Estemos más conscientes de la misión del Espíritu Santo. El viene a santificar las almas a través de la Iglesia. No hay santidad sin unión al Espíritu Santo y la Iglesia. Santificar significa dar la vida de Dios, asemejarnos a Cristo, unirnos a Dios, y a la misma vez, desprendernos del a carne y del mundo. Ser católico significa cada día aspirar hacia la santidad más que cualquier otra cosa. Debemos hablar, actuar y pensar como Cristo, y conformar nuestra voluntad a la de Dios. Este es el propósito de todos los medios de santificación enseñados por los santos. Pero al fondo de estos medios siempre está la acción del Espíritu Santo. Por eso debemos ser más devotos a Él y esforzarnos a poner estos medios en práctica, por ejemplo en el rezo del Santo Rosario.