«Hemos visto su estrella»

I. La Liturgia del 6 de enero celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente; un hecho que se designa con la palabra de origen griego “Epifanía” -que significa «aparición» o «manifestación»- porque Jesús se revela como «Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo»[1]. Esta manifestación a los hombres de la gloria de Jesucristo se completa con su Bautismo en el Jordán (que conmemoramos el próximo domingo) y su primer milagro en las bodas de Caná.

Los textos de la Misa nos ayudan a meditar en el misterio que hoy consideramos:

1. La profecía de Isaías (Is 60, 1-6) es un himno dedicado a la nueva Jerusalén, que aparece en todo su esplendor como una nueva aurora que ha de iluminar toda la tierra. En ella, «Isaías ve el reino de la gracia, la luz de la fe, el señorío efectivo de Jesucristo en el mundo»[2].

Si bien la exhortación de Isaías iba dirigida a la ciudad de Jerusalén, no se estaba hablando simplemente de la ciudad histórica y terrenal, pues -como dice san Pablo en una de sus cartas- no solamente los judíos, sino también el resto de los pueblos son «miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio» (Ef 3, 6). La Iglesia, reunida de todas las naciones es aquella “Jerusalén” que el profeta Isaías nos describe como la capital del reino mesiánico. Iluminada por la gloria de Dios, atraerá a sí los peregrinos de todos los pueblos desde Oriente hasta Occidente[3]. Así también, todos los bautizados son los destinatarios de aquellas promesas de salvación anunciadas por el Profeta y ahora cumplidas en Cristo.

2. El evangelista san Mateo nos muestra cómo unos “magos”, personajes distinguidos del Oriente dedicados al estudio y a la búsqueda de la sabiduría, vinieron a adorar a Jesucristo porque, habiendo aparecido una nueva estrella, conocieron por inspiración divina que era indicio del nacimiento del Rey de los judíos, Salvador de los hombres. En Jerusalén supieron por «los sumos sacerdotes y los escribas del país» que el Mesías debía nacer en Belén, según las profecías. Es decir, «los magos comienzan su itinerario desde la revelación de Dios en la naturaleza, la estrella, pero tienen que pasar por la revelación en las Escrituras de Israel (v. 5) para encontrar al verdadero Dios»[4]. Y al hallar a Jesucristo, le adoraron y le ofrecieron oro, incienso y mirra, reconociéndole de este modo como verdadero rey, verdadero Dios y verdadero hombre.

II. «En estos «magos», representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación»[5].

En la vocación de los Magos, que fueron los primeros gentiles, llamados al conocimiento de Jesucristo, reconocemos y agradecemos nuestra propia vocación a la fe. En el trasfondo de toda la liturgia de la Epifanía está toda la teología de la virtud de la fe como virtud sobrenatural de absoluta iniciativa divina, como don de Dios que requiere una aceptación coherente y responsable por parte del hombre que ha de definirse ante la “epifanía” o “manifestación personal” del misterio de Cristo, vinculante para su existencia en el tiempo y ante la eternidad[6].

La filiación divina que Jesucristo posee por naturaleza se nos comunica a nosotros por la gracia en el Bautismo y a partir de entonces ¾como aquellos magos¾ los cristianos nos encaminamos hacia Jesucristo movidos por su gracia y guiados por la estrella de la fe. Su gracia es la que nos hace encontrarlo de nuevo en el santo Evangelio, en la Iglesia y en los sacramentos, principalmente en los de la Penitencia y la Eucaristía. Por eso la vida del cristiano ha de ser respuesta a su vocación divina y a Dios podemos ofrecer también nuestros dones:

– El oro de nuestra fe y de nuestra fidelidad;

– El incienso de nuestra adoración;

– La mirra de nuestra buena disposición para soportar nuestros deberes, renuncias y cruces viviendo un amor sacrificado, hecho de detalles que no se notan al exterior; con la práctica de la limosna, oración y mortificación cristiana.

De esta manera, el verdadero conocimiento interno de Cristo hace del creyente un testigo de ese misterio gozoso. Por eso la auténtica vocación cristiana, fruto de ese encuentro con Cristo que se nos ha manifestado, es por su propia naturaleza vocación misionera. El cristiano pide a Dios y hace todo lo posible para ello, que extienda este gran don de la fe a los que están privados de él[7].

III. «Vieron al niño con María, su madre» (Mt 2, 11). Los Magos encuentran a un Niño en brazos de su Madre. Pidamos a la Madre de Dios y Madre nuestra que sea la estrella que nos guía y conduce por el camino más seguro para encontrar a Cristo.


[1] Catecismo de la Iglesia Católica, 528.

[2] Juan STRAUBINGER, La Santa Biblia, in: Is 61,1.

[3] NÁCAR-COLUNGA, cit. por ibíd, in: Is 61, 5.

[4] FACULTAD DE TEOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE NAVARRA, Sagrada Biblia. Comentario, Pamplona: EUNSA, 2010, 985.

[5] Catecismo de la Iglesia Católica, loc. cit.

[6] Cfr. Juan ORDÓÑEZ MÁRQUEZ, Teología y espiritualidad del año litúrgico, Madrid: BAC, 1978, 233-234.

[7] Cfr. Bruno BAUR, Sed luz, I, Barcelona: Herder, 1953, 223-224; Catecismo Mayor, De la Epifanía del Señor.

Padre Ángel David Martín Rubio
Padre Ángel David Martín Rubiohttp://desdemicampanario.es/
Nacido en Castuera (1969). Ordenado sacerdote en Cáceres (1997). Además de los Estudios Eclesiásticos, es licenciado en Geografía e Historia, en Historia de la Iglesia y en Derecho Canónico y Doctor por la Universidad San Pablo-CEU. Ha sido profesor en la Universidad San Pablo-CEU y en la Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es deán presidente del Cabildo Catedral de la Diócesis de Coria-Cáceres, vicario judicial, capellán y profesor en el Seminario Diocesano y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Virgen de Guadalupe. Autor de varios libros y numerosos artículos, buena parte de ellos dedicados a la pérdida de vidas humanas como consecuencia de la Guerra Civil española y de la persecución religiosa. Interviene en jornadas de estudio y medios de comunicación. Coordina las actividades del "Foro Historia en Libertad" y el portal "Desde mi campanario"

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