras piadosas para así justificar el pecado en lugar del pecador.

Un mensaje desde África a los católicos alemanes

En su traducción al alemán, el libro del Cardenal Sarah fue un éxito dentro de la Iglesia Católica alemana, donde la crisis de la Fe es muy palpable: iglesias vacías; confesionarios vacíos; casi ninguna vocación sacerdotal; cierran los monasterios; el conocimiento de la FE está en sus niveles más bajos y entre católicos y protestantes se han perdido medio millón de cristianos en 2.014.

A menudo me preguntan porqué la llamada Iglesia Alemana ha tomado la determinación de ser la líder de la Iglesia Universal, frente a muchos síntomas de su dramático declinar sobre todo en relación a la moral sexual y a la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio. Si uno vierte vino viejo en vasijas nuevas, éstas podrían estallar y destruir el vino. Al ver la crisis de Fe en Europa, uno fácilmente podría exportar las consecuencias a África. Asimismo, por una vez, se tendría que tratar la situación al revés: que los europeos no sigan considerándose como los maestros de los africanos. En vez ofrecer a la joven y creciente Iglesia de África una auto-secularización como modelo y respuesta a la crisis de Fe, debemos importar a nuestro país (Alemania) la riqueza espiritual y la fuerza del a Fe provenientes de estos países. Únicamente de esta manera, podrá sobrevivir la Iglesia Católica en Europa y, así, también revivir su espiritualidad muerta. Nosotros podemos aprender de las Iglesias jóvenes. No podemos prometerles a otros que las cosas resultarán ser con ellos igual que han sido con nosotros, como si la des-cristianización fuera un proceso natural que no puede ser detenida. ¡No! Con la Fe, uno puede mover montañas.

Sólo una nueva Evangelización sostenible, con un verdadero celo apostólico será capaz de oponerse al declive del Cristianismo en Alemania. Pero, en vez de esto, se propone-, ciegos ante los verdaderos problemas de la Iglesia-, dar la Sagrada comunión a personas casadas civilmente que aún tienen un matrimonio sacramental válido y vinculante; el reconocimiento de las relaciones homosexuales cuando, en realidad, estos deben ser los temas centrales del cuidado pastoral de la Iglesia del futuro. Se trata, por todos los medios y con la ayuda de la exégesis, historia, historia dogmática y con referencias a la psicología y la sociología, de descontracturar y relativizar la enseñanza de la Iglesia Católica sobre el matrimonio que proviene de la enseñanza del propio Jesús, solamente con el objetivo de estar en conformidad con la sociedad. Quienquiera que se mantenga fiel a la enseñanza de la Iglesia es atacado por los medios de comunicación e, incluso, acusado de ser enemigo del Papa, como si el Papa y todos los Obispos en comunión con él no fueran testigos leales de la Verdad Revelada que les ha sido confiada para que, de esta manera, la Verdad no corra el riesgo de ser denigrada por el hombre a una medida meramente humana, a un standard.

En este clima, de un reclamo de la Iglesia alemana sobre el liderazgo de la Iglesia Universal, también podría pasar que, a través de un periódico amarillista un funcionario o incluso un profesor dé instrucciones al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe respecto a la noción católica de Revelación. Sin embargo, viendo la destrucción de la imagen cristiana del hombre, el celo apostólico y la fiel autoconfianza en Cristo, debemos usar nuestro testimonio de la Verdad de los Evangelios en vez de malgastar nuestras energías en luchas internas por el prestigio dentro de la Iglesia o por demostrar nuestra supuesta independencia de Roma.

El Concilio Vaticano II dice claramente que la Revelación está en las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición y debe ser interpretada fielmente por el mismo Magisterio. Pero los Papas y los Obispos no reciben una nueva revelación pública que transcienda al Depositum fidei (Lumen Gentium 25). El desarrollo de la doctrina se refiere a alcanzar  nuestro conocimiento más profundo y no puede volverse en contra de sí misma en una manera dialéctica, para encontrar una unidad putativa más alta (Dei verbum).

El matrimonio sacramental y válido es indisoluble o disoluble, no hay una tercera opción. En vista de tanto diálogo y largos procesos, uno no puede pasar por alto la presencia de una clara tendencia ideológica. La meta de semejante ideología es aplicar, al menos, un cambio en la práctica; incluso, si esto daña la verdad y la unidad de la Iglesia. De acuerdo con esta actitud uno puede, al menos por un tiempo, preservar la enseñanza como una teoría para calmar a los católicos de Asia y África que no están ni intelectual ni emocionalmente preparados mientras que, al mismo tiempo, en el cuidado pastoral el orden sacramental otorgado por Dios es, de facto, derogado.

La contradicción es traída directamente al propio Dios quien, por un lado,- como buen Creador y Redentor misericordioso-, ha establecido la Gracia y la indisolubilidad del matrimonio pero quién, por el otro lado-, siendo conmocionado por sus insoportables consecuencias-, ahora suspende sus propios Mandamientos. Este choque entre misericordia y justicia en su propio ser, incluso le fuerza a suspender la Gracia irrevocable del Sacramento del matrimonio para, de esta manera, permitir matrimonios adicionales durante la vida del esposo. Y esto está hecho en completa contracción con el mismo Jesús quién dijo que la “dureza de corazón” de los fariseos era la responsable ante la Ley Mosaica de divorcio y segundas nupcias.

Acerca de la separación de la enseñanza y de la práctica de la Fe nosotros, en Alemania, debemos ser especialmente cautos y no olvidar las lecciones de la historia de la Iglesia, recordar la venta de indulgencias que, en el fatídico año 1.517 se convirtió en la causa de la Reforma Protestante y del Cisma del cristianismo occidental. No es que las enseñanzas de Johann Tetzel sobre la reducción del castigo corporal estuvieran equivocadas,- como bien sabemos hoy-, pero sí era errónea porque la doctrina fue ignorada en la práctica. La protesta original del mismo Lutero en contra de la negligencia de los pastores de la Iglesia estaba justificada, porque uno no debe jugar con la salvación de las almas, aunque el propósito del engaño sea causar una buena acción.

Lo mismo hoy, tal vez no tratemos de engañar a las personas en lo concerniente al Sacramento del matrimonio, su indisolubilidad, su apertura hacia los niños y la fundamental complementariedad de los dos sexos. La ayuda pastoral debe mantener la vista en la salvación eterna y debería tratar de no ser superficial para agradar a los deseos de la gente.

A su vez, nadie puede negar que el camino a la Resurrección nos guía a la Cruz y también que cada cristiano debe llevar su Cruz diariamente, tanto en el matrimonio y la familia, como en el sacerdocio y las órdenes religiosas. Jesús no prometió a sus discípulos una vida confortable de acuerdo con las modas de sus tiempo, sino que les dio una promesa: “Sed leales hasta la muerte y yo os daré la corona de la vida” (Revelaciones 2:10).

Nosotros coincidimos con aquellos cristianos que están sacramentalmente casados y que, hayan formado una unión civil no aprobada por la Iglesia, necesitan el cuidado especial de la misma. Esto se aplica, también, a los niños involucrados quienes, a menudo, son puestos en medio de un conflicto entre el amor a sus padres y su conocimiento acerca de los Mandamientos de Dios y la enseñanza de la Iglesia. Pero la completa reconciliación con la Iglesia en los Sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, no puede reemplazar el arduo camino hacia la meta, sólo puede ser la meta del camino que guía hacia la clarificación teológica del status del matrimonio sacramental porque la verdad sacramental del matrimonio no debe ser ignorada. Es una realidad establecida por Dios a la cual las situaciones fluctuantes del hombre deben orientarse y no al revés. El hombre no puede hacerse a sí mismo, el standard para Dios es su propio orden de Creación y Redención.

Yo creo en el Cardenal Sarah, por su valentía de no intentar ocultar a todos los católicos de África y Europa la verdad de la Fe católica, su preocupación por el cuidado pastoral y por no cortar la verdad por la mitad en aras de un compromiso terrenal. No puedo creer sólo la mitad del camino en la Divinidad de Cristo o sólo decir: “Señor, Señor” sin hacer la voluntad de Dios en el Cielo (Mateo 7:2).

En Dios, una u otra cosa, todo o nada. Con Dios lo tenemos todo, sin Él somos nada. Este es el pensamiento principal del Cardenal Sarah, donde lidia con los temas más importantes del Cristianismo de los tiempos modernos. Mis pensamientos sobre el tema no intentan reemplazar la lectura del libro, sólo quieren ser una invitación para hacerlo.

[Traducción de Florencia Cabrera, artículo original]

RORATE CÆLI
RORATE CÆLIhttp://rorate-caeli.blogspot.com/
Edición en español del prestigioso blog tradicionalista internacional RORATE CÆLI especializado en noticias y opinión católica. Por política editorial no se permiten comentarios en los artículos

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