Domingo V después de Epifanía
(Mt 13: 24-30)
Esta homilía está especialmente dirigida a aquellos fieles que todavía conservan indemne la fe transmitida desde Cristo hasta nuestros días fielmente.
Vemos que nuestro mundo y nuestra Iglesia están desolados. Ello nos afecta y duele. Reina la mentira, la infamia, la apostasía; pero recordemos que Él ha de venir. No dejemos nuestro corazón se siente constreñido y confuso. Como decía R. Tagore: “Si lloras cuando se pone el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
A Cristo no lo pueden eliminar las fuerzas del mal. Él es el Señor de la creación y de la historia. Todo lo que ocurre lo permite para el bien de sus elegidos. El mundo pagano no conoce la esperanza, pero nosotros sí. Él nos dijo que tendríamos que sufrir de parte del mundo; pero al final, Él vendría a rescatarnos y nos daría una alegría que nadie nos podría quitar.
A veces nos sentimos confusos, desorientados, en la oscuridad; pensamos ¿dónde está la Iglesia, la fe, los santos…? Hemos de mantener nuestra confianza en Cristo. Como el mismo San Pablo nos decía: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?”…..