XXIV Domingo después de Pentecostés
Mt 13: 24-30
«Parábola de la buena semilla aniquilada por la cizaña»
A veces es difícil distinguir a los buenos de los malos por lo que lo mejor es esperar, que crezcan juntos y al final unos serán quemados y otros llevados al granero. Pero hoy día es difícil encontrar la buena semilla en medio de tanta cizaña. Hoy día los cristianos se encuentran en un ambiente hostil pues son perseguidos incluso por la misma Iglesia.
Hay muchos cristianos que ya no quieren escuchar la verdad y se han acostumbrado a las enseñanzas de la Nueva iglesia, pues ésta tiene un modo de pensar más humano y más cómodo. Se han endurecido en la mentira y ya no quieren escuchar otra cosa. Esta Nueva iglesia fue fundada en el 1962, a principios del Vaticano II.
Esta Nueva iglesia ha hablado mucho de la hermenéutica de la continuidad, para hacernos creer que es la misma que la de antes, pero en realidad es una hermenéutica de la ruptura. Esta Nueva iglesia se ha atrevido incluso a negar la validez de Trento, al defender doctrinas historicistas que dicen que las verdades sólo sirven para las épocas cuando fueron promulgadas.
Si comparamos las enseñanzas de Iglesia tradicional con las de la Nueva iglesia veremos muchas diferencias esenciales; por ejemplo, la Nueva iglesia niega la indisolubilidad del matrimonio, o al menos lo pone en duda; legitima la homosexualidad, pues habla que hay que abrirse a las “nuevas parejas”; la moral ya no la determina Dios sino el criterio personal de cada uno de los sacerdotes u obispos, lo que al mismo tiempo establece de facto un cisma dentro de la Iglesia, pues cada Iglesia particular puede determinar lo que es bueno o malo según el criterio personal de cada obispo, y no según la norma general dictada por Dios.
Así pues, ¿qué hemos de hacer? ¿Debemos seguir creyendo a Cristo y a los Apóstoles? O ¿Debemos creer a los nuevos profetas? Ante tanta confusión yo les diría a aquellos que desean seguir siendo fieles a Dios:
1.- Que recen para que Dios les muestre el camino de la verdad.
2.- Que se mantengan firmes en la fe y que no acepten nada que sea contrario a la fe de siempre.
3.- Que fijen su corazón en la persona de Cristo, pues el que le sigue no anda en tinieblas. Cuando se ama de verdad a Cristo es imposible traicionarle e irse por caminos equivocados.
Satanás está desencadenado y tiene ahora gran poder dentro de la Iglesia. ¿Cómo puede ser que un cristiano se burle ahora de la doctrina de Cristo? Recordemos las palabras de Santiago: “El que quiere hacerse amigo del mundo se hace enemigo de Dios”…