A través de experiencias personales cuando él era joven y trabajaba con los indios en el Tambo (Ecuador), el P. Alfonso abre su corazón y va dibujando cómo ha de ser la vida de un sacerdote de Cristo.
Habla de la ilusión por evangelizar, su fidelidad a la vocación, el amor a los fieles a quienes fue destinado. Todo un ejemplo y modelo para los sacerdotes jóvenes y de aquellos que han sido llamados al sacerdocio.
Habla también del intento de eliminar el sacerdocio por parte de algunos, al ordenar como sacerdotes a los “viri probati” (hombres casados) debido a la escasez de sacerdotes.
Termina hablando de la causa de la apostasía de muchos sacerdotes, que no es otra que el aburrimiento, debido a su vacío interior, como consecuencia de haberle dado la espalda a Cristo y haberse vuelto al mundo.
No hay mayor bendición para un hombre que ser llamado a ser “otro Cristo”