Solemnidad de Pentecostés
Jn 14: 23-31
«Son cuatro los grandes problemas que intentan destruir a la Iglesia»
Sobre la Persona del Espíritu Santo se ha hablado mucho. Hay muchas personas y movimientos dentro de la Iglesia que suponen que tienen al Espíritu Santo en el bolsillo, y Éste suscita en esos movimientos continuos carismas, inspiraciones… Esto es falso. El Espíritu Santo es libertad y sopla donde quiere; por lo tanto no “está a nuestro servicio y al servicio de nadie”. Su función está claramente delimitada en la Sagrada Escritura: dirigir las almas a Cristo, recordarnos sus palabras, dibujar a Cristo en nuestras almas, explicarnos sus enseñanzas, llevarnos a la Verdad completa, darnos la gracia para hacer nuestra la vida de Cristo.
Deberíamos escuchar al Espíritu para que nos ayudara a aclarar la confusión que hay en la Iglesia actual.
Son cuatro los grandes problemas que acosan a la Iglesia y que la intentan destruir:
1.- La sodomización de la Iglesia. Invasión y legitimización de la homosexualidad dentro de la Iglesia.
2- Los malos pastores en la Iglesia.
3.- La legitimización y fomento del marxismo, a través de la legitimización y resurrección de la Teología de la liberación.
4.- El ataque directo a los dogmas mediante el modernismo. Según el historicismo, las enseñanzas de la Iglesia y sus dogmas sólo valdrían para un momento histórico concreto.
Da la impresión que estamos ya en los tiempos finales. A decir verdad, sólo falta que se cumpla uno de los signos: la conversión del pueblo judío. Aunque parece ser, según palabras del mismo Cristo, esa conversión se produciría en el mismo momento en el que el pueblo judío viera venir a Cristo en la Parusía.
Y cuando veáis todo esto, levantad vuestras cabezas pues se acerca vuestra liberación. ¡Ven Señor, Jesús!