Fiesta de Cristo Rey
(Jn 18: 33-37)
Hablar de esta fiesta tiene una doble dificultad; pues, por un lado, la Persona de Jesús ha sido difuminada e incluso quitada de en medio como consecuencia de la apostasía de la Iglesia y de la paganización de la sociedad civil, y por otro lado, hablar de la realeza y de la monarquía, resulta más difícil todavía; ya que los reyes modernos se han preocupado de desprestigiar sus propias personas, y con ello, la realeza y la monarquía.
El mundo actual vive una situación de cáos, disolución, disgregación y anarquía. Los valores humanos han sido anulados.
El Magisterio de la Iglesia ha sido eliminado. Los dogmas han caído en el historicismo. El Evangelio y el mismo Cristo han quedado reducidos a un invento de la comunidad primitiva. Los obispos, que siempre tuvieron gran prestigio en la Iglesia, son ahora ridiculizados…
En cuanto al Estado, el poder civil es ahora un antro de corrupción al servicio de los políticos.
Hace unos días, el Santo Padre hacía unas declaraciones con motivo del 500 aniversario de las tesis protestantes, a un diario sueco en el que decía textualmente: «La religión verdadera es el desarrollo que tiene la humanidad para trascenderse a sí misma hacia el absoluto».
Ante todas estas realidades, ¿cómo podemos entonces hablar de Cristo como Rey de la Iglesia y del mundo entero? La respuesta la tenemos en Col 1 y Fil 2. La sociedad civil y la Iglesia podrán continuar por sus caminos, pero frente a eso, Cristo seguirá siendo el Rey de universo, y al final de los tiempos vendrá a juzgar a vivos y muertos.
Aclarado esto, hemos de decir también que en la Escritura hay algunas frases que parecen contradictorias con lo aquí dicho, pues el mismo Jesucristo dice «mi reino no es de este mundo». Y en otro lugar también dice que el «reino de Dios no viene con espectáculo» y también «el reino de Dios está ya en medio de vosotros».
Ahí es donde reside ahora el Reino de Dios, dentro de cada uno de los fieles a Cristo y a su mensaje. Son esos pocos cristianos que quedan fieles a Cristo en medio de la persecución y de los peligros.
La auténtica Iglesia reside ahora en las catacumbas.
El mismo Señor también nos dijo: «Ya no os llamaré siervos, sino amigos…» Mi Rey y mi Señor es ahora también mi Amigo. Y además, es un amigo que intercambia su vida con nosotros: «Quien beba mi sangre… vivirá en mí y yo en él».
En el Cantar de los Cantares, la figura del Rey aparece también como Esposo, el cual se dirige al hombre y mantiene con él un diálogo amoroso..
Vivimos pues, en medio de un mundo que está sufriendo una gran confusión, paganización y apostasía; pero el amor de Cristo no ha cesado. Todavía existen almas enamoradas de Dios; es en ellos donde se hace verdad la promesa de permanencia de Cristo en su Iglesia hasta el final de los tiempos.